Aunque parece que ya resulta imposible compensar el daño que hemos hecho al planeta, lo cierto es que en los últimos años ha ido creciendo la preocupación por las emisiones de gases contaminantes. Debido a esto el término huella de carbono se ha hecho popular y es muy útil para tratar de medir cómo perjudicamos a la atmósfera. Pero, ¿qué es realmente la huella de carbono y qué tiene que ver con el coche?
Qué es la huella de carbono
Uno de los grandes perjuicios que hemos producido a la Tierra tiene que ver con el calentamiento global, una consecuencia de la acumulación de gases de efecto invernadero.
Estos gases son expulsados por múltiples producciones industriales y prácticamente por toda la actividad humana. La radiación solar entra en la atmósfera y es reflejada por la Tierra. Sin embargo, la densidad de la atmósfera impide la salida de parte de esta radiación, que de nuevo vuelve a influir en la Tierra, contribuyendo a un recalentamiento.
Se llaman gases de efecto invernadero, porque se genera exactamente el mismo efecto que en un invernadero, donde la radiación entra y “rebota”, aumentando la temperatura del recinto a pesar de estar con temperaturas frías en el exterior.
La huella de carbono mide la cantidad de gases de efecto invernadero que una persona, empresa, o elemento producen durante toda su vida. Y eso implica tanto los gases producidos por acción directa como aquellos producidos por acción indirecta.
En esta cifra se incluyen gases como el CO2, el ozono, los óxidos de nitrógeno o los CFC.
La huella de carbono permite conocer de forma precisa el nivel de contaminación real, no solo el generado durante la actividad de una fábrica, o el uso de un producto, sino también todo lo necesario para que esto se pueda realizar, como la construcción o la producción de los materiales necesario.
La huella de carbono en los coches
En el caso de los coches, la huella de carbono es un elemento importantísimo. Durante mucho tiempo hemos analizado la contaminación de los vehículos de gasolina y diésel, que provocaban una situación crítica en núcleos urbanos grandes. Esto favoreció el impulso de los coches eléctricos. Sin embargo, tampoco podemos comparar unos con otros utilizando solamente las cifras de emisiones.
Si bien es cierto que un coche eléctrico no emite CO2 cuando circula, y que por eso llevan la etiqueta de Cero Emisiones, lo cierto es que sí contamina en su producción o desguace. Y es que tengamos en cuenta que la huella de carbono es relativa a todo el proceso de vida del coche, todo lo que afecta a la atmósfera en su paso por el planeta.
Lo más curioso es que un coche con una potencia similar genera unas 5-6 toneladas de CO2 en su fabricación, mientras que un coche eléctrico ronda las 13 toneladas.
Teniendo en cuenta una cifra de referencia de 200.000 km de vida útil para un vehículo, un Volkswagen ID.3 generaría en su fabricación una cifra de 13,7 gr/km de CO2, frente a los 7,1 gr/km de su equivalente en diésel y algo menos su equivalente en gasolina. Esto se debe principalmente a la contaminación generada en la producción de baterías de litio.
No obstante, la huella de carbono se equilibra e incluso mejora a lo largo de los años, debido a que el coche con motor de combustión emite gases cada vez que se desplaza. Además, la generación de combustibles fósiles también engrosa la huella de carbono de los coches con motores diésel o gasolina.
Las cifras finales teniendo en cuenta esto dejan como mejor opción a los coches eléctricos, con el Volkswagen ID.3 generado 28 gr/km de CO2, la versión diésel 31,2 gr/km y la versión de gasolina 37,5 gr/km.
El problema de la producción de electricidad
Eso sí, lo anterior son cifras medias de la situación actual, pero hay que tener en cuenta diferentes cosas. Aunque por lo general cuando hablamos de vehículos eléctricos siempre damos por sentado que son mejores que los vehículos con motor de combustión en lo que a contaminación respecta, hay que valorar cuánto nos cuesta generar la electricidad.
Si todo viniera de paneles solares, aerogeneradores y turbinas hidráulicas, producir electricidad sería algo bastante limpio. Sin embargo, la producción de electricidad a través de estas fuentes está muy limitada todavía. Y con los problemas de suministro energético que estamos teniendo en tiempos recientes producidos por la guerra de Ucrania y la situación con Rusia, hay que recurrir a las plantas de producción nuclear y a las plantas de producción térmica. No hace falta hablar de la huella de carbono que dejan estas, ¿verdad?
En el caso de las centrales nucleares, estas plantas emiten principalmente vapor de agua a la atmósfera, por lo que no nos preocupa tanto el daño directo que podamos hacer a la atmósfera. No obstante, deshacernos del uranio enriquecido es otro cantar. Y está por ver si las medidas tomadas hasta ahora son efectivas a lo largo del tiempo.
En el caso de las centrales térmicas, estas pueden ser de gas o de carbón. En ambos casos estamos contaminando una brutalidad.
Aunque es verdad que en una comparación directa podemos decir que 100 km recorridos con un coche eléctrico suponen un aprovechamiento de la energía mucho más eficiente que 100 km con un coche con motor de combustión, no es menos cierto que cuando hablamos de huella de carbono las cifras se acercan bastante si la electricidad tiene que ser generada en centrales térmicas.
El futuro será mejor… o debería serlo
Aun así, también hay motivos para ser positivos. Con el desarrollo que han tenido los motores de combustión a lo largo de los años, y los grandes avances que han conseguido los fabricantes al tratarse de una industria muy potente, podemos esperar que lleguen también más avances con el paso del tiempo en lo que a los motores eléctricos. El gran problema ahora mismo reside en la producción del litio, la forma de desechar las baterías, y la producción de electricidad. Pero es de esperar que al menos en alguno de estos aspecto se consigan mejoras de forma notable en los próximos años. Por ejemplo, los coches de pila de hidrógeno FCEV podrían ser solo uno de esos avances en el camino por lograr vehículos más limpios y eficientes.