¿Sabías que tu coche lleva, probablemente, todas las opciones de software que no pagaste al comprarlo? Pues están allí, en las centralitas, perfectamente instaladas y listas para su uso, pero con un tic en la casilla de desactivación. ¿Cómo lo ves?
Los coches modernos llevan cada vez más software en sus múltiples centralitas. Estas se fabrican en gran serie y, en general, son todas idénticas, pues es más barato que hacerlas diferentes.
El software está ahí
En una fábrica de coches sucede algo no muy diferente de esto: en algún momento del proceso de fabricación, se conecta un ordenador con acceso a las funciones de software y desactiva las que el cliente no ha solicitado. Siguen instaladas, pero no van a funcionar.
Un ejemplo: mi coche tiene ESP de serie y, como opción, basándose en la diferencia de rotación de las ruedas entre sí, me puede avisar a través de la pantalla del ordenador de que llevo una con la presión baja. Si yo no pago esta opción no dispongo de ella, pero mi coche tiene todos los elementos para hacerla funcionar, incluido el programa instalado en la centralita que gestiona el ESP. Pero está desactivado.
Cuánto cuesta y cuánto vale
En principio, el coste de fabricación de mi coche es exactamente el mismo que el de otro propietario que sí haya elegido (y pagado) por disponer de más funciones. Es más, si todos los coches llevaran todo el software posible activado, de hecho, la marca se ahorraría el coste de hacerlos diferentes, con lo que el coste medio de fabricación sería un poquito más bajo.
Sin embargo, muchas marcas no escogen este camino, sino el de cobrar cada elemento por separado por la valoración que, estiman, el usuario puede hacer de cada una de las posibles funciones; no importa cual sea su coste, sólo lo que el usuario está dispuesto a pagar. ¿Hay algo incoherente en esto, o sólo son negocios?
Responder a esta cuestión no es tan sencillo como a alguno le pudiese parecer y, desde luego, no me atrevo a hacerlo de forma tajante. Para empezar, todos sabemos que en la adquisición de un coche se compran muchos intangibles que no tienen demasiada relación con costes de fabricación, sino más bien con percepciones subjetivas. ¿Cuánto valen el prestigio y el estatus, por ejemplo?
Parece claro, por tanto, que en ciertos aspectos sí entendemos pagar más por algo que no costó necesariamente más a quien lo fabricó pero ¿el software desactivado entra en esta categoría? De hecho, el coche lo incorpora pero no lo podemos usar.
¿Y si se trata de opciones de seguridad desactivadas? Ahí sí que entramos en un terreno muy delicado, en el momento en que se podrían salvar vidas sin coste adicional para el fabricante, pero éste quiere ganar también ese último euro.
Conclusiones
Supongo que, dentro de ciertos límites, es legítimo que cada marca busque obtener el máximo posible de ingresos con cada producto y opción. En una economía de mercado nadie debería echarse las manos a la cabeza por este modo de proceder, y mucho menos porque los precios no guarden siempre relación con los costes de fabricación*.
Dicho todo esto, tampoco deberían las marcas echarse las manos a la cabeza si, en un momento dado, empiezan a caer las ventas de opciones de software y a subir las ventas de cables de conexión para portátil. Si mi coche lo lleva, también es legítimo que yo intente utilizarlo por mis medios ¿no?
Teniendo en cuenta los precedentes, seguro que en España esto se nos podría dar muy bien.
*La teoría económica dice que, dada una situación de distanciamiento artificial entre costes y precios, se abre un hueco para la entrada de nueva competencia, que tiene margen para ofrecer lo mismo más barato… y entonces llegan las marcas coreanas y entran en tropel con productos cada vez mejores, todo de serie y precios mucho más afinados y acabamos perdiendo empleos y pidiendo aranceles proteccionistas
En Tecmovia: Hyundai Blue Link: la idea del coche conectado cobra forma | Ford Sync: así funciona la nueva combinación de entretenimiento y navegación a través de la voz