Desde hace más de 10 años, prácticamente todos los coches diésel modernos usan filtros de partículas en sus sistemas anticontaminación. Los FAP han logrado que la combustión de un diésel moderno sea mucho más limpia, reduciendo la emisión de partículas en suspensión – visible como el clásico humo oscuro de los coches diésel. Al mismo tiempo, los FAP han supuesto una fuente de quebraderos de cabeza y fuertes desembolsos para muchos conductores, junto a las válvulas EGR o los inyectores. En este artículo vamos a hablaros de los filtros de partículas, concretamente de aquellos acompañados de un aditivo.
¿Qué es el aditivo del filtro de partículas? ¿Lo tienen todos los coches?
Para que las partículas acumuladas en el FAP se quemen adecuadamente, en un proceso llamado regeneración – hablando en plata, una autolimpieza del propio FAP, mediante la quema del hollín acumulado en su interior – es necesario que los gases de escape alcancen temperaturas muy elevadas. Estas temperaturas, de en torno a 600 grados, sólo se alcanzan a un régimen de giro constante, sostenido durante un periodo de tiempo. En los coches diésel que abusan de recorridos cortos o sólo hacen trayectos urbanos, en muchas ocasiones no se llega a alcanzar esta temperatura.
Es entonces cuando el coche intenta forzar la regeneración, mediante una post-inyección de combustible, que eleva artificialmente la temperatura de los gases de escape. Los primeros coches en equipar filtros de partículas, hace algo más de 15 años, no tenían una estrategia de regeneración tan refinada y desarrollada como los coches actuales. Las exigencias normativas de sus sistemas anticontaminación tampoco eran tan estrictas. El Grupo PSA fue uno de los primeros en montar FAP en algunos coches, y para ayudar al proceso de regeneración, decidieron acompañar al gasóleo de un aditivo llamado Eolys.
Aunque Eolys es su denominación comercial, es conocido como «aditivo para filtros de partículas». Este aditivo de contenido férrico se almacena en un pequeño depósito de unos 3 litros, ubicado cerca del depósito de combustible del coche. Cuando la electrónica del coche inicia la regeneración, el aditivo se mezcla con el combustible que quema el motor, reduciéndose el punto de ignición del hollín acumulado en el FAP. La temperatura necesaria para que el hollín se queme se reduce hasta unos 500 grados. El motor también puede modificar su gestión para al mismo tiempo aumentar la temperatura de los gases de escape.
Este aditivo no tiene una duración ilimitada. Su duración oscila entre los 80.000 km y más de 200.000 km, según la capacidad del depósito, su propia composición – la fórmula ha evolucionado – y sobre todo, el uso que el coche reciba. Si rodamos sólo por autopista y el FAP se regenera de forma pasiva, su duración podría ser superior a la especificada en el manual del usuario. El manual de tu coche te dirá si su filtro de partículas está «aditivado». Cuando el coche lo agota, el ordenador nos avisará. Su sustitución no es cara, pero tampoco barata: incluyendo mano de obra la «broma» puede superar los 100 euros con facilidad.
No debe confundirse con el AdBlue
El aditivo del filtro de partículas no debe confundirse con el AdBlue, presente en los coches más modernos – de Euro 5 en adelante, y común en los actuales Euro 6. El AdBlue (ver artículo a fondo sobre el AdBlue) es una solución de urea que se inyecta sobre los gases de escape, antes de su entrada en el filtro de partículas. No se mezcla con el combustible del motor y su función es simplemente reducir los óxidos de nitrógeno generados por la combustión del gasóleo. En este otro artículo te contamos cómo rellenar el depósito de AdBlue de tu coche, y qué ocurre si no rellenas cuando se agota.
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