Coloquialmente, hablamos de marchas largas para referirnos a la marcha más alta que engranada en nuestra caja de cambios nos permita circular con garantías. No podemos establecer una clasificación fija en la que una marcha será larga, y otra será corta, porque esta siempre va a depender de la velocidad a la que circulemos. Pero sí se entiende que 1ª y 2ª serán siempre las marchas más cortas, y 5ª y 6ª serán siempre las marchas más largas. Ahora bien, ¿Qué son exactamente las marchas largas? ¿Por qué la DGT te recomienda conducir tu coche con marchas largas? ¿En qué situaciones es aconsejable emplear marchas largas?
¿Qué son las marchas largas en tu coche?
Como os decíamos, las marchas más cortas son las más bajas de nuestro coche, 1ª y 2ª. Y las marchas más largas son – generalmente – las más altas, 5ª y 6ª. Cuanto más alta y más larga sea una marcha mayor será el rango de velocidades que podremos alcanzar, sin engranar una marcha superior, y sin reducir a la marcha inferior. No obstante, y sobre todo para el tema que nos ocupa, lo apropiado es hablar de marchas largas en una situación concreta, que siempre va a estar condicionada por la velocidad a la que circulamos y por la naturaleza del motor que emplea nuestro coche.
Cuando se recomienda el uso de marchas largas lo que se está haciendo es recomendar el empleo de la marcha más alta que permita que nuestro coche circule, sin ahogarse, sin calarse. No podemos establecer tampoco una tabla que establezca, generalmente, qué marcha larga se corresponde con rango de velocidades. Porque esto va a depender en gran medida de la mecánica que emplea nuestro coche y de la caja de cambios y sus relaciones.
Lo que sí sabemos es que la conducción empleando marchas largas es beneficiosa en ciertas situaciones, por ejemplo cuando la adherencia del asfalto se ve comprometida, o para buscar el máximo ahorro de combustible.
Cómo conducir un coche con marchas largas
Si queremos conducir un coche empleando marchas largas utilizaremos la primera únicamente para salir e iniciar el movimiento y engranaremos la segunda velocidad en cuanto podamos. En ocasiones, si nuestro coche lo permite, incluso intentaremos salir directamente en segunda. No recomendamos llevar a cabo esta práctica habitualmente, porque supone un sobreesfuerzo para el embrague y la caja de cambios que, a la larga, se traduce en averías (a menudo averías muy caras). Pero excepcionalmente, sobre todo para iniciar la marcha sobre nieve o hielo, puede resultarnos muy útil y recomendable. Al producirse un arranque más gradual, reduciremos el par transmitido a la rueda y por lo tanto el riesgo de perder tracción.
Para conducir con marchas largas lo que haremos es intentar engranar la marcha superior siempre que podamos y siempre que esta nos permita seguir ganando velocidad sin que el coche comience a ahogarse, presente un esfuerzo excesivo, o incluso llegue a calarse. Para engranar la marcha superior no esperaremos a que el cuentarrevoluciones llegue a la zona roja, sino que engranaremos la marcha superior – y más larga – cuanto antes.
El empleo de marchas largas con nieve, hielo…
Cuando las condiciones de adherencia del asfalto se han visto comprometidas, por ejemplo por una helada, o una nevada, lo más recomendable más allá del uso del neumático apropiado, o cadenas, es emplear marchas largas. Cuanto más larga sea una marcha, y a una misma velocidad, más gradual será la entrega del par en la rueda. Y eso necesariamente va a contribuir a que se minimice el riesgo de una pérdida de tracción, que nos lleve a quedarnos a atrapados o incluso a perder el control de nuestro coche.
Esa es precisamente la razón por la que recomendamos que, con nieve y hielo, si nuestro coche nos lo permite, lo ideal es iniciar la circulación con una marcha más larga de la que utilizamos habitualmente, intentar hacerlo en segunda velocidad, y no en primera.
El uso de las marchas más largas también es aconsejable en otras situaciones menos extremas, por ejemplo con lluvia, o al movernos por un terreno deslizante, con arena o barro.
El empleo de marchas largas y el ahorro de combustible
En cualquier caso, la conducción con marchas largas suele asociarse sobre todo con la conducción eficiente, con el ahorro de combustible. Al conducir empleando la marcha más larga, conduciremos también a regímenes de revoluciones más bajos y eso, naturalmente, supone un ahorro de combustible. La conducción con una marcha más larga también contribuye a mantener velocidades más constantes.
Pero también es muy importante recordar que no debemos conducir con marchas largas a cualquier precio. Que debemos evitar situaciones en las que, por emplear una marcha larga, el motor de nuestro coche trabaje forzado, y que la mecánica y la transmisión se vean sometidos a esfuerzos innecesarios. Situaciones contraproducentes en las que vamos a comprometer la durabilidad de los componentes de nuestro coche e incluso generar averías, como os explicábamos en un artículo en el que intentábamos desmontar el mito del «mágico» ahorro de usar la marcha más larga.
Incluso, en ocasiones os hemos recordado por qué es importante revolucionar más el motor de tu diésel, de vez en cuando, para garantizar el buen funcionamiento y la regeneración de los sistemas anticontaminación que emplean los motores de gasóleo modernos.
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