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El vehículo del futuro: Morris Mini de 1959. Conceptos básicos de movilidad urbana

El Austin 7even, también comercializado como Morris Mini Minor en 1959 sigue encerrando, medio siglo más tarde, las claves del vehículo urbano ideal. Intentaremos analizar las premisas de la futura movilidad urbana partiendo del análisis de este concepto intemporal.

El Mini pretendía ser una propuesta estrictamente lógica de transporte. Sus premisas son: mínima masa desplazada, mínimo espacio ocupado, mínima complejidad, mínimo coste para desplazar a 4 ocupantes y diversión de conducción. En los últimos 50 años, nos hemos ido alejando de estas premisas lógicas en diferentes direcciones (según las modas) pero, utilizando las palabras de su creador Sir Alec Issigonis «fashion dates, but logic is timeless» (la moda pasa, pero la lógica es intemporal).

Situado en su contexto histórico, como tantas otras cosas, el Mini es el resultado de una crisis (la Crisis de Suez) y del subsiguiente racionamiento de la gasolina en Gran Bretaña. Puesto que en el momento presente se buscan alternativas al petróleo, es muy posible que algunas de las respuestas que entonces se dieron al problema sigan estando vigentes.

La importancia de la masa desplazada

Para reducir el consumo de cualquier vehículo lo primero que deberíamos intentar es reducir su masa total. No importa que sea una bicicleta o un tren de mercancías, cuanta más inercia (masa) tenga, tanto peor.

La razón es sencilla: la energía que hay que aportar a algo para que se mueva es proporcional a su masa. Doble masa es doble energía. Cualquiera que haya tenido que empujar un coche en algún momento sabrá de lo que estamos hablando.

¿Y una vez en movimiento?¿La masa desplazada no aporta nada «bueno»? La respuesta es un rotundo «no». Una vez en movimiento, cualquier cambio de dirección (curva) o de velocidad (aceleración adicional o frenado) tendrá que luchar, de nuevo, con cada uno de los kilos del vehículo. El comportamiento en curva y la capacidad de acelerar o frenar tienen, por tanto, una penalización proporcional a la masa.

¿Y la seguridad?¿No se ve beneficiada por la masa del coche? En este caso la respuesta no es tan obvia, pero sigue siendo que no. La masa sólo nos beneficia a costa de la seguridad de los demás, y nunca en caso de chocar contra algo rígido.

Como conclusión, la masa es un problema dinámico. En un medio de transporte es la mayor penalización para moverse.

La importancia de ocupar poco

La mayoría de los trayectos en coche se realizan con un único individuo en el vehículo y sólo un ínfimo porcentaje desplaza a más de dos ocupantes. Pero los coches están hechos para que cinco personas se desplacen a cientos de kilómetros, por si alguna vez esto sucede. ¿No hay algo antieconómico en esto?

El Mini fue diseñado con la premisa de que el 80% de su volumen fuese útil para pasajeros y equipaje, y sólo el 20% restante debía bastar para los componentes mecánicos. Esto dio lugar al motor delantero transversal con la caja de cambios al lado, un esquema ya clásico vigente desde entonces. Soluciones innovadoras para un vehículo revolucionario.

Para un vehículo urbano, es imprescindible ser pequeño porque el espacio tiene un coste elevado. Por otro lado, con la «necesidad» de que los coches urbanos sean eléctricos nos enfrentamos a un cuestionamiento de la esencia misma del automóvil: su forma, su distribución de espacios, su configuración mecánica… todo es una hoja en blanco. Como concepto de packaging, la lógica del Mini nos sigue dando valiosas pistas totalmente vigentes.

La importancia de costar poco

La importancia de costar poco parece una obviedad. Hasta que te paras a pensar en un híbrido: dos motores, dos fuentes de alimentación de energía, dos sistemas de refrigeración, un complejo sistema de transmisión sincronizada, software de lujo para controlar cargas, descargas, autonomía, conexión y desconexión de cada motor…

No es este un alegato contra los híbridos. Yo mismo estoy convencido de que, para vehículos urbanos que puedan ser interurbanos, no existe mejor vía de evolución que algún esquema híbrido, pero sólo porque no hay otro mejor y no porque sea una solución fundamentalmente buena. De hecho, la hibridación de motores en un coche es una solución de compromiso cuyas alternativas son (por el momento y por bastante tiempo) todavía peores.

El mini equipaba un mini-motor acoplado a una mini-caja de cambios. Estaba construido sobre la mínima suspensión y sus pequeñas ruedas maximizaban el espacio interior. El hecho de ser pequeño y ligero permite utilizar un motor pequeño y ligero, lo que hace al coche más pequeño aún y más ligero aún. Esto redunda a su vez en un menor coste de producción y un menor consumo. Tan radical como brillante.

La importancia de ser y parecer divertido

Conducir un Mini (original) es una experiencia única. No importa lo despacio que vayas, siempre parece que vas rápido. Una dirección ultra-directa y la proximidad al suelo nos dan la sensación de llevar un kart. Divertidísimo.

El Mini se deja querer, en otro sentido, con su aspecto de juguete y sus faros redondos. Es un coche adorable, pero se las arregla para no resultar femenino. Pequeño y compacto, sus proporciones no se parecen a nada más y el pequeño tamaño de sus neumáticos subrayan su pequeñez y originalidad.

Estoy convencido de que sin estos condimentos esenciales, toda la lógica del Mini habría pasado sin pena ni gloria por las listas de ventas ¿Alguien recuerda el Audi A2? El Mini mola mucho, y aún molaba más en los ’60.

La importancia de tener claro quién eres

El Mini tiene claro quien es. No pretende cubrir múltiples frentes, sino únicamente ser él mismo y por eso es tan profundamente bueno siendo un Mini. Jamás será cómodo para trayectos largos, jamás tendrá un gran maletero, jamás tendrá una buena insonorización. No aspira a ninguna de estas metas, por eso es un diseño intemporal de vehículo práctico, diminuto y divertido.

Cuando veo una propuesta de coche urbano supuestamente ideal, lo primero que pienso es si me recuerda (conceptualmente) a un Mini. Si la respuesta es que sí, probablemente esté bastante bien resuelto.

Larga vida al Mini.

Fotos: Flickr de Dr. Keats
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David García Artés

David comenzó a trabajar en Diariomotor en junio de 2011, escribiendo artículos casi como hobbie, en lugar de ver la televisión después del trabajo. Poco a poco fue ganando responsabilidades, primero como coordinador editorial en Tecmovia, más tarde como probador (nunca ha dejado de serlo) y finalmente como Director General desde julio de 2020. Es economista (1998) e ingeniero (2011) de formación. Seguir leyendo...

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