Comienza una semana en la que, naturalmente, la Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático marcará al actualidad. Se hablará de emisiones, de gases de efecto invernadero, de transición energética, de movilidad, de descarbonización y, en última instancia, del coche eléctrico. La transición hacia el coche parece imparable. A día de hoy la única certeza que tenemos al respecto es que el único futuro que le espera al automóvil es el coche eléctrico, prescindir de los combustibles fósiles. Ahora bien, no podemos ignorar que se trata de un camino lleno de incertidumbres, sobre todo al respecto de cómo y cuándo se producirá esa transición hacia el coche eléctrico. ¿Pero por qué acabarás con un coche eléctrico en el garaje?
El calentamiento global
A pesar de que aún hay muchos que nieguen la mayor y que a pesar de las evidencias científicas sigan defendiendo que el calentamiento global no existe y que, por lo tanto, no es una amenaza, la historia, y los avances de la humanidad, nos han enseñado por qué deberíamos prestar mucha atención a lo que nos cuentan muchos investigadores y a la llamada de atención que están lanzando a la opinión pública internacional. En cualquier caso, insistimos, deberíamos huir tanto de aquellos que se niegan a ver estas evidencias, como de cualquiera que se resista a reconocer que estamos ante un camino lleno de dificultades.
Insisto. La pregunta que hemos de hacernos no es si todos acabaremos conduciendo coches eléctricos, la pregunta está en el cómo y el cuándo. Para cualquiera que quiera documentarse al respecto del calentamiento global, las evidencias científicas que lo avalan, las consecuencias que ya está teniendo para la economía mundial y para la salud de las personas, y las consecuencias que podría tener si no se pone remedio, la propia página web de las Naciones Unidas puede ser un buen punto de partida.
La reacción contra la transición energética y el coche eléctrico
A pesar de la proliferación de movimientos de reacción en contra de este auge de la preocupación medioambiental, que muy probablemente serán cada vez más intensos, el avance hacia la descarbonización y por ende hacia el coche eléctrico es imparable, y una cuestión global. Ni tan siquiera los países económicamente más poderosos del mundo pueden detener ese avance. En el contexto de la Unión Europea, España no podría evitar la transición energética que ya se ha planteado en nuestro continente y, de hacerlo, las consecuencias económicas podrían ser fatales. España es, tras Alemania, el segundo productor de coches por volumen de la Unión Europea.
Más de un 80% de los vehículos que se fabrican en España son exportados y la mayoría de las exportaciones van destinadas a la Unión Europea. Francia, por ejemplo, importa prácticamente una quinta parte de los vehículos que se exportan en España cada año.
Como decíamos, ni tan siquiera las grandes potencias mundiales pueden detener esta transición. El margen con que cuentan países como China o Estados Unidos se limita a manejar el cómo y el cuándo. Aunque el líder en penetración del coche eléctrico sea Noruega, hay algunos datos acerca de China que nos parecen tremendamente interesantes.
China es, con diferencia, el mayor emisor de CO2 del mundo. China es, con diferencia, el mayor productor de coches eléctricos del mundo (We Forum). En 2018 se vendieron más de 1,2 millones de coches enchufables (completamente eléctricos e híbridos enchufables) en China. Una cifra que sigue representando una pequeña parte de un mercado gigantesco. Pero espectacular si tenemos en cuenta que a finales de 2018 el parque circulante mundial de eléctricos era de algo más de 5 millones de coches y que a finales de 2017 esa cifra era de apenas 3 millones.
La mitad de los coches eléctricos en circulación en todo el mundo están en China (IEA).
El coche eléctrico: cuándo
Es evidente que en el contexto internacional el avance del coche eléctrico ya es imparable. Pero bajamos a la tierra, a la economía de las familias, al contexto local, y es entonces cuando surgen más dudas al respecto del coche eléctrico. El comprador se pregunta necesariamente cuánto cuesta el coche eléctrico y cómo va a cargarlo. Obviando un tema que, necesariamente es importante, como el del coste por kilómetro, la compra de un coche eléctrico sigue siendo más cara que la de su equivalente de combustión interna. Una buena parte de los conductores en España no dispone de garaje. La red de cargadores públicos sigue siendo insuficiente.
Todas estas cuestiones hacen que a día de hoy seamos muy cautos a la hora de recomendar a nuestros lectores, a nuestros familiares, o a nuestros amigos, la compra de un coche eléctrico, salvo que sus circunstancias sean las idóneas para dar este paso.
Imágenes del Nissan Leaf.
En el futuro, no obstante, el precio del coche eléctrico necesariamente tendrá que abaratarse, por el propio avance tecnológico. El coste por kilómetro del coche eléctrico, por otro lado, será cada vez más favorable respecto a la combustión interna, ya sea por la presión fiscal de esta última o, de nuevo, por el abaratamiento que vivirá la tecnología del coche eléctrico por los propios avances tecnológicos. La red de cargadores, por otro lado, también ha de crecer, para satisfacer las necesidades de recarga del día a día y para facilitar los desplazamientos de larga distancia. Pero evidentemente todo esto tiene un coste.
El coche eléctrico: cómo
Una de las preguntas clave que hemos de hacernos al hablar de transición energética y coche eléctrico es cómo se llevará a cabo este proceso y cuál será su coste social, y económico. La responsabilidad de nuestros gobernantes en los próximos años pasará por minimizar los costes sociales y económicos de una transición que se antoja compleja y costosa. Desconfiemos de cualquier que nos diga lo contrario y proponga soluciones rápidas y sencillas.
Nuestros gobernantes han de dar respuestas a preguntas muy importantes y necesarias. ¿Cómo se preparará nuestra industria? ¿Quién sufragará el coste de dotar a nuestras ciudades y carreteras de una infraestructura de carga? ¿Cómo se democratizará el coche eléctrico? ¿Cómo se evitará el agravio a aquellos conductores que no dispongan de una situación económica holgada para cambiar de coche?
Ni tan siquiera tenemos respuestas firmes al respecto de un tema tecnológico que ya debería estar superado. ¿Serán los eléctricos a baterías la única opción, o al menos la predominante? ¿No deberían ponerse incluso mayores esfuerzos para apoyar a la pila de combustible, al coche de hidrógeno, que bien podría adaptarse mejor a los hábitos de uso que ya tenemos los conductores, y a la infraestructura de suministro de combustibles de que ya disponemos?
Imágenes del Volkswagen ID.3.
Como os decimos, tendrían que producirse acontecimientos dramáticos en la economía mundial para que la transición energética no se lleve a cabo, en los próximos años, y en las próximas décadas. Mucho tendrían que cambiar las cosas para que no lleguemos a un punto en el que hayamos dejado de conducir coches con motor de combustión interna. Conduciremos eléctricos o no conduciremos.
Acabarás conduciendo un coche eléctrico porque será la opción más económica y la combustión interna será, sencillamente, inviable. Acabarás conduciendo un coche eléctrico porque no habrá más opciones. Acabarás conduciendo un coche eléctrico porque podrás hacerlo, podrás permitirte su compra, tendrás donde cargarlo, e incluso podrás hacer viajes de largo recorrido.
Pero la clave de este proceso que ya se ha iniciado sigue siendo la misma y ahí residen las preguntas que hemos de hacer a nuestros gobernantes, máxime en un momento como este, el de la Conferencia de la ONU sobre Cambio Climático, en el que todos querrán sacar pecho. Tenemos que preguntar a nuestros gobernantes cómo y cuándo van a llevar a cabo la transición hacia el coche eléctrico.