Movilidad y eficiencia extremas, eso es lo que prometen los modernos dirigibles que unas pocas compañías están empezando probar. ¿Barcos rápidos o aviones lentos?
Las compañías Discovery Air Innovations y Hybrid Air Vehicles han firmado un acuerdo por el que DAI sería el primer cliente de los diferentes dirigibles fabricados por HAV. Sujeto a la solución exitosa de los últimos detalles técnicos, el primer pedido se podría firmar en 2012. Las primeras entregas de dirigibles de alta capacidad de carga (hasta 50 Tm) tendrían lugar en 2014.
La noticia no tiene mucho que ver con coches, pero sí con movilidad en un sentido más amplio y, sin duda, con eficiencia en el transporte. Veamos por qué.
La forma más barata de elevar un objeto es que ese objeto sea menos denso que el aire, pues el empuje ascendente de la atmósfera hace todo el trabajo. A partir de este concepto tan simple se plantean unos consumos ridículos para transportar decenas de toneladas de mercancías.
Con este planteamiento, las ventajas que aporta este medio de transporte serían múltiples: bajo coste de operación, autonomía descomunal, gran capacidad de carga, despegue y aterrizaje prácticamente verticales sobre hielo, nieve, tierra, asfalto, hierba… incluso sobre el agua, capacidad de operar en condiciones meteorológicas extremas y no necesidad de infraestructuras.
El vídeo adjunto corresponde al modelo Lokheed Martin P-791, un vehículo similar al que pretenden comercializar desde Hybrid Air Vehicles. Me ha parecido interesante y muy ilustrativo de los dirigibles modernos, aunque se trate de un modelo diferente.
La principal funcionalidad para estos colosos del aire, dadas sus peculiares características, es que podrían servir de «puente aéreo» a las minas situadas en lugares remotos de clima extremo (Canadá y Alaska) donde la alternativa es construir una carretera sólo para su explotación (una opción prohibitiva y cuya ejecución implica años de retraso a la explotación de la mina).
Otra posibilidad sería dedicarlos a tareas de vigilancia prolongada; parece ser que pueden permanecer en el aire durante dos ó tres semanas ininterrumpidamente. Aparte del posible uso militar, existe también una interesante posibilidad de utilización como servicio de extinción de incendios: tener en el aire 50 toneladas de agua (u otras sustancias para la extinción del fuego) que podemos desplazar a voluntad y arrojar con total precisión (su lentitud es una ventaja a la hora de apuntar) es casi como controlar la lluvia a la carta.
En estos modernos colosos la gran cámara, prácticamente indestructible, está llena de helio (un gas noble no inflamable) y no de hidrógeno como el Hindenburg, cuyo espectacular accidente en 1937, filmado, narrado y fotografiado en directo por una importante cobertura mediática acabó con la gran proyección que, hasta ese momento, tenían estos colosales vehículos.
La misma idea vuelve a ser tremendamente prometedora 75 años después.
Fuente: Wired Autopia
Imagen: Discovery Air Innovations
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