No podemos decir que hablemos de una sorpresa mayúscula, pues siendo francos, era una noticia que conocíamos desde el mismo momento que dio lugar la presentación del Rolls-Royce 102EX. Parece que alrededor de estas cotas de lujo, calidad y representación, la propulsión eléctrico no es todavía una necesidad para evolucionar. El fabricante británico es rotundo en los motivos que responden al aplazamiento definitivo del proyecto: sus clientes no están interesados en la propulsión eléctrica.
Digamos de otro modo, que los clientes de la firma del espíritu del éxtasis no ubican en su vehículo de lujo no un motor eléctrico, sino principalmente un pack de baterías que difícilmente pueden ofrecer prestaciones similares a sus homólogos de motor de gasolina. El proyecto ha servido a la marca para recopilar información de vital importancia, marcando un primer punto de partida para un futuro a medio-largo plazo. Pero hasta nuevo aviso, Rolls-Royce no contempla la opción eléctrica para su gama de modelos.
El Rolls-Royce 102EX llevó a cabo un particular periplo a lo largo de todo el globo para hacer de salón rodante y mostrar, tanto a la marca como a sus principales mercados, las bondades y defectos de esta berlina que superaba los 2.700 Kg. Su batería suponía un hito por capacidad, hablamos de unos descomunales 71 kWh, por lo que el principal inconveniente resulta fácil de adivinar, un tiempo de recarga que podía sobrepasar las 20 horas en una toma convencional, 8 horas en conexión trifásica.
Toda una cifra a tener en cuenta que además otorgaba apenas 200 Kilómetros de autonomía global. Su velocidad estaba limitada a 160 Km/h y la aceleración de 0-100 Km/h alcanzaba los 8 segundos. De entre sus mayores virtudes cabía destacar un empuje constante gracias a los 800 Nm que emanaban de su sistema de propulsión eléctrica, pero que frente al V12 biturbo diseñado por BMW, pues tampoco es que nos encontremos con una diferencia muy a favor de la variante más amable con el medio ambiente.
En definitiva se nos hace cuesta arriba poner en un mismo saco un cliente altamente exigente y amante de conceptos muy básicos, con una tecnología innovadora a la par que insuficiente para alguien que busca «navegar» en la banqueta trasera de un Rolls-Royce. Todo ello sumado al inexistente aliciente que supone en estos casos la economía de consumo o la reducción de emisiones que otorgan los eléctricos. Por ello no creo estar muy equivocado cuando pienso que los eléctricos, en las economías más pudientes, o bien son adquiridos por la imagen que proyectan de uno mismo o bien por hacernos partícipes de la última novedad.
De este modo creo entender que la firma británica podría centrarse a partir de ahora en mejorar la eficiencia de su gama, del mismo modo que Bentley ya habla abiertamente de opciones híbridas dentro de su catálogo. Así la electrificación total sería un último paso en la evolución natural de las mecánicas, introduciendo de manera pausada este tipo de propulsión, ofreciendo a la vez un margen de tiempo para la urgente y necesaria mejora de las baterías.
Fuente: AutoblogGreen
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