El fabricante norteamericano, cuya sede se ubica en Palo Alto (California), puede ser un ejemplo en muchos de los aspectos que han abanderado desde sus primeros pasos. Obviamente, en su historia como constructor de vehículos eléctricos, encontramos grandes referencias como el Tesla Roadster, o como crear un deportivo eléctrico capaz de revolucionar los prejuicios más arraigados de este tipo de propulsión.
Sin embargo, a la par que Tesla ha demostrado una gran capacidad para innovar y desafiar a la industria automovilística, también ha hecho gala de una nula capacidad para generar beneficios como fabricante. Los motivos son varios, aunque el principal es la práctica imposibilidad de amortizar el desarrollo tecnológico que se plasma en sus productos. De hecho, sin el sustento que ofreció el grupo Daimler en su momento, puede que en estos momentos hablar de Tesla tan solo pudiera responder a una anécdota más en la historia del automóvil.
Un ejemplo a seguir tras casos como el de Solyndra, Fisker, Ener1…
Pero Tesla quiere ser rentable en un breve periodo de tiempo y dejar de depender de participaciones exteriores, es más, la meta marcada para convertirse en un fabricante sin números rojos ha quedado fijada en 2013. El proceso para llegar a este objetivo pasa por una mayor diversificación de la oferta capaz de hacer rentable la inversión en tecnología, léase una gama más amplia más allá del Model S y el Model X, y una reducción de los costes para llevar a buen puerto todos sus próximos proyectos.
El principal estandarte de la marca en estos momentos lo representa el Tesla Model S, una berlina de atractivo diseño que se encuentra recorriendo los últimos metros para llegar al mercado. Hablamos de una producción que necesita de una factoría y una maquinaria de elevados costes para el fabricante, pero que ha encontrado en el mercado de segunda mano una importante baza para reducir los gastos y así comenzar a fabricar el segundo vehículo eléctrico de Tesla.
Ya sabemos como el actual momento económico ha afectado a ciertos mercados, sobre todo a la industria automovilística norteamericana. Por ello, tras la quiebra «controlada» de General Motors, Tesla ha aprovechado la oportunidad para adquirir una de las factorías de las que se desprendió el grupo, una buena oportunidad para reducir gastos que, además añade el gesto de acudir a la multinacional IKEA para equipar todas las oficinas y el mobiliario necesario en una factoría de esta índole.
Una factoría que ofrece ahorro y nuevas posibilidades para Tesla
Tesla informa de que esta nueva planta tan solo está siendo usada en un 20% de su capacidad dada la producción que necesita el fabricante en estos momentos, cifra que les brinda la opción de aumentar su ritmo en cualquier instante si el mercado demanda un mayor número de unidades del Model S o el futuro Model X. Junto a ello las instalaciones también cuentan con una pista de pruebas privada que les permite el desarrollo de nuevas soluciones sin tener que recurrir a otros circuitos de ensayo.
Con la compra de esta planta, la adquisición de maquinaria de fuentes similares y la obsesión por aprovechar cada dólar que vaya a ser invertido, Tesla pretende conseguir su objetivo de rentabilidad para el año próximo. Una buena muestra de la capacidad del fabricante para continuar adelante con su particular proyecto eléctrico y todo un ejemplo a seguir que pone de manifiesto algunos de los motivos que han llevado a otras compañías a la cuerda floja.
Fuente: AutomotiveNews | TeslaMotorsClub
En Tecmovia: El Tesla Model S desvela precios, datos sobre sus baterías y algunas opciones | El Tesla Model-S cuanto más pesa, más acelera… curiosidades de las baterías | Tesla model X: presentado oficialmente el crossover de Tesla
Pruebas realizadas en Tecmovia: Tesla Roadster, probamos el primer deportivo eléctrico