Finalizando el 2023 surgió una noticia que causó alarma en la Unión Europea, y era la posibilidad de que se llegara a prohibir la reparación de coches que reunieran una serie de requisitos que los acercara a su final de vida útil. Hemos hablado mucho sobre que los temores generados por esta noticia son en realidad infundados. Pero hay más motivos para pensar en que nada de esto se hará realidad: el derecho a la reparación. De hecho, es vital para alcanzar las cero emisiones.
¿Qué es el derecho a la reparación?
El derecho a la reparación, en el contexto contemporáneo de la Unión Europea, se ha convertido en un tema de creciente relevancia, tanto a nivel tecnológico como en la industria automotriz y al hablar de cualquier tipo de bienes. Este concepto aborda la capacidad de los consumidores para reparar y mantener sus bienes sin restricciones injustificadas impuestas por los fabricantes. En esencia, se trata de empoderar a los usuarios con la libertad de elegir dónde y cómo reparar sus dispositivos y automóviles, brindando un contrapeso a las prácticas que limitan el acceso a información, herramientas y piezas necesarias para llevar a cabo estas tareas.
En el primer trimestre del 2023 se publicó la propuesta de Directiva de la Comisión Europea donde se busca promover la reparación de los bienes en lugar de su sustitución por nuevos.
El objetivo del derecho a la reparación es combatir algo que se ha hecho cada vez más común en el primer mundo, que es desechar un producto en cuanto presenta algún fallo para sustituirlo por uno nuevo, cuando en muchos casos es posible repararlo a un coste incluso inferior.
¿Por qué es tan importante de cara a la sostenibilidad?
La promoción del derecho a la reparación no solo fomenta la competitividad en el mercado de servicios de reparación, sino que también contribuye a una economía más circular y sostenible al reducir la generación de residuos electrónicos y automotrices. Al permitir que los propietarios elijan dónde reparar sus dispositivos y vehículos, se estimula la prolongación de la vida útil de los productos, disminuyendo así la necesidad de reemplazos prematuros y reduciendo la huella de carbono asociada con la fabricación de nuevos productos.
Uno de los objetivos prioritarios de la Unión Europea es el de alcanzar las cero emisiones de carbono. De hecho, no solo es un objetivo prioritario, sino que está en una carrera por lograr ser el primer continente neutro en emisiones de carbono para el año 2050. Lógicamente, no es un objetivo a corto plazo, pero es necesario empezar a tratar de establecer ya pautas que lleven a ello.
Según uno de los eurobarómetros más recientes, el 77% de los europeos se siente responsable de tener que tomar acción para reducir el cambio climático. Con medidas como el derecho a la reparación, los propios consumidores pueden contribuir a reducir el desperdicio de bienes y componentes que todavía tienen vida útil por medio de reparaciones que no implican la sustitución completa del bien por uno nuevo.
Ahorro en emisiones y también en dinero
Las cifras estimadas por la Comisión Europea son notablemente importantes y hacen que realmente sea algo a plantearse en una sociedad en la que la reparación no es la norma. En total, el fin prematuro de la vida útil de los bienes cuando todavía son reparables supone la generación de 35 millones de toneladas de residuos, así como el gasto de 30 millones de toneladas de recursos, y un total de 261 millones de toneladas de emisiones de gases de efecto invernadero solo en la Unión Europea, y solo en un año.
Pero si a veces resulta difícil hacerse una idea de la importancia de algo en base a cómo le afecta al planeta, mucho más fácil es entenderlo cuando a lo que afecta es al bolsillo. Y es que sustituir un bien por uno nuevo en lugar de repararlo, supone unas pérdidas estimadas para los consumidores de nada menos que 12.000 millones de euros al año. Una auténtica locura en términos económicos.
El derecho a la reparación, también en los coches
Las propuestas de la Comisión Europea en lo que al derecho a la reparación se refiere, afectan a todos los bienes considerados en la Directiva 2019/771. Esto implica los bienes muebles tangibles. Los vehículos son un ejemplo claro de lo que son bienes muebles tangibles, y por tanto, el derecho a la reparación aplica también al caso de los coches.
En realidad, en el mundo de los coches la reparación ha sido siempre alto bastante en común en comparación con otros campos como la electrónica, donde este derecho a la reparación sí supone un cambio importante.
Aun así, el hecho de que la Comisión Europea esté abogando por el derecho a la reparación en bienes más difícilmente reparables que los vehículos, como un medio para favorecer la economía circular y evitar la contaminación generada por un fin de vida útil prematuro, hace que podamos descartar por completo que pueda hacerse realidad la prohibición de reparar un coche que tanta relevancia ha cobrado en los últimos tiempos, aunque de forma infundada.