El AdBlue es todo un desconocido en turismos y transporte ligero, no obstante tal vez al acudir a tu estación de servicio hayas podido encontrarte con un surtidor preparado para repostar este producto o algún vehículo que hacía visible mediante algún emblema su funcionamiento con esta tecnología. Se trata de todo un avance en materia de reducción de emisiones, una de las soluciones más sencillas y eficaces para enfrentarnos al reto de los límites de emisiones que impondrá la Unión Europea en los próximos años.
¿En qué consiste el AdBlue?
El fin último del AdBlue es el de funcionar como un agente de reducción catalítica selectiva que limite considerablemente las emisiones de óxidos de nitrógeno (NOx). Recordemos que este tipo de gases representa uno de los mayores problemas de las mecánicas diésel tradicionales y su mayor handicap medioambiental. A día de hoy son pocos los turismos dotados con AdBlue y otros reductores catalíticos de esta índole, no obstante en el transporte pesado, camiones y autobuses, es bastante común.
¿Cómo funciona?
En realidad el producto AdBlue es una solución de urea al 32.5%, no tóxica y segura de manipular. El sistema requiere del espacio necesario para un depósito que almacene este producto y un dispositivo catalizador a la salida de los gases de escape que se encargue de neutralizar los óxidos de nitrógeno. Como resultado de la reacción producida por el NOx y el AdBlue se produce una mezcla de nitrógeno y vapor de agua.
¿Qué vehículos equipan AdBlue?
A día de hoy son bastantes los fabricantes que han optado por la tecnología AdBlue para sus motores diésel con objeto de cumplir con las exigentes normativas de emisiones de la Unión Europea. Mazda lo emplea en su CX-7, Mercedes-Benz en sus mecánicas Bluetec, Audi (y el Grupo Volkswagen) también lanzó algunos motores Clean Diesel con reducción de NOx gracias al AdBlue.
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