Potencia, confort, elegancia, precio… son muchos los aspectos que un comprador valora antes de invertir un buen dinero en su vehículo pero, ¿cuántos se paran a preguntarse de que tipo de tracción estará dotado su futuro automóvil y qué se adapta mejor a sus necesidades?
Tradicionalmente se viene hablando de vehículos de tracción a dos ruedas, ya sea delantera o trasera, y a las cuatro ruedas. Pero la llegada de nuevas tecnologías y propulsores alternativos, híbridos y eléctricos, se abre todo un abanico de posibilidades que permitirá la fabricación en un futuro de automóviles más eficientes, asequibles y seguros. Dime como será tu próximo coche y te diré que sistema de tracción debería emplear.
Si lo desean pueden acompañarnos en nuestro repaso a los sistemas de tracción de ayer y hoy, y por supuesto los de un futuro cada vez más cercano.
Todo delante o todo detrás, he aquí la cuestión
A día de hoy la solución más económica y que en general más ventajas aporta a un turismo cualquiera es la tracción delantera. Su ventaja radica básicamente en la relativa sencillez de la transmisión de potencia a las ruedas delanteras, puesto que habitualmente el motor está colocado justo encima del eje anterior. Al prescindir de un eje de la transmisión hasta las ruedas posteriores se ahorra peso, espacio en el habitáculo y por supuesto costes añadidos.
Pero curiosamente en los albores de la automoción la única solución posible era la de la tracción trasera, por la dificultad de permitir el movimiento a las ruedas que deberían ser orientables para la dirección. La tracción trasera viene a cubrir la necesidad de vehículos de mayor potencia en los que por cuestiones físicas la tracción delantera es inviable. Esta necesidad también se está revirtiendo gracias a la mejora de la tecnología y a dispositivos electrónicos que gestionan con efectividad las pérdidas de tracción.
Lo ideal en un vehículo utilitario sigue siendo la tracción delantera, que además se antoja más sencilla e intuitiva para conductores no experimentados con otro tipo de sistemas. En un futuro lo lógico es que, al menos en vehículos con motores térmicos, la tracción delantera se siga imponiendo como la solución más utilizada y rentable en todos los sentidos.
Pese a la mejora de la tecnología, la tracción trasera, por cuestiones físicas y sensaciones, seguirá siendo lo ideal en vehículos potentes y de corte deportivo. No obstante la desventaja del peso añadido y el espacio necesario para la transmisión la sigue supliendo el mejor reparto de pesos que garantiza. Por último con el nivel de desarrollo de los sistemas electrónicos y diferenciales mecánicos un tracción trasera no tiene por qué ser más efectivo que un delantera.
Tracción a las cuatro ruedas: cuatro ruedas agarran mejor que dos
Los sistemas de tracción a las cuatro ruedas se habrían impuesto como la opción ideal para garantizar el agarre del vehículo al asfalto en todo momento, ya no sólo únicamente en vehículos todoterreno y destinados a desplazarse por el campo o zonas complicadas por su orografía o la meteorología. Son muchos los turismos de carretera equipados con estos sistemas cada vez más evolucionados y efectivos.
La diferenciación más importante entre los distintos sistemas de tracción total es la que podemos hacer entre aquellos de tracción total permanente y aquellos de tracción conectable, lo cual no hace referencia únicamente a que exista un botón para oscilar entre un modo u otro. Los primeros reparten en todo momento, sin que exista otra opción, el par disponible en el motor entre sendos ejes. Los conectables en cambio pueden transmitir el par a sendos ejes o únicamente al delantero, para oscilar de un modo a otro puede existir un botón, modos especiales de conducción o una centralita electrónica que se encargue de gestionarlo.
La ventaja de los sistemas de tracción total es un reparto equitativo, o en una relación casi equitativa, del par entre ambos ejes y por tanto un agarre óptimo en todo momento. Las desventajas también son bastantes, el hecho de tener que traccionar en todo momento el eje posterior obliga a tener una carga añadida para la transmisión y el motor y pérdidas de energía por arrastre. La desventaja se traduce en un mayor consumo de combustible, lo cual es cada vez menos admisible en una industria del automóvil que lucha para reducir la décima del litro a los 100 kilómetros y el gramo de CO2.
Los sistemas de tracción conectable, aún siendo más pesados y caros que los de tracción delantera, cuentan con la ventaja de que el eje posterior únicamente se conecta a la transmisión en aquellos momentos en que existe una pérdida de tracción. Esta es la evolución lógica de todos (o casi todos, como veremos más adelante) los sistemas de tracción a las cuatro ruedas.
Tracción individual: el futuro es híbrido y eléctrico
Sin duda alguna en el que los motores son cada vez más compactos e independientes, por ejemplo, en vehículos eléctricos e híbridos, la alternativa que se vislumbra es la de ejes y ruedas con tracción independiente y sin conexión física. La ventaja es evidente. Se puede prescindir de elementos pesados y que conllevan pérdidas energéticas como ejes de transmisión para optar por transmisiones directas a cada rueda o cada eje.
Llevándolo al terreno de los híbridos y los eléctricos imaginen que podríamos contar con la capacidad de la tracción total, ya sea permanente o conectable, sin los inconvenientes que esta conlleva y las ventajas añadidas de una administración inteligente del flujo de energía y par entre motores térmicos y eléctricos.
Este sistema que se plantea como una solución efectiva y casi ideal para un futuro próximo ya es real en algunos híbridos, por ejemplo el Citroën DS5 Hybrid4 y el Peugeot 3008 Hybrid4, y el desarrollo de prototipos de ruedas que integran una mecánica eléctrica augura un buen futuro a la tecnología de tracción individual y a lo que los anglosajones vienen conociendo como drive-by-wire.
Estaríamos hablando además de vehículos que pueden equipar una sencilla caja de cambios o incluso prescindir de esta, en el caso de la tracción individual en cada rueda. De paso podrían funcionar como improvisados controles de tracción y estabilidad, al gestionar sobre la marcha y gracias a sofisticados sistemas electrónicos y sensores el par que debe repartirse a cada rueda. La ventaja aún va mas allá, puesto que si un motor se avería siempre podríamos salir del paso con el otro u otros restantes.
Fuente: Audi | BMW | Citroën | Porsche
En Estado de la tecnología del automóvil: Avances en control de estabilidad | Cajas de cambio