No hay demasiados coches eléctricos a la venta en nuestro mercado. No obstante, el Th!nk City de origen noruego es el más vendido con diferencia, y a nivel mundial gozaba de supremacía hasta la llegada del Nissan Leaf. Actualmente Th!nk se encuentra en suspensión de pagos en Noruega, a espera de un rescate por parte de algún inversor, aunque hay muchos distribuidores a lo largo y ancho del mundo que tienen unidades disponibles para su venta. Hemos probado uno para vosotros.
Lo hemos podido hacer gracias a Going Green, que es su distribuidor para España, y también distribuidor de otros vehículos como las scooter eléctricas de Vectrix. Dicho sea esto, pasemos al coche en sí. Es un utilitario muy pequeño, mide sólamente 3,14 metros de largo y parece más un cuadriciclo ligero que un turismo matriculado como tal, y capaz de superar los 100 km/h. A continuación vamos a repasar su diseño y la habitabilidad de sus dos plazas. Hay a la venta una versión con dos plazas adicionales de pequeño tamaño.
Un pequeño sapillo eléctrico
El Th!nk City es un coche muy pequeño, con un aspecto que realmente no enamora, pero que es pasable en un coche eléctrico de primera hornada, sin irnos a proyectos más desarrollados basados en turismos compactos, como sí es el caso del Nissan Leaf. El Th!nk City tiene una carrocería de plástico, con un frontal corto donde sobresalen dos ópticas redondas de gran tamaño. El capó es muy corto y hay unas pequeñas tomas de aire para la poca refrigeración que requiere el motor eléctrico.
De perfil se ve que es un coche mucho más pequeño de a lo que estamos acostumbrado, con las puertas ocupando prácticamente toda la superficie lateral y un diseño muy simplista. Las llantas son de 14 pulgadas, también con un aspecto simple. En los pasos de rueda hay unos catadióptricos reflectantes, uno de ellos estaba roto por algún golpe que el coche debió de sufrir. Como curiosidad, el Th!nk City sólamente tiene un limpiaparabrisas delantero, del que os hablaremos en la segunda parte.
En la parte trasera del coche hay un portón muy espartano de cristal que guarece el espacio del maletero, pero no hay ninguna cortinilla o bandeja que proteja el contenido: todo es visible desde el exterior, desde la compra del Mercadona a la televisión plana que acabamos de comprar. Las ópticas traseras son pequeñas, y redondas, como las modulares que podemos encontrar en algunos carrozados de autobús. En el cristal se ha imprimido el modelo del que se trata, un Th!nk City.
Habitáculo pequeño y espartano
Subrise al interior del Th!nk City requiere hacer un reseteo mental. Es inferior a cualquier utilitario a la venta en el mercado, pero hay que recordar que estamos en un eléctrico en el que el principal componente de coste son las baterías y motor eléctrico. Dicho esto, es imposible obviar que los materiales empleados en su construcción son pobres, los ajustes son flojos en muchos casos y los acabados son más propios de un coche coreano de los años 80, sin caer en prejuicios.
Me acomodo en el asiento del conductor, que sólo es regulable de manera longitudinal. La posición de conducción es bastante alta, ya que vamos sentados sobre el pack de baterías del coche. El asiento tiene unas dimensiones correctos y admite sentar a adultos de talla alta sin que se sientan incómodos, ya que tenemos mucho espacio disponible para las piernas y desde la cabeza al techo. La forma de la consola central hace que las piernas no la toquen.
El ajuste del volante hace que tendamos a ir con las piernas relativamente estiradas con respecto a otros coches. Tiene ajuste en altura y profundidad. Los dos pasajeros van a ir muy juntos porque el coche mide sólamente 1,66 metros de ancho. La consola central es muy sencilla, con los testigos de funcionamiento del coche y el cambio automático presidiéndola por debajo de los aireadores centrales. Bajo la misma, el equipo de infoentretenimiento y los controles de climatización.
El botón de los warnings queda muy bajo, al igual que los elevalunas, montados junto a la enorme palanca de cambios. La instrumentación sólo tiene un potenciómetro, un medidor de carga restante y un velocímetro. Se echan de menos un indicador de consumo, un medidor de autonomía restante, vaya, un ordenador de a bordo. Aunque en las puertas no hay hueco para objetos, en el salpicadero hay una repisa en la que caben multitud de objetos, atravesando el coche de lado a lado.
Dicho sea esto, en ese mismo espacio ha de ir la documentación y objetos de valor del coche, porque no tiene guantera.
Mucho espacio para carga visible
Como habíamos comentado, el maletero del Th!nk City no tiene cortinilla o bandeja para proteger los contenidos y eso limita las cosas que podemos dejar en el mismo, por miedo a robos. Sin embargo, tiene 110 centímetros de ancho y 82 centímetros de alto con unas dimensiones perfectamente regulares, por lo que es apto para cargar grandes objetos. Y en un coche tan pequeño parece ideal para un profesional que tenga que hacer muchos desplazamientos urbanos, como un electricista o un fontanero.
Próximamente, más.
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