Mil unidades vendidas en 6 meses, esa es la increíble cifra alcanzada por el Nissan Leaf en Noruega, un país con unos 5 millones de habitantes en total (menos que el área metropolitana de Madrid). El despegue comercial del modelo ha sido tal, que en febrero alcanzó prácticamente el 2% de las ventas totales de coches nuevos. Parece impensable, pero es real.
La pregunta es obvia ¿cómo lo han conseguido?. Pues a base de exenciones fiscales, que en Noruega son gigantes, y ventajas prácticas notables para vehículos eléctricos frente al resto del parque móvil. Hablamos de ahorros que pueden llegar a dividir por 2 el precio del coche, para empezar, y que acompañan al propietario del silencioso vehículo durante toda la vida útil del coche… es el verde del dinero y no el de los bosques el que capta más usuarios.
Ventajas del coche eléctrico en Noruega
Exención de impuestos: el impuesto de ventas noruego es función del tamaño y la cilindrada del coche en cuestión y oscila entre 3.800 y 30.000€, pudiendo llegar a duplicar el precio de según qué coche. Para un Leaf es cero. Además, su propietario no pagará ningún impuesto de matriculación, impuesto de circulación, peajes en las autopistas ni tasas en los parkings públicos. Se puede decir que el Leaf es fiscalmente transparente y eso es mucho dinero en Noruega.
Practicidad real de uso: la práctica totalidad de parkings están dotados de multitud de cargadores (decenas de enchufes por parking) lo que facilita el repostaje sin traumas. La utilización libre del carril-bus es otra de las ventajas prácticas que disfrutan los propietarios de eléctricos, con lo que las horas punta no lo son tanto para ellos.
Cultura de coche eléctrico: a todo lo anterior se une el hecho de que los noruegos llevan años comprando pequeños eléctricos y su conocimiento está muy extendido allí. Ahora que las grandes marcas empiezan a vender eléctricos «bien hechos», encuentran terreno abonado entre el público nórdico. En el resto de Europa, se trata de una tecnología totalmente nueva que solo ahora empieza a conocerse un poco, pero la barrera mental es todavía muy grande para una mayoría de posibles compradores.
Distribución poblacional: la concentración de habitantes en torno a Oslo es notable, de forma que los tiempos de desplazamiento diario se encuentran dentro del rango de utilización perfecto para un coche eléctrico. La ya mencionada abundancia de parkings con multitud de cargadores a disposición de los usuarios, pone la guinda al pastel de la usabilidad real.
Dicho todo esto, me parece importante hacer notar un par de detalles: el primero es que Noruega parte de un impuesto sobre la compra de coches que, más que recaudatorio, es disuasorio. Suprimir esta gran barrera exige tenerla antes para los demás vehículos, cosa que en la inmensa mayoría de países, como en España, no sucede. Por otra parte, esto es lo que permite, también, fomentar el vehículo eléctrico sin poner dinero público sobre la mesa (renuncian a una cierta recaudación, pero nada sale de las arcas públicas).
Conclusiones
La principal conclusión que se puede sacar es clara como el agua clara: las personas compran coches que tienen sentido económico y práctico. Para lograr una adopción masiva de vehículos eléctricos lo único que hay que conseguir es que su coste tenga sentido y su utilización práctica también lo tenga.
La conciencia ecológica está muy bien, pero al pasar por caja el usuario particular se acaba decantando por su conciencia económica particular. Si un coche es objetivamente peor que otro, objetivamente más caro que otro o ambas cosas a la vez, no parece muy sensato esperar que el público lo adquiera masivamente por razones exclusivamente ideológicas…
…y lo demás son juegos florales.
Fuente: Green Car Reports
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