Desde que tengo uso de razón me han gustado los coches. Cuando de pequeño devoraba revistas de coches siempre me sorprendía que los coches alemanes más potentes y exclusivos tuviesen una velocidad punta de «sólo» 250 km/h, mientras que deportivos italianos y americanos eran más rápidos. Solía pensar que era el límite de velocidad en Alemania, y por ley no podían ir más rápido. La realidad es diferente, pero no van tan alejada de esta intuición de niño. En este artículo os contamos por qué los coches alemanes están limitados a 250 km/h, y por qué unos pocos afortunados escapan a esta excepción.
Todo comenzó en los años 70, cuando en Alemania se inició un fuerte movimiento político en favor de la ecología y el medio ambiente. El Partido Verde alemán alegaba que la contaminación del país se evitaría si se introdujesen límites de velocidad en las Autobahn, donde se podía circular a la velocidad que el conductor estimase prudente en sus tramos sin restricciones. Aunque la medida no salió adelante, los grandes fabricantes alemanes tomaron nota del pulso político de la época, y comenzaron a cavilar alternativas y planes de contingencia.
Una década después, los coches alemanes eran mucho más potentes y rápidos que a finales de los 70. A finales de los años 70, coches como el Mercedes 450 SEL 6.9 – un auténtico buque insignia de 286 CV de potencia – del año 1977 apenas superaban los 230 km/h. En 1985, un BMW M5 E28 ya tenía una velocidad máxima de 245 km/h, y cualquier coche convencional podía superar con calma los 150 o 160 km/h. El número de coches no hacía más que aumentar, y tanto fabricantes como gobierno temían un alarmante incremento en la mortalidad en carretera.
La correlación entre velocidad y mortalidad se consideraba un dogma, y de hecho, motivó a la industria automovilística de Japón a limitar voluntariamente la velocidad máxima de sus coches a 180 km/h. En el año 1987, Mercedes, BMW y el Grupo VAG (Volkswagen-Audi) firmaron un pacto de caballeros en el que se comprometían a limitar a 250 km/h la velocidad máxima de sus vehículos. Este acuerdo voluntario fue avalado por el Gobierno alemán, que valoró positivamente el compromiso y actitud de la industria automovilística.
Si me permitís ser el abogado del diablo, y leer un poco más allá de la versión oficial, no lo hicieron por altruismo o por responsabilidad social. Lo hicieron por cubrirse las espaldas ante un potencial aumento en la mortalidad en carretera y las presiones por parte de los partidos ecologistas y la opinión pública. De paso, evitaban la introducción de límites de velocidad en la Autobahn y minimizaban los efectos de una escalada de potencia sin control en sus vehículos, fruto de una competición sin sentido por la mayor velocidad punta posible.
Se cree que el primer vehículo en tener su velocidad punta limitada a 250 km/h fue el exclusivo BMW 750iL, lanzado al mercado en 1988 y equipado con un novedoso motor de doce cilindros, con 5,0 litros de cubicaje y 300 CV de potencia. La velocidad punta se limitaba por electrónica, al igual que se sigue limitando hoy en día. No obstante, algunos coches la limitan por GPS, por lo que en la instrumentación podemos llegar a ver velocidades de más de 270 km/h a causa del margen de error del velocímetro. Obviamente, nunca se superan los 250 km/h reales.
¿Por qué algunos coches alemanes sí superan los 250 km/h?
Te estarás preguntando, por ejemplo, por qué ningún Porsche tuvo su velocidad punta limitada. Simplemente, no entraron en el pacto de caballeros acordado en el año 1987. Como fabricante de coches deportivos, chocaría con su imagen de marca ofrecer vehículos con una velocidad punta limitada. Además, en aquella época únicamente fabricaban los Porsche 911 y Porsche 944, con un volumen muy inferior al actual. No obstante, ahora te preguntarás por qué coches como el Audi R8 V10 o el Mercedes-AMG GT no están limitados de serie a 250 km/h.
Estamos antes un claro caso de «a Dios rogando y con el mazo dando». Algunos coches no se limitan a 250 km/h, quizá interpretable como acto de rebeldía, pero realmente se trata de puro márketing. Aunque un Audi RS7 Sportback no puede ir a más de 250 km/h, un Audi R8 V10 plus llega a los 330 km/h. No quedaría bien que todo un Audi R8 fuese 70 km/h más lento que un McLaren Artura o un Ferrari F8 Tributo. Lo mismo ocurre con algunos Mercedes-AMG y los Audi con el apellido «plus», carentes de limitador de velocidad.
BMW sí tiene una política más estricta, e incluso los BMW M8 Competition – cuyo motor tiene 625 CV de potencia – está limitado por electrónica a 250 km/h. Esta diferencia de políticas ha llegado a producir situaciones paradójicas, como que por ejemplo, un SEAT León Cupra 290 pudiera adelantar en plena Autobahn a un BMW M8, cuyo precio es cuatro veces superior. Por supuesto, el SEAT circulaba a su límite y el BMW a una velocidad de crucero más tranquila, en términos relativos. Esta situación ya ha sido remediada: SEAT y CUPRA, parte del Grupo Volkswagen, ya han limitado a 250 km/h la velocidad punta de sus coches.
Por si os lo estábais preguntando, marcas como Audi, BMW o Mercedes diseñan sus coches para ir más rápido. De hecho, ofrecen en muchos vehículos la opción de eliminar el limitador de forma totalmente oficial. En caso contrario, cualquier preparador eliminará la niñera electrónica del coche por unos pocos euros, y en muy poco tiempo. Lo que se logra con los limitadores es un efecto disuasorio: quieren que el cliente se lo piense dos veces, y que valore los riesgos de explorar la velocidad máxima de su coche.
El coche puede ir más allá de los 250 km/h, pero debe estar en plena forma mecánica, y se debe vigilar muy de cerca la presión de los neumáticos, así como el estado de las suspensiones del coche. Debes sopesar los riesgos. Además, debe ir calzado con neumáticos con un código de velocidad adecuado, que el coche podría no calzar de serie. Por el momento, la industria no tiene intención de romper este pacto, de por sí bastante flexible. Y no, la velocidad de las Autobahn sigue sin estar limitada.