Pudiera parecer que los crossover son un nuevo concepto de coche, a camino entre el todocamino y el coche tradicional. Pero realmente han existido crossovers desde el pasado siglo, mucho antes incluso de los años ochenta. En este artículo queremos hablaros de un coche muy peculiar, un coche que quizá no conozcáis. El Volkswagen Golf Country, un proto-crossover que podríamos considerar el abuelo del Volkswagen T-Roc. Era un Volkswagen Golf con más altura libre al suelo, capacidades todoterreno y tracción total. Un coche muy interesante del que os queremos contar su historia.
La cabra tira al monte
Esta historia comienza en el Salón de Ginebra del año 1989, donde Volkswagen presenta un prototipo llamado Golf Montana. El coche era prácticamente un Golf Country de producción y la acogida de prensa y público fue tan buena que Volkswagen decidió producirlo en serie. Era, literalmente, un Volkswagen Golf de cinco puertas transformado en un todoterreno. Tenía todo lo que un todoterreno debía tener: defensas reforzadas, protecciones para sus bajos, una rueda de repuesto montada en el portón trasero y una estética juvenil y desenfadada. Era lo más parecido a un 4×4 de verdad que tenía Volkswagen en la época.
La clave de todo este conjunto no era otra que la tracción total Syncro. Un sistema que el Volkswagen Golf de segunda generación había estrenado en el año 1987. Una tracción total no permanente, que mediante un acoplamiento viscoso central era capaz de enviar hasta el 48% de la potencia al tren trasero en condiciones de baja adherencia. No se podía bloquear el diferencial central, no había modos de conducción – era el año 1989 – y el coche no tenía reductora, pero gozaba de una altura libre al suelo excelente: 21 centímetros – la misma que un Toyota Land Cruiser moderno, curiosamente.
Esta altura libre al suelo era más de 10 cm superior a la de un Volkswagen Golf convencional y permitía superar muchos obstáculos fuera del asfalto. El factor limitante tampoco eran sus ángulos off-road o su peso, era su ausencia de bloqueos y reductora. Dentro, el coche era como cualquier otro Golf, pero se le equiparon asientos Recaro y un volante más deportivo para diferenciarlo ligeramente de otros Volkswagen Golf. A nivel mecánico, estos coches montaban un motor 1.8 de inyección y 98 CV de potencia. Un motor sencillo que permitía unas prestaciones modestas, pero en absoluto impresionantes.
El 0 a 100 km/h demoraba 12,3 segundos y la velocidad punta era de solamente 155 km/h. 50 unidades del Golf Country montaban el motor 1.8 PB de 112 CV de los Golf GTI: llamadas Wolfsburg Edition fueron solo adjudicadas al equipo de ingenieros encargado del proyecto. El Volkswagen Golf Country se vendió en diferentes versiones – Country Chrompaket y Country Allround, además de la versión «convencional» – pero no pudo ser considerado un éxito comercial. Quizá el problema era su precio, hasta un 30% más alto que el de un Golf convencional. El Country no cumplió sus objetivos de venta, siquiera se quedó cerca.
Se iban a fabricar unas 15.000 unidades, pero la producción se quedó en 7.735 coches. Si a ello le unimos una producción cara y subcontratada, estaba claro que el Country no iba a ser renovado para la tercera generación del Volkswagen Golf. El Golf no volvió a coquetear con el todoterreno, pero ha seguido teniendo versiones de tracción total desde entonces.
Hoy en día, el Volkswagen Golf Country es un youngtimer exótico, escaso, y muy buscado.