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El vehículo del futuro: Iso Isetta de 1953. Conceptos básicos de innovación y simplicidad

Este simpático biplaza es uno de los grandes iconos de la historia del automóvil y constituye todo un ejemplo de diseño industrial innovador en el que la simplicidad llevada al extremo se convierte en arte. Un arte que sólo los italianos han llegado a dominar sostenidamente.

Lo más característico de este vehículo probablemente sea su puerta única frontal, entendida como un pequeño chiste por el común de los mortales. Pero analicemos por un momento sus implicaciones, desde el punto de vista del diseño industrial, así como otros aspectos relacionados o derivados de esta original solución.

La puerta frontal como solución óptima

La puerta frontal no parece una solución óptima, pero puede serlo según cuál sea el objetivo a alcanzar. Si queremos que un coche sea lo más simple posible, el mínimo número de puertas que puede tener es una*. Esto es lo que yo llamaría simplicidad llevada al extremo.

El siguiente problema de optimización pasaría por ubicar esa puerta. Si partimos de cero en la concepción de un coche (esta es la clave del Isetta, partir de cero en todo y sin prejuicios) y lo vemos como una cápsula en la que van personas, la solución óptima es que la puerta vaya delante. Veamos por qué.

En un coche de 2,29m de longitud total, lo más probable es que siempre aparquemos de frente al lugar donde queremos bajarnos. El lugar más cómodo, fácil y seguro es bajarse directamente hacia la acera: la puerta ha de ir delante; con ello, evitamos también priorizar uno de los dos laterales.

La inexistencia de puertas laterales implica que siempre podemos bajarnos del coche, por muy estrecho que sea el hueco donde lo hemos aparcado (¿habéis estado en Roma?) porque estamos permanentemente en batería. Implica también que es prácticamente imposible que nos tengamos que bajar hacia el tráfico que circula. Por último, es la forma más cómoda y natural de sentarse en un asiento, tal como lo hacemos en un sofá o en una silla (¿alguien se pone al lado de una silla para sentarse en ella?).

La entrada lateral es una restricción que damos por supuesta en un coche pero, considerando sólo el acceso, no es la mejor opción. Es más bien una solución de compromiso condicionada porque la parte frontal está ocupada por el motor, la dirección y el salpicadero. Sólo un diseñador industrial brillante se cuestiona este tipo de restricciones establecidas, aparentemente inamovibles, y es entonces cuando se alcanzan las soluciones geniales (o desastrosas, claro).

El arte de eliminar lo prescindible

La forma más simple para ubicar a dos personas y un motorcito es una planta triangular. La forma más aerodinámica de un triángulo que avanza es que se estreche hacia atrás. Pero un triciclo es muy proclive al vuelco, por tanto, se pueden ubicar las ruedas traseras a sólo 48cm de distancia entre sí, ¡tan próximas que no es necesario un diferencial trasero!. Simplicidad que conduce a simplicidad adicional.

Hemos ahorrado materiales y masa con la forma y la ausencia de diferencial. Pero aún tenemos una puerta frontal con algunos «problemillas» por resolver. El primero es que hay que conectar la dirección a algo que permita abrir la puerta (ver solución ultrasimple en foto de cabecera). La palanca de cambios y el freno de mano pasan al entorno del paso de rueda (ideal para zurdos).

Tenemos otro pequeño problema de seguridad: si chocamos contra algo de frente (el accidente más probable, en el sentido de la marcha) no podremos salir del coche… ¡ups! … bueno, en Roma hace calor, ¿qué tal un techo de lona practicable de serie? y por el mismo precio tenemos salida de emergencia y ahorramos masa desplazada. Vamos bien, y las zonas de deformación no se han inventado, así que no vamos a preocuparnos por ellas de momento (más sobre esto luego).

Otro pequeño detalle es que no podemos instalar un salpicadero, acaso sí un diminuto cuadro de instrumentos. Está bien, esto parece un problema importante pero ¿para qué sirve, en realidad? Las revoluciones del motor (al lado de nuestra oreja) son claramente perceptibles, así como su temperatura (tacto, olfato…). Si los mandos de luces e intermitentes van en satélites con el volante y en un dial diminuto podemos leer la velocidad, el resto sobra. ¿Cómo se llama esto, pensamiento lateral o echarle valor?

Ah, sí, ¿la guantera? Pues un bolsillo de tela, claro.

El arte de innovar para salir adelante

La posguerra en Italia nos trajo el Isetta, es un vehículo de crisis y escasez. No obstante, me gustaría poner el acento en la innovación que supone todo lo que hemos contado. Ya sé que tiene efectos colaterales negativos, como la probabilidad de supervivencia ante un choque frontal pero ¿no es genial?

Este huevo consumía 3,3 l/100km gracias a su extrema simplicidad y ligereza (sólo 330kg) así como a su motor de scooter situado a la derecha para compensar el peso del conductor (sentado a la izquierda) y capaz de impulsarlo a 50 km/h en poco más de medio minuto. Tampoco hay que pedirle mucho más a un vehículo urbano.

Una prueba fehaciente de que el coche es genial es que el propietario original del diseño lo vendió por medio mundo para la fabricación bajo otras marcas, la más conocida de todas sin duda BMW, que lo fabricó desde 1955 como BMW Isetta, nombre bajo el que se le conoce ahora casi universalmente hasta el punto de que muchos piensan que es alemán, a pesar de ser inconfundiblemente italiano.

Es muy importante comprender que nada impidió a sus creadores fabricar el coche más sencillo que pudieron concebir: ni las restricciones establecidas sobre puertas laterales, ni la imposibilidad de evacuación en un accidente, ni la dificultad del sistema de dirección articulado. Al romper las barreras del diseño se llega a territorio inexplorado y a eso se le llama ser pionero.

Diseñado para no chocar

Llegamos a un punto muy interesante: el verdadero punto flaco y su reinterpretación 60 años más tarde. Es cierto que el Isetta está diseñado para no chocar, aunque más bien podríamos decir que su diseño no soporta un accidente, que no es lo mismo. Es cierto, y ese sí es un problema grave y sin solución en este vehículo.

Pero resulta que, en el momento presente, existen multitud de proyectos (Google, BMW, Volkswagen, Volvo…) que investigan la conducción autónoma aprovechando toda la tecnología de navegación que existe. ¿Y si en el futuro los coches no pudiesen tener accidentes? ¿y si su diseño se pareciese más, en este sentido, al de un avión? Se supone que un avión no va a chocar con nada jamás, lo que libera totalmente su diseño de las cadenas de la seguridad pasiva.

Con respecto a la columna de dirección articulada, otro problema de seguridad, pero también de comodidad a la hora de entrar y salir, no podemos olvidar que la conducción por cable (sin conexión física entre volante y ruedas, sólo control electrónico) haría más que factible esta configuración a día de hoy, como demuestra el Audi A2 concept recientemente comentado en estas páginas.

No podemos atribuir al Isetta el mérito de haberse adelantado a estas posibilidades, sería absurdo. Pero sí podemos ver en él la forma, tamaño, masa y vía de acceso previsible para un vehículo urbano, siendo ya posible la conducción por cable y suponiendo que algún día la probabilidad de un accidente es casi nula. En este aspecto vuelve a ser un referente, aunque sólo la tecnología permitirá que algo así suceda.

Conclusiones

Innovador al máximo y reducido al mínimo, el Isetta sigue siendo, 60 años después, un compendio de soluciones de diseño industrial digno de estudio y reflexión. Con la tecnología actual a nuestra disposición, el concepto fundamental en el que se sustenta se hace más factible que nunca. Como en el caso del Mini, el hecho de ser simpático no es un tema menor para pasar a la historia.

Un coche pionero, un coche genial.

Larga vida al Isetta.

*Muchas marcas han ido aún más lejos, eliminando todas las puertas de sus vehículos. Este número de puertas, cero, es el óptimo absoluto, pero implica un coche abierto. Si queremos que el coche se pueda cerrar, al menos deberá tener una puerta.
Fotos: Flickr de saebaryo, Flickr de Hugo90, BMW, Wikipedia de Pablo Alberto Salguero Quiles, Wikipedia
En Tecmovia: El vehículo del futuro: Morris Mini de 1959. Conceptos básicos de movilidad urbana

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David García Artés

David comenzó a trabajar en Diariomotor en junio de 2011, escribiendo artículos casi como hobbie, en lugar de ver la televisión después del trabajo. Poco a poco fue ganando responsabilidades, primero como coordinador editorial en Tecmovia, más tarde como probador (nunca ha dejado de serlo) y finalmente como Director General desde julio de 2020. Es economista (1998) e ingeniero (2011) de formación. Seguir leyendo...

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