La optofluídica es una tecnología relativamente nueva que empieza a mostrar algunos avances en muchas de sus posibles aplicaciones. Antes de nada conviene conocer un poco en que se basa esta nueva tecnología.
Los sistemas eléctricos actuales tienen una serie de inconvenientes físicos a la hora de utilizarlos para determinados fines. El uso de la luz nos permite utilizar propiedades no accesibles para estos sistemas eléctricos: cambios de potencia, longitud de onda, coherencia, fase…
Este enfoque de luz óptica (nanofotónica) combinado con la microfluídica, distribución microscópica de fluidos a través de canales o nanotubos, da como resultado el concepto de optofluídica, donde puedes distribuir ambos materiales con total precisión.
Un ejemplo de aplicación de este tipo de tecnología es el LOC, de sus siglas en inglés Lab-On-a-Chip, que es un dispositivo capaz de integrar las funcionalidades de un pequeño laboratorio en un pequeño chip de tan solo unos pocos milímetros o centímetros cuadrados.
Sin embargo el tema que hoy nos ocupa no es este tipo de aplicación física de la optofluídica, sino cómo aplicarla a la obtención de la energía.
Según el decano de la Escuela de Ingeniería EPFL de Lausana en Suiza, el profesor Demetri Psaltis, la utilización de esta tecnología puede incrementar exponencialmente la eficiencia en métodos de producción de energía ya existentes, como los reactores de biocombustibles o las células solares.
La luz solar como catalizador de moléculas
Imaginemos por un momento un sistema de captación de energía solar en el tejado de un edificio. La luz captada por un prisma pasaría a través de una lente que canalizaría esa luz hacia un reactor optofluídico donde tiene lugar una reacción química que convierte el dióxido de carbono y el agua en metano.
Hacer esto a escala nanométrica crea una mayor superficie para la interacción de los productos químicos. Esto da como resultado una mayor producción y un menor coste de la energía. Además la radiación de la luz solar actúa como catalizador de las moléculas en los nanotubos, permitiendo mayor control y mejorando mucho la eficiencia en la obtención de energía.
Sin embargo no es oro todo lo que reluce. Una de las mayores limitaciones técnicas sería intentar escalar este sistema a sistemas industrializados de obtención de energía lo suficientemente grandes como para satisfacer la demanda energética de la población, pero manteniendo la precisión de los microfluidos ópticos actuales.
Según esto, esta tecnología aún está en las primeras fases de investigación. Será interesante ver hasta donde nos puede llevar y si realmente somos capaces de utilizar la luz solar a través de fluidos de manera industrial para esa obtención de energía.
Cada vez vemos más mejoras tecnológicas para los diferentes métodos de obtención de energía. Biocombustibles, luz solar, agua, viento, nanopartículas, bacterias… al paso que vamos, dentro de pocos años ya no tendremos excusas para seguir dependiendo energéticamente de los combustibles fósiles.
Mientras tanto seguiremos expectantes y atentos a todos estos avances para seguir contándooslo.
Imágen: Scott Robinson
Fuente: ZDNet | GTQ | Wikipedia
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