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Bienvenidos a la nueva era de la turbo-dependencia

Aún me acuerdo de aquellos tiempos en que el emblema Turbo tatuado en la trasera de un vehículo era sinónimo de prestaciones y deportividad. Los tiempos en que la sobrealimentación estaba tan sólo al alcance de unos pocos, de un pequeño volumen de motores de gasolina que hacían las delicias de muchos, un sistema casi onírico que por desconocimiento llegó incluso a ser la responsable de una de las más famosas y extendidas leyendas urbanas automovilísticas en las cunetas ibéricas: la del Renault 5 Copa Turbo.

Hoy en día sería difícil entender la industria del automóvil y la vorágine que anima a los fabricantes a ahorrar hasta la última gota de carburante, y a nosotros a adquirir vehículos más eficientes, sin la presencia del turbo. Tras convertirse en el estándar de los motores diésel, hoy en día es cada vez más difícil encontrar mecánicas de gasolina atmosféricas. La desaparición de este tipo de motores sobrealimentados se hace cada vez más patente. Ya lo decía mi compañero David Clavero en su acertado artículo «Futuro, con «t» de turbo&@187;, el motor atmosférico será un lujo dentro de muy poco.

Y de un tiempo a esta parte nos convertimos en turbo-dependientes

Tal vez nos hayamos vuelto ignorantes, o no. Pero antaño casi todo el mundo podía decir la cilindrada, el número de cilindros de su vehículo y si este tenía turbo o inyección directa. Ahora el conductor medio busca que consuma poco, responda bien y empuje mucho.

De un tiempo a esta parte hemos visto como conductores que jamás habían conducido un turbo, más allá de turismos de gasolina y atmosféricos, tenían que adaptarse a una conducción diferente, a aprovechar también el rango bajo de revoluciones y a saber que no por estirar hasta la línea roja del cuentavueltas van a correr más. Por experiencia les diré que aún más grave es el caso del que ya se ha acostumbrado a conducir un turbo y a la hora de regresar a un viejo atmosférico no se da cuenta de que el régimen de marcha es muy diferente. No sólo es anecdótico, sino peligroso el hecho de que en una situación peligrosa (por ejemplo un adelantamiento) sobrestimen las capacidades de su motor.

Pero aún con todo quiero ir un poco más allá y constatar el hecho de que nos hemos acostumbrado a vivir con el turbo y prescindir de él es cada vez más difícil si no imposible. El desconocimiento del cliente acerca de la tecnología o las prestaciones de su vehículo es cada vez mayor. Antes era fácil que un conductor valorase la cilindrada del motor, los cilindros que tenía o que una plaquita le recordase no sólo que su coche era turbo, sino también de inyección directa.

Hoy en día el cliente busca un vehículo que consuma poco (no es para menos con la que está cayendo con los precios de los combustibles), sea rápido y sobre todo, he aquí el quid de la cuestión, que responda y empuje fuerte desde muy abajo, en todo su rango de revoluciones.

En otras palabras, nos hemos vuelto en cierta medida turbo-dependientes.

Fotografías: Renault | Sergio Álvarez (Diariomotor)
En Tecmovia: Futuro, con «t» de turbo | De la inyección directa al “downsizing”, ¿revolución real?

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David Villarreal

En 2007 comenzaba su andadura en los medios en internet y en el mundo del motor. Dos años después David se unía a uno de los proyectos incipientes de la prensa del motor, el de Diariomotor. Seguir leyendo...

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