Imaginemos por un momento que somo poseedores de un vehículo eléctrico, da igual el que sea mientras éste necesite de recargar sus baterías para seguir su camino, pues bien, en un momento dado necesitamos recargar sus baterías y acudimos hasta el punto de recarga más cercano, conectándolo a éste y alejándonos despreocupados durante su tiempo de recarga. Al poco tiempo recibimos una alerta vía móvil de que nuestro vehículo ha sido desconectado, retornando el camino hasta el lugar de conexión y observando que otro vehículo eléctrico ha desenchufado nuestro eléctrico para recargar el suyo, ¿Qué hacer en este momento?
Pues como se suele decir en estas circunstancias, la realidad supera a la ficción en demasiadas ocasiones, y este hecho se ha producido durante la toma de contacto que efectuaba un periodista de la publicación Forbes a bordo del Ford Focus eléctrico. La anécdota tuvo al usuario de un Coda como el otro participante implicado, el cual asegura haber desconectado el Focus tras verificar que el punto de recarga informaba que la recarga del eléctrico de óvalo estaba completada.
Este hecho, aparentemente puntual y sin mayor repercusión, sí que establece una serie de deficiencias de profundo calado a la hora de enfrentarse a la recarga eléctrica en lugares públicos. El hecho de no contar con un sistema claro de bloqueo de conectores hace posible, no solo la cancelación del proceso de recarga, sino el temido robo del cable necesario para efectuarla. No quiero imaginarme el precio que se puede llegar a pagar por uno de estos cables en el mercado negro que adolecen países como España.
Por otro lado, y analizando en profundidad la situación, nos encontramos la típica aplicación de la ley del más fuerte ante una escasa red de puntos de recarga, añadiendo además unas posibilidades de uso muy reducidas si nos atenemos a los tiempos de carga necesarios para cada vehículo. Si a estos sumamos, como bien apuntaba el propio periodista encargado de la prueba, el hecho reiterado de encontrar las plazas delimitadas para vehículos eléctricos ocupadas por vehículos que no lo son, el resultado es un cúmulo de despropósitos que dejan al propietario de un eléctrico con la única seguridad de recargar en su propio domicilio.
¿Es excesivamente confiado el sistema de recarga en lugares públicos? pues, lamentablemente, la respuesta no es otra que un rotundo y clamoroso sí. Si las posibles 6 horas de media que necesita nuestro vehículo eléctrico pueden ser penalizadas por multitud de factores tales como: la desconexión voluntaria, problemas de la red, escasez de puntos, desperfectos por vandalismo y la temida guerra entre patentes, hablamos de un claro fracaso de la industria y las infraestructuras para desarrollar la necesaria red de recarga para los vehículos eléctricos.
Fuente: AutoblogGreen
En Tecmovia: ZEM2ALL: la movilidad eléctrica convierte a Málaga en un laboratorio del mañana | CHAdeMO vs. estándar SAE: la guerra de patentes podría afectar al despegue de los eléctricos