¿Alguna vez has escuchado hablar del ciclo del carbono?
Para muchos, el ciclo del carbono es un concepto que parece complicado y abstracto. Sin embargo, esta parte crucial del sistema de la Tierra es responsable de los eventos climáticos que marcan nuestras vidas diarias.
Seguro que has oído hablar de la huella de carbono. Por otro lado, si estás aquí sabrás que el mundo de los coches está viviendo un cambio brutal debido a cómo el ser humano ha influido en provocar una situación dañina a la atmósfera y el planeta. Y todo está relacionado entre sí. Es a lo que se llama ciclo del carbono.
¿Qué es el ciclo del carbono? El ciclo del carbono es un proceso natural en el que la materia orgánica se mezcla con los carbones minerales y se libera en la atmósfera a través de diferentes mecanismos. Esto se componía de dos procesos principales: el ciclo geoquímico de la vida, también conocido como flujo natural, y el ciclo antropogénico humano, también conocido como influencia humana. Pero vamos a ir analizando cada aspecto para entenderlo de forma sencilla.
¿Qué es el ciclo del carbono?
El carbono es el componente principal de todos los organismos vivos y el recurso más importante para la producción de alimentos, combustibles y muchas otras cosas. Cuando se liberan componentes inorgánicos a la atmósfera (como dióxido de carbono) comienza un proceso complejo en el que se intercambian componentes orgánicos e inorgánicos que afecta a absolutamente todo a nuestro alrededor. Este ciclo del carbono debe estar en equilibrio para que ninguna parte de él se vea afectada. ¿Por qué es importante?
Un ejemplo básico radica en la alimentación. Las plantas usan CO2 para continuar su ciclo vital. Esto nos permite obtener alimentos, pero también respirar, pues las propias plantas generan O2 como deshecho. Una alteración en el ciclo del carbono afectaría directamente al aire que respiramos y los alimentos que tomamos. Y como el ciclo del carbono es algo tan amplio, es posible perjudicarlo de formas que aparentemente no tienen que ver con la alimentación, tal y como veremos
Cómo se mueve el carbono entre la atmósfera, los océanos y la tierra
El ciclo del carbono es un proceso continuo que se produce entre la atmósfera, los océanos y la tierra. Se produce cuando el dióxido de carbono (CO2) de los humanos se libera en la atmósfera a través de actividades como la quema de combustibles fósiles para uso doméstico e industrial. Del mismo modo, las plantas liberan CO2 al aire durante el proceso de respiración.
Una vez que este CO2 es liberado a la atmósfera, parte de él se disuelve en el agua de los océanos y los mares; mientras tanto, parte del CO2 absorbe la energía del sol y se utiliza para producir alimentos a través de la fotosíntesis. El restante es absorbido por otros organismos marinos o reabsorbido por las plantas. Finalmente, una parte del CO2 permanecerá en la atmósfera como un gas inerte.
El sistema contribuye a estabilizar el clima al mantener los niveles constantes de dióxido de carbono entre los elementos involucrados en el ciclo. Estas interacciones equilibran tanto las temperaturas globales como los niveles del mar. Sin embargo, cuando producimos un desequilibrio en alguno de los procesos del ciclo del carbono, ponemos en peligro todo lo demás.
El rol de las plantas en el ciclo del carbono
La fotosíntesis es una parte importante del ciclo del carbono, y es lo que nos permite respirar oxígeno para sobrevivir.
Las plantas toman dióxido de carbono del aire y lo transforman en oxígeno y glucosa. Esta glucosa proporciona energía a las plantas para crecer más fuertes, más grandes y producir nuevas hojas, frutos y flores.
Durante este proceso, el carbono se transfiere a través de los organismos vivos. Cuando las plantas absorben dióxido de carbono para producir oxígeno, el dióxido de carbono se almacena temporalmente en estructuras vegetales como raíces o tallos. Por esto podemos decir que la vegetación tiene la capacidad de absorber carbono. Y una forma de compensar el fuerte desequilibrio producido por la industria en el ciclo del carbono, es aumentando la cantidad de vegetación de nuestro planeta. Aunque en realidad, el haberla atacado tanto hasta ahora, implica que no estamos tanto «aumentando» como reponiendo lo que un día quitamos.
Cómo los animales y los microbios participan en el ciclo
Los animales y los microbios desempeñan un papel importante en el ciclo del carbono porque ayudan a la circulación de CO2 entre plantas, organismos y el medio ambiente. Esta circulación es necesaria para mantener un equilibrio adecuado de CO2 en la atmósfera.
Los organismos producen CO2 como resultado de procesos metabólicos normales, y esta liberación se conoce como respiración celular. Los animales más grandes, donde podemos incluirnos los humanos, también producen dióxido de carbono al inhalar oxígeno del aire y exhalar dióxido de carbono al expulsar aire.
Además, los microorganismos realizan un proceso llamado descomposición biológica. Esta descomposición ayuda a liberar elementos nutritivos importantes para las plantas en forma de dióxido de carbono y otros compuestos orgánicos volátiles (COV).
Así, vemos que el carbono forma parte de un ciclo. No hay una cantidad neta alojada en un lugar de la Tierra. Sino que existe un ciclo muy preciso en equilibrio, que si desequilibramos trae consecuencias en todo el resto de componentes del ciclo.
Cómo la Deforestación y la quema de combustibles fósiles afectan el ciclo del carbono
El ciclo del carbono está directamente relacionado con la deforestación y la quema de combustibles fósiles. Esto significa que cuando eliminamos los bosques a través de la tala indiscriminada, hay menos árboles para absorber el dióxido de carbono que liberamos al quemar combustibles fósiles como el carbón, el petróleo y el gas.
Deforestación
La deforestación libra al ambiente de una importante fuente natural de almacenamiento del carbono, ya que los árboles y otra vegetación capturan y almacenan dióxido de carbono del aire a través de la fotosíntesis. Cuando esta vegetación es eliminada, ya sea para la agricultura o tala masiva, se interrumpe este ciclo natural, lo que hace que sea más difícil para la tierra absorber el dióxido de carbono que se libera por la quema de combustibles fósiles.
Quema de combustibles fósiles y el papel de los coches
Cada vez que quemamos combustibles fósiles como el carbón, liberamos cantidades adicionales enormes de dióxido de carbono en la atmósfera. Estas emisiones adicionales contribuyen a un exceso global del gas en nuestra atmósfera. Hablamos del carbón, pero la realidad es que cualquier combustible fósil tiene estas consecuencias. Todos los derivados del petróleo, que el ser humano ha usado de forma extrema, han tenido como consecuencia un desequilibrio brutal del ciclo del carbono.
Cómo afecta a la atmósfera y el océano un exceso de CO2
Un exceso de dióxido de carbono en la atmósfera puede afectar la temperatura de la Tierra, ya que el gas actúa como un invernadero, evitando que la radiación solar que rebota en la Tierra salga de la atmósfera y manteniéndola en la misma, aumentando la temperatura. Esto significa que cada vez que aumentan los niveles de dióxido de carbono, el calor que se queda atrapado en la atmósfera aumenta. Esto a su vez puede afectar el clima y el patrón de lluvias, lo que conducirá a una serie de cambios en los ecosistemas terrestres. El exceso de dióxido de carbono también puede desencadenar un aumento en el nivel del mar. Los océanos absorben parte del CO2 de la atmósfera, y eso hace que el agua se vuelva más ácida, lo que a su vez afecta a los organismos marinos, lo que influye tanto en nuestra alimentación, como en la alimentación de otras especies que forman parte de la cadena trófica de la cual nos beneficiamos, como en las algas, que tienen un papel clave en la absorción de CO2, lo que empeora el problema.
Estos desequilibrios requieren de grandes esfuerzos para tratar de ser compensados, porque llevamos años induciendo el desequilibrio por culpa de una industria exagerada. Cualquier acción que iniciemos ahora llevará tiempo para convertirse en algo efectivo.
Es vital entender que existe un ciclo del carbono en el que cada uno de nosotros podemos influir, y que es imprescindible que desde ya pongamos de nuestra parte para que podamos revertir en la medida de lo posible el desequilibrio producido en el mismo hasta ahora.