La frenada regenerativa es un sistema de freno que aprovecha la energía cinética del vehículo para producir energía eléctrica, y a la vez para reducir la velocidad del coche. Tiene una importancia vital en los vehículos eléctricos, donde es clave reducir el consumo o aprovechar hasta el último «gramo» de energía. Aunque incluso ha sido todavía más importante para los vehículos híbridos no enchufables, que se nutrían al completo del movimiento del vehículo para ir cargando su batería y poder utilizar después esta energía.
La energía ni se crea ni se destruye, se transforma. Para frenar un coche tenemos que transformar la energía cinética del vehículo en movimiento en energía térmica por la fricción entre los frenos y las pinzas. El calor se disipa, y lo perdemos en la atmósfera. La frenada regenerativa nos permite aprovechar la energía cinética del coche para convertirla en energía eléctrica y almacenarla en baterías.
En el caso de los coches eléctricos, el mismo motor que se encarga de usar energía eléctrica en energía cinética al mover las ruedas, invierte su función y se convierte en un generador. Así, cuando ya no hay que impulsar las ruedas, es el movimiento de las ruedas el que produce electricidad. Esta se almacena en las propias baterías, lo que ayuda a que se vayan cargando. En recorridos urbanas con muchas paradas, un vehículo eléctrico o híbrido puede acumular una cantidad de energía nada despreciable.
¿Qué es la frenada regenerativa?
Lo llamaban KERS, y era una función genial que permitía que los coches de Fórmula 1 tuvieran más potencia durante unos instantes. Por supuesto, era mucho más que eso, y los aficionados puristas conocíamos (seguro que tú también), que ese KERS, era en realidad un sistema basado en la frenada regenerativa, que utilizaba la energía almacenada como consecuencia del movimiento del coche.
La frenada regenerativa está presente hoy en día de muchas formas en los coches y los vehículos. La vemos en los autobuses urbanos, en los coches eléctricos puros, en los híbridos y hasta en los coches con motor de combustión, o incluso los patinetes. Pero, ¿qué es realmente eso de frenada regenerativa?
No solo produce energía, también frena
Está claro que la principal virtud de la frenada regenerativa está en la producción de electricidad que aumente la autonomía de nuestro vehículo eléctrico o híbrido, reduciendo así el consumo. Sin embargo, la potencia de frenada también es importante. De hecho, podemos controlar la potencia de la frenada regenerativa en algunos vehículos, de manera que el coche frene más rápidamente y produzca más energía, o que frene de forma más suave.
Si bien es cierto que la frenada regenerativa todavía no puede competir con la potencia de frenada de un sistema hidráulico, la combinación de los dos resulta ideal. De hecho, en muchos escenarios nos bastará con la frenada regenerativa, como cuando tenemos que reducir velocidad al llegar a un semáforo en rojo o a un cruce, o como cuando reducimos velocidad para no acercarnos demasiado a otro vehículo en carretera.
Mientras que el frenado de un vehículo requiere de un consumo de energía, la frenada regenerativa nos permite no solo no gastar a la hora de frenar, sino incluso producir electricidad que aumenta la autonomía del vehículo. Una tecnología que seguirá desarrollándose más y más, y que conforme seamos capaces de reducir la pérdida de energía, irá teniendo todavía más valor en los coches eléctricos y vehículos de todo tipo.
Las aplicaciones de la frenada regenerativa
Es más, ya vemos su aplicación efectiva en diferentes ámbitos. Por ejemplo, los patinetes eléctricos cuentan con esta frenada regenerativa que permite controlar la velocidad de forma cómoda solo dejando de acelerar. De hecho, en muchos de ellos tenemos la posibilidad de ajustar la potencia de frenado de este sistema. Cuanto más alta es la potencia de frenado, más energía generamos, y antes frena el vehículo.
En el caso de los coches sucede exactamente igual. No solo es que podamos ajustar en las opciones del vehículo el nivel de la frenada regenerativa, sino que algunos modelos concretos, como ocurre con determinados Hyundai, cuentan con unas palancas ubicadas tras el volante, a modo de las levas de cambio, con las cuales podemos ir modificando el nivel de intensidad de la frenada regenerativa. Esto es un signo de que la frenada regenerativa no solo es una función más, sino que en función de cómo la controlemos podemos contribuir a que nuestra conducción sea más cómoda o a que tengamos que recurrir menos al freno.
Es más, hay muchas marcas que están apostando por desarrollar el modo de conducción con un solo pedal. En los vehículos eléctricos ya se puede prescindir del embrague, pero esto nos llevaría un paso más allá. Aunque no se prescindiría completamente del freno, pues en una situación de emergencia sí podríamos necesitar decelerar haciendo uso de los frenos hidráulicos, sí podríamos utilizar la conducción con un pedal en muchas situaciones cotidianas. Tanto en conducción urbana como en conducción por carretera, según la regulación que hagamos de la frenada regenerativa y su intensidad podremos controlar la velocidad del vehículo con un simple pedal, al tener la opción de acelerar, mantener la velocidad o frenar en el mismo pedal.
Aunque nació como una forma de aprovechar al máximo la energía y alimentar las baterías con las que contaban los primeros coches híbridos, ha acabado teniendo diferentes aplicaciones que cambian los sistemas de frenado de los coches eléctricos o de vehículos como los patinetes eléctricos. E incluso, pueden tener un efecto directo sobre la forma en la que conducimos el coche, pues la práctica nos ha demostrado que hay formas más confortables de conducir, principalmente en determinadas circunstancias, gracias al aprovechamiento de estas tecnologías.
Una de esas cosas buenas positivas que nos ha traído la evolución de los vehículos eléctricos, que aunque nos quita el rugido del motor, también nos trae nuevas formas de conducir.