Es evidente que la publicidad corre por las venas de Internet. Que las redes sociales están siendo utilizadas para la promoción masiva de productos o incluso de políticos, utilizando el «efecto virus» no es ningún secreto. Entonces, ¿qué es Klout? Probablemente, la nueva forma de entender la publicidad.
Klout es una empresa cuyo capital principal es un sistema de medición de influencia en redes sociales. Se denominan a sí mismos «El estándar de la influencia». Según afirman, cuentan con una base de datos de más de 100 millones de personas que ya han sido puntuadas en su ranking en una escala entre 0 y 100 y a las que «siguen».
No son los únicos que lo hacen: otros como PeerIndex o Twitter Grader se dedican a lo mismo en una frenética carrera de influencia, pero en este momento es Klout la que parece haber tomado la delantera.
Las cifras son realmente mareantes. Según Klout, procesan cada día 2,7 miles de millones de conexiones y contenidos, cuentan con 3.500 colaboradores y desarrolladores… en fin, parece que se han convertido en un monstruo de proporciones gigantescas. Y su objetivo no es otro que generar información sobre usuarios concretos para utilizarlos comercialmente si se ofrecen voluntarios, dándose de alta como candidatos.
La influencia en Internet se basa en tres factores: alcance real, amplificación e impacto de tu red. El alcance real es el número de personas a las que llegan tus contenidos, la amplificación es tu capacidad de influencia en las personas a las que llegas (medida como número de respuestas y reenvíos de tus mansajes) y, por último, el impacto de tu red mide la cantidad de gente influyente que está entre tus contactos y reaccionan ante tus mensajes (viene a ser la «calidad» de tus contactos).
En resumen, para puntuar alto en Klout hay que tener muchos contactos, lograr que te hagan caso y que, a su vez, tengan muchos contactos que también les hagan caso. Fácil, ¿eh?
Bien, y cuando logras todo eso y tienes una puntuación alta en Klout, ¿qué consigues exactamente? Bueno, pues regalos. Por ejemplo, un portátil, un teléfono de última generación, una estancia en un hotel o que te ofrezcan probar un Chevrolet Sonic gratis durante tres días, a cambio de nada.
Se supone que la marca no puede influir en tu opinión porque Klout nunca le facilitará tus datos, ni siquiera estás obligado a hablar en absoluto del asunto aunque, obviamente, se supone que lo harás. En ese caso, sí estás obligado a decir que el producto te lo han regalado, incluso para ponerlo fatal.
Parece ser que ya lo hicieron con el Chevrolet Volt y funcionó muy bien y clientes como Audi, Disney, HP o Nike son usuarios conocidos.
Existe un detalle que me parece destacable de esta forma de marketing: el riesgo asumido y la confianza que implica en el propio producto. Si una persona influyente en un tema empieza a hacer publicidad de algo que le han regalado que no se corresponda con la realidad, es de esperar que perdiese rápidamente su estatus de influyente, en la medida en que sus seguidores lo fuesen detectando y denunciando (todos tenemos un megáfono en Internet y todos podemos usarlo).
Esto, prácticamente, exige ser sincero, pues el probador se juega su propio capital social, que le abre la puerta a futuros regalos. Por tanto, la campaña bien podría volverse contra el producto (si no es realmente bueno) en la misma progresión exponencial en la que se esperaba promocionarlo. Podría convertirse en una especie de «ruleta rusa» sin ningún control por parte del anunciante.
Por último, ¿hay alguien con puntuación 100 en esta diabólica escala? Pues parece ser que Justin Bieber se encuentra en esa posición de influencia extrema en los demás, lo que significa que cualquiera que conozca el nombre de los 5 continentes está sobradamente capacitado para lograrlo en el apartado de cultura general. Quien no sepa de qué hablo, que le eche un vistazo al vídeo subtitulado a continuación.
Tengo la sensación de que las redes sociales se nos están yendo un poco de las manos.
Fuente: klout | Carscoop | The New York Times | Wired |
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