Hace tres años el gobierno chino se marcaba un objetivo tan ambiguo como a todas luces imposible, alcanzar las 500.000 unidades anuales de vehículos híbridos y eléctricos fabricados a finales de 2011. La realidad, a día de hoy, es que los fabricantes chinos apenas son capaces de producir unos miles al año y la demanda de eléctricos está limitada por el elevado coste de estos respecto al resto de vehículos con motores de combustión. Las cuentas no salen y las previsiones no se cumplen en la nación que antes de 2020 tendrá un parque automovilístico superior al de Estados Unidos.
En cuanto a nivel tecnológico los fabricantes chinos están bastante avanzados en lo que respecta a híbridos y eléctricos. La razón tal vez sea la ventaja estratégica que pretenden obtener en este tipo de vehículos a la hora de planificar su incursión en Occidente. Pero hoy por hoy las únicas que están apostando por los vehículos eléctricos en China son las empresas energéticas que con la tutela de las autoridades sueñan con un futuro de independencia energética en el que se pueda limitar el volumen de hidrocarburos importados del exterior.
Concretamente BYD ya habría iniciado una colaboración con las energéticas que operan al sur del país para establecer una red de puntos de recarga basados en el modelo de negocio de Better Place. Es decir, una red de electrolineras en las que se instalarían dispositivos que no recargan las baterías directamente sino que cambian tu batería agotada por una completamente cargada para proseguir la marcha a bordo de tu vehículo. Sobretodo iría destinado a vehículos del gobierno local y a flotas de taxis y transportistas urbanos.
Las autoridades siguen siendo optimistas y creen que aún existe un gran potencial en el mercado chino para el vehículo eléctrico. Pero lo cierto es que la única vía que parece funcionar es la de imposición, la de limitar las matriculaciones de vehículos no eléctricos para incentivar o mejor dicho, no dejar otra opción, a cualquiera que quiera adquirir un vehículo con motor de combustión.
En fin, a China le está costando tanto como a España implantar el vehículo eléctrico…
Fuente: The New York Times
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