En los últimos días leíamos diferentes artículos que, desde el titular, destacaban la caída que se está produciendo en las ventas de coches nuevos (es un hecho), e incluso encontraban culpables, como la inestabilidad política, o el Gobierno y sus decisiones. Más allá de interpretaciones políticas, cualquier análisis profundo que se pueda hacer en esta materia resulta especialmente importante en un momento en el que se avecinan cambios normativos importantes, decisiones que se toman en Europa que nos afectarán y ante las cuales un país como el nuestro no puede permanecer ajeno y, aún más crítico, situaciones complejas para un sector importante para la economía del país, como es el de la automoción, que podrían poner en riesgo miles de empleos. Ahora bien, ¿quién está haciendo que caigan las ventas de coches?
Un hecho: las ventas de coches están cayendo
Para entender esta reflexión lo primero que hemos de hacer es dirigirnos a la fuente original, en este caso el Banco de España. Remitiéndonos a su informe, basado en datos proporcionados por ANFAC y el Instituto Nacional de Estadística, el Banco de España constata la caída de las matriculaciones de coches y también la correlación existente entre este y la caída de la venta de bienes de consumo duradero que se está produciendo desde 2018.
El hecho de que también estén cayendo las ventas de otros bienes de consumo duradero, a la vez que las matriculaciones, se puede explicar, según este mismo informe, por un factor común como podría ser el «agotamiento de la demanda embalsada durante la crisis o el incremento de la incertidumbre macroeconómica global». Pero resulta razonable buscar otras explicaciones, porque la caída de las matriculaciones es más acusada que la experimentada en otros bienes de consumo.
Cuánto caen las ventas de coches
Aunque no podamos situarnos en un escenario hipotético, estimar sus ventas y, regresando al escenario actual, calcular cuantas matriculaciones no se han producido, sí que podemos realizar una estimación para saber cuantos coches han dejado de venderse en los últimos años y obtener un factor denominado «pérdida de matriculaciones». Su validez, en cualquier caso, siempre es discutible, en tanto en cuanto se basa en la diferencia de las matriculaciones que se habían previsto en julio de 2018, y las que realmente se han producido.
En cualquier caso, sí que debería ser una estimación válida para analizar dos cuestiones complementarias: por qué no se han vendido los coches que se habían estimado inicialmente y, por lo tanto, por qué se han «perdido matriculaciones» o, por otro lado, por qué se habían estimado esas matriculaciones en julio de 2018, y a la vista de los resultados que se han producido, no se han cumplido las previsiones.
El análisis del Banco de España cuantifica en alrededor de 150.000 coches los que han dejado de venderse desde el verano de 2018. Si únicamente fijamos la atención en la caída de las matriculaciones reales sobre el año anterior y no sobre estas estimaciones, la caída de matriculaciones en 2019, en comparación con las de 2018, sería inferior a los 80.000 coches.
Quién hace que caigan las ventas: ¿el Gobierno o la prensa?
Pero el análisis más interesante del informe del Banco de España lo encontramos en un último factor, denominado «incertidumbre regulatoria». Este factor pretende conectar decisiones políticas, de alcance local, nacional y europeo, con la pérdida de matriculaciones. Hablamos de decisiones como la entrada en vigor de Madrid Central, su moratoria y otras zonas de bajas emisiones, como la de Barcelona; también de la entrada en vigor del WLTP y las elecciones.
Y ciertamente, se aprecia una correlación entre el ascenso de la pérdida de matriculaciones y el factor «incertidumbre regulatoria». ¿Pero cómo se calcula el factor de «incertidumbre regulatoria»? El Banco de España ha diseñado una métrica tan interesante como polémica. Se trata de un índice de artículos en prensa nacional impresa, y más concretamente en siete periódicos españoles, en los que aparecen palabras clave como «diésel y gasolina», «coches eléctricos», «restricciones de tráfico», «Madrid Central» o WLTP.
Si quisiéramos ser rigurosos, nuestro análisis periodístico del informe del Banco de España podría recibir un titular que culpase a la prensa del desplome de las ventas de coches. Como hemos visto en este artículo habría que poner en duda tal posibilidad pero, sin duda, sería mucho más próximo a la realidad del informe que culpabilizar al Gobierno.
El papel del Gobierno en la incertidumbre regulatoria
En cualquier caso, ni el citado informe, ni este artículo, pretenden en ningún caso exculpar al Gobierno y ocultar el papel que ha jugado para la industria y el mercado del automóvil en los últimos años. Como os decíamos, el mercado ha estado alterado, y aún más lo estará en los próximos años, por decisiones políticas que no siempre están en manos de las autoridades locales y, ni tan siquiera, las autoridades nacionales. El mejor ejemplo lo encontramos en la situación de Madrid Central, en la llegada al consistorio de un equipo que ganó las elecciones anunciando la retirada de las restricciones, y en cómo tuvieron que afrontar que estas debían mantenerse, aunque fuera bajo otro nombre.
La situación del WLTP, que provocó un incremento espectacular de las matriculaciones antes de su entrada en vigor, para que estas cayeran durante los siguientes meses, sigue un patrón parecido. Como también sucederá con otras muchas medidas, que no estarán exentas de polémica, que vendrán impuestas por decisiones tomadas en Bruselas.
No obstante, sí sabemos cómo ha aumentado la incertidumbre regulatoria y, por lo tanto, como reducir el problema. Sabemos que demonizar una tecnología como el diésel y vaticinar su fin – cuando no hay un plan alternativo – no ayuda, de hecho necesariamente ha debido hacer mucho daño a las ventas de coches con motor de gasóleo. Las acciones, o inacciones, de nuestros políticos, tienen consecuencias directas y en ocasiones inmediatas, que afectan a la industria, y a los consumidores.
Sabemos que enviar globos sonda, que hablan de subidas de impuestos, o restricciones al tráfico, y dejar que se filtren anteproyectos de ley, tampoco ayuda a vencer esa incertidumbre regulatoria. Sabemos que esta situación únicamente aumenta la desconfianza de los compradores que, en la medida de lo posible, dilatan el proceso de decisión de compra y prefieren seguir con su viejo automóvil. Sin duda, esta situación contribuye a aumentar la incertidumbre.
Una incertidumbre que únicamente podría resolverse presentando definitivamente un proyecto de futuro, con plazos, que proporcione seguridad jurídica y alternativas a los actuales propietarios de automóviles y a los que se encuentran en proceso de decisión de compra, y la garantía de que el plan no se va a revertir o endurecer con la llegada de un nuevo Gobierno.