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Conducción autónoma Google: «Lo más importante que un ordenador puede hacer en los próximos 10 años es conducir un coche»

La frase es de Anthony Levandowski, el responsable de negocio de conducción autónoma en Google, y me ha parecido tan acertada que no he podido resistir la tentación de ponerla en el título, a pesar de su inadecuada longitud. Es hora de dar un repaso a la situación actual del colosal proyecto de Google y, de paso, argumentar las razones por las que no hay nada más importante que un ordenador pueda hacer en la próxima década.

Se empieza a hablar del año próximo para poner la tecnología en el mercado, y Google está buscando compañeros de viaje entre las empresas automovilísticas para llevar hasta el final este fabuloso reto técnico. El nivel de desarrollo presente es realmente avanzado, si bien quedan algunas cosas por pulir y algunos cientos de miles de kilómetros por recorrer antes de estar totalmente seguros de que el sistema es comercializable.

Por qué es tan difícil lograr la conducción autónoma

Emular esta capacidad de decisión humana en base a un programa lógico capaz de reaccionar a imprevistos es increíblemente difícil

Puede que la respuesta a esta pregunta parezca obvia, pero tal vez no lo sea tanto. Al fin y al cabo, la precisión de los mapas y los sistemas de posicionamiento podrían hacer pensar que no es tan difícil hacer que un vehículo conduzca solo… y así sería si las calles y carreteras fuesen siempre exactamente iguales.

El problema es que hay coches, peatones, animales (me refiero a perros y gatos, no a otros conductores) y una inmensa variedad de obstáculos y variaciones imprevisibles en cualquier recorrido. La clave aquí es «imprevisibles», lo que nos sitúa en el terreno de la reacción en tiempo real.

Esta variabilidad obliga al conductor a tomar miles de micro-decisiones para cubrir cualquier trayecto, cosa que el cerebro humano resuelve sin siquiera ser muy consciente y con toda facilidad. Emular esta capacidad de decisión humana en base a un programa lógico capaz de reaccionar a imprevistos es increíblemente difícil. Y ese es el problema y el reto.

Por qué es tan importante alcanzar el objetivo de conducir autónomamente

Existen varias razones importantes por las que la conducción autónoma será un pequeño paso en el desarrollo tecnológico pero un gran paso para la humanidad.

El año pasado murieron en accidente de tráfico 32.788 personas sólo en Estados Unidos, un país con un índice de accidentes particularmente bajo (y también un parque móvil inmenso). Puesto que el 90% de los accidentes se debieron a errores humanos, en teoría bastaría con eliminar el factor humano de la conducción para salvar la vida a unos 29.509 americanos al año, 2.459 al mes, 82 al día y más de tres por hora, de día y de noche. Por supuesto, el razonamiento es aplicable al resto del mundo, con lo que la cifra es todavía mucho mayor.

¿Y si nos diesen una píldora que extendiese nuestra vida en un 10% sin ningún efecto secundario?

Existe, sin embargo, otra razón si cabe más seductora, aunque no me atrevo a decir que más importante. En palabras del propio Levandowski «… ¿y si nos diesen una píldora que extendiese nuestra vida en un 10% sin ningún efecto secundario?.. teniendo en cuenta el tiempo que pasamos en el coche, la conducción autónoma es esa píldora.

En efecto, aunque la frase es claramente sensacionalista, lo que plantea es la posibilidad de transportarnos mientras hacemos otras cosas que no son conducir. Se refiere a leer, trabajar, escribir o relacionarnos con otras personas con toda nuestra atención mientras el coche nos lleva.

Por supuesto, lo de vivir un 10% más supone que mientras conducimos no estamos viviendo y que ese tiempo está totalmente perdido, lo cual no acaba de ser exacto. Pero captamos la idea y a mí, al menos, me atrae muchísimo. No quiero ni pensar lo que le puede gustar a quienes ni siquiera les gusta conducir o simplemente no pueden hacerlo… el proyecto podría cambiar la vida a millones de personas.

El proyecto podría cambiar la vida a millones de personas

A partir de aquí, la imaginación es el límite a las ventajas posibles con vehículos que se conduzcan solos. Nos podrían recoger en la puerta y dejar en la puerta siempre para irse a aparcar por su cuenta, por ejemplo. De hecho, sería casi absurdo tener un vehículo propio en exclusiva, pues sería mucho más razonable compartir flotas de vehículos itinerantes y llamar al que esté más cerca en cada momento. En fin, un nuevo mundo de posibilidades de transporte.

Situación actual del proyecto de conducción autónoma Google

Básicamente, el sistema es capaz de determinar la posición del vehículo con un margen de error de 5 a 10 cm. Cuando se introduce un destino, utiliza los servicios de Google maps (tenía que ser) para trazar la mejor ruta. A partir de aquí, con la ayuda de un escáner láser, una cámara y un radar se construye un modelo del mundo que rodea el coche y se categorizan los seres y objetos, fijos y móviles, con ayuda del correspondiente software.

El sistema es capaz de determinar la posición del vehículo con un margen de error de 5 a 10 cm

El sistema está programado para llevar a cabo una conducción eficiente y defensiva, es decir, para transportarnos suavemente y con el menor consumo de combustible técnicamente posible, al tiempo que se asegura de que no nos pase nada.

Una de las grandes ventajas que pone sobre la mesa es que el sistema es compatible con todo lo que conocemos tal cual lo conocemos, y no necesita de balizas o señalizaciones especiales en calles o carreteras para funcionar, ni tampoco de emisores en los restantes vehículos. Parece que han conseguido que el sistema reconozca las cosas tal como lo haría una persona al volante, sin necesidad de que emitan señales de su posición o velocidad.

Han conseguido que el sistema reconozca las cosas tal como lo haría una persona al volante, sin necesidad de que emitan señales de su posición o velocidad

En realidad, se han cubierto más de 400.000 km en conducción autónoma y condiciones reales, pero los responsables del proyecto pretenden hacer aproximadamente el cuádruple de esa cifra antes de plantearse empezar a comercializar la tecnología. Con una buena flota de vehículos rodando constantemente, tampoco tendría que llevar mucho tiempo.

Finalmente, y como puntos débiles del sistema o últimas aristas a pulir tendríamos las situaciones en las que la carretera no está donde tendría que estar, como en un desvío por obras que nos obligue a circular por el carril contrario entre conos, por ejemplo. Para un humano no hay problema, pero convencer al ordenador no es tan sencillo y todavía hay cosas por terminar en este terreno.

Por otro lado, Google entiende que siempre existe la posibilidad de un fallo en el sistema. Concretamente, lo que más se teme es un fallo en un sensor clave (a pesar de su redundancia) y la posibilidad de tener que hacer una transición a conducción humana en caso de una emergencia no gestionable por el sistema sin ese sensor vital. Se habla de tiempos de transición de entre 10 y 20 segundos, puesto que el conductor humano «no se espera» la llamada de auxilio de su chófer cibernético y de hecho se supone que está haciendo cualquier cosa menos atender al tráfico.

En definitiva y en espera de futuras noticias adicionales sobre este importantísimo desarrollo tecnológico, sólo me cabe dar muchos ánimos a Google para que puedan lograr (con colaboración externa o sin ella) tan ambicioso objetivo.

Estoy seguro de que llegaremos a verlo.

Fuente: Green Car Congress | Autopia
En Tecmovia: Google ya cuenta con su primera licencia para coche autónomo | Los ciegos ya pueden conducir, gracias a Google

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David García Artés

David comenzó a trabajar en Diariomotor en junio de 2011, escribiendo artículos casi como hobbie, en lugar de ver la televisión después del trabajo. Poco a poco fue ganando responsabilidades, primero como coordinador editorial en Tecmovia, más tarde como probador (nunca ha dejado de serlo) y finalmente como Director General desde julio de 2020. Es economista (1998) e ingeniero (2011) de formación. Seguir leyendo...

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