Si escuchamos la palabra NASA enseguida se aparecerá en nuestra cabeza la imagen de algún cohete despegando o a Armstrong diciendo eso de “Este es un pequeño paso para un hombre…”. Difícilmente asociaremos NASA a algo relacionado con el automóvil más allá de por ejemplo los vehículos lunares, pero hoy, la NASA, nos deja con un curioso instrumento íntimamente ligado al automóvil.
No, no es que los de la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio se hayan lanzado a crear un superdeportivo o el próximo utilitario eficiente, tampoco le han puesto ruedas a algunos de sus cohetes para intentar batir algún record de velocidad, han ido al origen de la vida de los coches, la cadena de montaje y lo han hecho de la mano de General Motors, precisamente para cubrir las manos de sus trabajadores con un superguante.
Con la Revolución Industrial, las cadenas de montaje se apoderaron de las economías de medio mundo y con ellas, largas filas de trabajadores operando de manera automatizada. Ha pasado unas cuantas décadas desde entonces, pero a día de hoy las cadenas de montaje siguen existiendo y la industria del automóvil es uno de los sectores donde más siguen estando presentes. Por supuesto las condiciones no tienen nada que ver, también el número de operarios se ha reducido drásticamente en favor de maquinaria robotizada, pero aún, se precisa de operarios allí donde un brazo robótico no llega.
GM y la NASA están desarrollando ahora conjuntamente un nuevo guante robótico que permitiría a estos trabajadores y a los astronautas operar con herramientas y piezas de gran peso con una reducción notable de la necesidad de esfuerzo. El Robo-guante o K-guante como es conocido internamente es el fruto del proyecto Robonaut 2 que dio lugar ya el año pasado a un robot humanoide.
En el desarrollo de este robot humanoide se consiguió un gran desarrollo en el manejo de elementos por parte de este robot y ahora, las investigaciones llevadas a cabo entonces se aplicarían a este guante que dotaría a los trabajadores de las cadenas de montaje y a los astronautas de una mayor capacidad de agarre con menos esfuerzo, reduciendo de este modo el nivel de fatigas y posibles lesiones.
GM nos deja con un ejemplo práctico en el que un operario que tenga que aplicar una fuerza de entre 7.8 y 9 kg, con el guante robótico este esfuerzo se reduciría a entre 2.27 y 4.54 kg de fuerza, una diferencia bastante notable. Su funcionamiento se basa en una serie de sensores que detectan el objeto y el tacto del operario y que activan una serie de tendones robotizado que se encargan de contraer los dedos hasta alcanzar una posición de agarre.
El primer prototipo de este guante se desarrolló en 2011, alcanzando en el desarrollo de este guante 46 patentes. El guante pesa menos de 1 kg, contando con todo el mecanismo e incluyendo unas baterías de litio que se encargan de abastecer el sistema. Una curiosa adaptación de la robótica integrada al ser humano que además presenta una notable utilidad de cara a la seguridad laboral de estas cadenas de montaje.
Fuente: General Motors
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