La situación del diésel sigue siendo uno de los asuntos más importantes para la industria, para compradores y propietarios de coches y para la sociedad, en general, que ha de asumir una época de grandes retos, y cambios que afectarán al modelo energético, la movilidad, y la economía de los países desarrollados. Por si no fuera poco, en los últimos años hemos asistido a varios procesos electorales, en los que el diésel también ha estado presente, y ahora encaramos un proceso de incertidumbre, después de la pandemia vivida por la propagación de la COVID-19. De manera que este es un buen momento para recapitular la situación actual, y hablar acerca de lo que debes saber si tienes un diésel, o estás pensando comprar uno. Vamos a analizar todo ello con un breve resumen a la actualidad acerca del diésel.
La situación actual del diésel
Hace cinco años se destapaba el escándalo de los diésel de Volkswagen y la sociedad tomaba consciencia de que los diésel no eran tan limpios como nos habían contado. Actualmente, aún hay decenas de millones de diésel en Europa que emiten mucho más de lo que nos habían contado. Eso nos ha llevado a que muchas ciudades europeas restrinjan el tráfico a los coches, sobre todo los diésel más antiguos.
En España el caso más controvertido es, sin duda, el de Madrid Central / 360, que también establece restricciones a los coches de gasolina más antiguos, y facilita el acceso a híbridos, bifuel, y eléctricos.
Cuando más muerto parece estar el diésel, Audi ha lanzado sus nuevos deportivos de la gama S con motor diésel, y Mercedes-Benz un diésel híbrido.
El diésel sufre el declive, pero siendo necesario
Mientras tanto, las ventas de diésel siguen cayendo y eso está dando alas a opciones como el renting y los coches a GLP. La cuota del diésel ha caído, y ahora supone poco más de una cuarta parte del mercado (un 27,9% en todo el año pasado).
Mientras tanto, el eléctrico sigue siendo una opción inviable para muchos conductores, ya sea por el precio de compra del coche el eléctrico nuevo, o por la problemática de la recarga de baterías, con una infraestructura insuficiente, y muchos conductores que carecen de garaje. Como consecuencia de ello, las emisiones medias de CO2 de coches nuevos ascienden. Y si bien es cierto las arcas públicas están aumentando su recaudación, por el Impuesto de Matriculación, es evidente que la crisis del diésel, y el declive de sus ventas, juega en contra de los objetivos de descarbonización suscritos por los miembros de la Unión Europea.
Nos atreveríamos a decir que esto invita a pensar que el diésel no va a desaparecer ni en el corto, ni en el medio plazo, y que muchos gobernantes tendrán que frenar su persecución, si bien es cierto la prioridad, y el mayor empuje institucional, llegará con toda seguridad al coche eléctrico.
Ahora bien, analicemos la situación en España. Durante los procesos electorales del año pasado, os hablamos de lo que para nosotros fue la «tregua al diésel». Pero a pesar de que el Gobierno aparcó durante un tiempo el debate acerca del fin de la combustión interna, la subida de impuestos al diésel, o las restricciones al tráfico, y prefirió no aprobar estas medidas tan controvertidas por la fórmula del Real Decreto-Ley, la victoria de Pedro Sánchez, la conformación del Gobierno de coalición, y la necesidad de dar un respiro a las arcas públicas, que estos días están más tocadas que nunca, por la inversión que está requiriendo enfrentar la crisis de la COVID-19, nos hacen pensar que pronto volverán a debatirse todas estas medidas.
También se espera la aprobación de otras medidas, como la obligación de implantar restricciones al tráfico – al más puro estilo Madrid Central – en ciudades de más de 50.000 habitantes, y no deberíamos descartar que se ponga fecha final – aunque dentro de varias décadas – al motor de combustión interna.
Por último, las elecciones municipales de 2019, y la propuesta de revocar las restricciones de Madrid Central, nos han llevado a recordar que la capacidad de un ayuntamiento para eliminar una medida como esta es realmente reducida. Reducida, en tanto han sido medidas como Madrid Central las que han evitado importantes sanciones de la Unión Europea por contaminar por encima de los umbrales establecidos en los compromisos comunitarios. Y en tanto revocar un plan de restricciones como Madrid Central podría convertir a España en el objetivo de las iras de la Comisión Europea, y ser objeto de sanciones millonarias, de las que estamos convencidos ningún político querría ser responsable ante la opinión pública.
Imágenes del nuevo SEAT León que se lanzará en 2020:
COVID-19: respiro al diésel, o aún más presión
¿Habrá subida de impuestos al diésel?. Ese era el plan hasta hace unas semanas. La duda ahora es cómo afectará la crisis de la COVID-19 a una medida que, por un lado, es altamente impopular, y afecta al bolsillo de la ciudadanía pero, por otro lado, sería una fuente de recaudación nada desdeñable. Pensar que esta crisis evitará que sigan adelante medidas que, por otro lado, la Unión Europea viene demandando desde hace tiempo, puede resultar un tanto ingenuo. Es más, deberíamos decantarnos hacia la idea de que el objetivo de equiparar impuestos para diésel y gasolina podría estar más cerca que nunca.
Por otro lado, la clave está en Europa. La Unión Europea no va a acelerar el fin del diésel, pero en ningún caso va a paralizar, o retrasar, los objetivos de descarbonización que se han propuesto antes de la crisis sanitaria. En diferentes entrevistas que ha llevado a cabo en los últimos días, la propia Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, ha afirmado que la crisis sanitaria, y la crisis económica que viviremos como consecuencia de ella, no van a paralizar sus objetivos de reducción de emisiones. De hecho, también se ha posicionado a favor de que esta crisis acelere todos estos cambios y fortalezca Europa, de cara a afrontar los restos más importantes que nos plantea el futuro.
Dicho lo cual, el diésel sigue siendo una opción válida, de presente, y lo seguirá siendo en el futuro más próximo. El diésel va a seguir en el mercado, y en la calle, por muchos años. Pero por otro lado hemos de ser muy conscientes de que el futuro, necesariamente, es del coche eléctrico. Y de que todas las medidas que se han ido tomando en los últimos años que, de alguna forma, han acotado el espacio del diésel, y han hecho menos rentable el gasóleo, no se van a paralizar por la crisis sanitaria y económica que atravesamos y que atravesaremos en los próximos años.
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