Las suscripciones se han convertido en un arma de doble filo: permiten a las marcas de coches corregir errores, ampliar o actualizar las funciones de sus modelos… y, al mismo tiempo, hacen posible que algunos fabricantes restrinjan determinadas funciones exigiendo un pago para acceder a ellas. Es el camino que han escogido BMW y Mercedes: uno que no recorrerá Volvo.
Björn Annwall (CEO de Volvo) concedió a Bloomberg una entrevista con motivo de la inauguración del nuevo centro tecnológico de la marca en Estocolmo, donde el fabricante creará software para sus vehículos. Aprovechó la ocasión para confirmar que ellos no copiarán el modelo de suscripción de BMW o Mercedes para las características que no supongan un cambio radical en sus coches.
El caso de BMW y Mercedes
Cabe recordar que hace un tiempo, los focos se centraron en BMW cuando la marca bávara comenzó a cobrar cuotas de suscripción mensuales a los propietarios de sus vehículos: concretamente, 18 dólares (16,90 euros) al mes por los asientos calefactables. Mercedes hizo lo propio con sus modelos eléctricos: en Estados Unidos, para desbloquear toda la potencia de los EQE y EQS, los propietarios tienen que abonar 1.200 dólares (1.166 euros) más impuestos… al año.
La polémica reside en el uso de las suscripciones como herramientas para que un coche siga generando ingresos durante toda su vida útil… por opciones que ya están instaladas. El mundo del motor ha empezado a plantearse cuánto puede ganar con este tipo de movimientos. Un análisis de UBS prevé que las actualizaciones de software pueden suponer, en 2030, 700.000 millones de dólares: una cuarta parte del tamaño actual del mercado mundial automotriz.
El punto de vista de Volvo
Volvo tiene otro punto de vista. La marca sueca cree que los ingresos adicionales que pueden lograr con las actualizaciones de software serán mínimos hasta mediados de la presente década. Para entonces tampoco tienen previsto cobrar por todas las actualizaciones: solamente las más importantes tendrán un coste extra.
Consideran que si van a exigir un pago por ello, debe suponer un cambio radical y un beneficio para el conductor: “A las personas que pagaron 90.000 euros por uno de nuestros coches, no les pediremos que paguen más para calentar los asientos”. Si con la actualización, el vehículo adquiere un modo autónomo… entonces sí pedirán una suscripción: “No tener que sostener el volante sí es un cambio sustancial”.
El ejemplo de Polestar
Lo cierto es que Polestar, la marca adquirida por Volvo en 2015, sí ofrece suscripciones en Europa para el Polestar 2. Los propietarios pueden desbloquear 68 CV adicionales por una tarifa única de 1.120 euros: una opción, eso sí, que sólo está disponible para la versión de motor dual de largo alcance.
La clave de esta actualización está en ser algo permanente y único: se paga una sola vez y el aumento de potencia se desbloquea para siempre. La marca no ha facilitado datos sobre cuántos propietarios ya han pagado o planean hacerlo, pero, al contrario de lo sucedido con BMW o Mercedes, no ha habido tantas reacciones negativas. Esta sería una señal positiva para saber cuál podría ser el enfoque correcto para las suscripciones que llegarán en los próximos años.