Echamos de menos esa época dorada en la que las decisiones automovilísticas más alocadas, innecesarias pero encantadoras tenían forma, tales como el incombustible Renault Clio V6 o el coche que hoy nos ocupa, el Sbarro Super Eight. No, seguramente este nombre no os diga demasiado, pero permitid que os presente al compacto más radical, vitaminado y exclusivo del mundo, epítetos que se gana después de esconder en sus entrañas un V8 de origen Ferrari, estar basado sobre el 308 GTB y que tan solo exista el ejemplar que ilustra este artículo. Permitid que os presente al Renault Clio V6 «de» Ferrari.
Bien es cierto que lo más parecido que ha tenido la firma italiana a un compacto -y salvando mucho las distancias- han sido los FF y GTC4Lusso, por lo que aunque el Sbarro Super Eight no sea al uso un Ferrari, cumple mejor la misión de ser el compacto de la marca. Pero para conocer su historia debemos remontarnos al Salón de Ginebra de 1982, acontecimiento en el que Franco Sbarro presentó a su criatura, el Super Eight.
Sbarro Super Eight, el Clio V6 de Ferrari que se convirtió en el compacto más exclusivo
No era la primera vez que el diseñador suizo jugaba con un compacto, hazaña que ya había llevado a cabo con el Super Twelve. Si el Super Eight ya es en sí una ida de olla, su predecesor fue lo más cercano a rozar la locura en lo que a concepción de compactos se refiere. Construido sobre un chasis tubular y con carrocería de fibra de vidrio, el Super Twelve redondeaba la fórmula al unir dos motores de seis cilindros de origen Kawasaki que desarrollaban 250 CV para 800 kilos.
Sin embargo, la complejidad de este primer intento provocó que Sbarro siguiese adelante con el compacto «de» Ferrari. Para concebir al más «sensato» Super Eight, el carrocero recurrió a un Ferrari 308 GTB como punto de partida y, por supuesto, a su motor. La carrocería del Super Eight fue confeccionada por medio de fibra de vidrio, ideada para contener el peso y, pese a que la base es la del deportivo italiano, las formas se modificaron considerablemente tras pasar por Sbarro.
El frontal cambió radicalmente al adoptar unos faros rectangulares y custodiarlos tras una rejilla, mientras que el lateral se ensanchaba con unos voluminosos pasos de ruedas adaptando también las entradas de aire, ideadas para refrigerar al V8. La zaga daba cobijo a una cuádruple salida de escape que no solo acompaña con una pegadiza banda sonora, sino que aporta esa agresividad tan característica.
Pero el punto álgido de esta exclusiva y magnífica creación de Sbarro residía en su apartado mecánico. El V8 de 2.9 litros en posición posterior longitudinal producía 240 CV y 260 Nm de par, cifras que se enviaban única y exclusivamente al eje posterior y se gestionaban por medio de una deliciosa caja manual de rejilla de cinco relaciones. Y si a ello le sumamos la falta de ayudas a la conducción y la batalla tan corta del Sbarro Super Eight, nos encontramos, con casi toda seguridad, con un coche nervioso que no perdonará a las manos inexpertas.
Pero eso tampoco va a ser un problema, ya que no es un coche para todos los públicos dado que tan solo existe un ejemplar en el mundo que se vendió hace unos años por 155.000 euros y con tan solo 27.000 kilómetros en el odómetro. ¿El compacto más exclusivo del mundo? Puede, pero lo que sí que es seguro es que el Sbarro Super Eight es un coche muy especial.
Imágenes: Speed 8 Classics