El hidrógeno verde de cercanía es aquel que ha sido producido empleando fuentes de energía renovables (hidrógeno verde) y próximo a su cliente final, es decir, cerca del surtidor, y del cliente que lo repostará para alimentar su vehículo.
El hidrógeno se postula como una opción interesante para crear vehículos cero emisiones que pueden rellenar su depósito como en cualquier vehículo de combustión interna, prescindiendo de un enchufe, pero dependiendo de una red de distribución. El empleo de hidrógeno verde no solo contribuye a facilitar una movilidad libre de emisiones locales, sino también neutralizar las emisiones de CO2 en todo el proceso. El hidrógeno verde de cercanía reduce el coste económico, el impacto medioambiental y la compleja infraestructura y procesos que se necesitan para transportar el hidrógeno.
Desde hace tiempo os venimos hablando al respecto del hidrógeno verde y de cómo una transición energética sostenible debería contemplar esta opción del hidrógeno verde como una alternativa, ya no solo válida, sino necesaria, al vehículo eléctrico de baterías y a la gasolina y el gasóleo.
El hidrógeno verde para una transición sostenible
El hidrógeno es una solución eficaz para garantizar una movilidad libre de emisiones contaminantes, pero también para descarbonizar la industria y otros muchos procesos que requieren un consumo intenso de energía. En los últimos meses hemos conocido diferentes proyectos que pretenden utilizar el hidrógeno como combustible, pero la alternativa más eficiente y limpia es, sin lugar a dudas, la de la pila de combustible, la de propiciar una reacción química que empleando hidrógeno produce energía para alimentar el motor eléctrico que, en última instancia, mueve el coche.
La Unión Europea ha propuesto instalar surtidores de hidrógeno cada 150 kilómetros. Pero más allá de la necesidad de una red de distribución adecuada, de los necesarios surtidores, el hidrógeno requiere de una red de producción y transporte que implica numerosos retos técnicos y, por supuesto, un coste económico asociado demasiado elevado.
Actualmente, las soluciones que se han planteado y que se están utilizando para almacenar y transportar el hidrógeno pasan por la presurización del hidrógeno gaseoso, licuado manteniendo temperaturas alrededor de los -252ºC, o combinado formando otros compuestos que, mediante reacciones sencillas, permitan extraer el hidrógeno necesario en destino. Porsche, por ejemplo, está trabajando en el almacenamiento y transporte de hidrógeno en aceite de benziltolueno.
El hidrógeno verde de cercanía
En una carta publicada por el Financial Times, Oliver Joy, del Energy Institute del University College London, apunta a la necesidad de producir hidrógeno verde de cercanía, allá donde sea requerido, y no para su exportación.
Se trata de una respuesta a proyectos como el de Alemania para crear un «puente de hidrógeno» por el cual Australia suministraría 5 millones de toneladas de hidrógeno verde anualmente en 2030 (Recharge News), con el objetivo de reducir su dependencia de la energía rusa. La visión de naciones grandes exportadoras de hidrógeno verde tiene sentido. Y países como Australia o, sin ir más lejos, España, pueden aprovechar su fortaleza en la producción de energía mediante renovables, y en general mediante fuentes de producción de energía que no emitan CO2, para convertirse en grandes exportadores de hidrógeno.
Pero si lo que buscamos es una solución eficiente y sostenible, necesariamente deberíamos estar pensando en producir el hidrógeno cerca de donde se vaya a consumir.
La mencionada carta publicada por el Financial Times apunta a argumentos de peso que van más allá de la complejidad del almacenamiento y el transporte del hidrógeno, como el hecho de requerir procesos de transformación química y física que, necesariamente, consumen energía. De manera que las importaciones y exportaciones de hidrógeno puedan ser una opción adecuada para balancear desequilibrios de oferta y demanda, o la transformación del hidrógeno verde en amoniaco una solución interesante para producir fertilizantes. Pero el verdadero objetivo de una estrategia sólida para con el hidrógeno deba pasar por producirlo localmente y cubrir la demanda sin necesidad de depender de las importaciones.
En el momento de elaborar este artículo, un 46,45% de la demanda de energía en España está siendo cubierta por la energía eólica, un 13,92% por la hidroeléctrica y un 19,42% por energía nuclear. La mayor parte de la energía que está alimentando el sistema eléctrico español en estos momentos proviene de fuentes que no generan CO2.
Una estrategia interesante, sin duda, y a la que España debería prestar su atención, es la propuesta por el cluster industrial de Reino Unido, que está trabajando para desarrollar una red de producción de hidrógeno, y en la adaptación de la industria energéticamente intensiva de seis regiones industriales del país.
El caso británico no solo se ha propuesto un futuro en el que el hidrógeno verde será clave para la descarbonización de la industria, sino también una etapa de transición en la que el hidrógeno azul, producido parcialmente empleando energía renovable, sea un paso intermedio para la descarbonización total de la mano del hidrógeno verde (upstream). Si la industria se adapta para trabajar con hidrógeno, independientemente de su «color», que nos sirve para identificar su origen, necesariamente esté preparada para funcionar con hidrógeno eminentemente de origen renovable cuando exista una red de producción suficiente para cubrir la demanda.