No es un taxi, no es un alquiler con conductor… es SideCar. Una app para conductores, otra para pasajeros, un montón de gente queriendo compartir coche y el car-sharing está servido. Eso es lo que piensan los fundadores de SideCar, una nueva fórmula para compartir coche made in América con la que ciudadanos de San Francisco ya consiguen desplazarse a diario.
La idea es que gente corriente con un coche normal y plazas libres en sus trayectos ofrezca ese espacio vacante a través de una aplicación. Al mismo tiempo, otra gente corriente que quiere desplazarse de un lugar a otro informa a la red de su origen y destino deseado. A partir de aquí, un conductor «acepta» el trayecto a cambio de una donación libre y voluntaria por parte de su «cliente», siempre a través del móvil. Un sistema de puntuaciones para conductores y pasajeros tipo e-Bay termina de redondear un producto que puede dar mucho que hablar y que parece una fórmula perfecta para para ciertos desplazamientos.
Llama la atención la cantidad de coches que se mueven a diario por nuestras ciudades con un solo individuo a bordo y los poquísimos que circulan con más de dos personas, en general, a pesar de contar casi siempre con cinco plazas. En términos económicos, esto es una enorme ineficiencia aplicada al transporte y el resultado son atascos y elevados costes por individuo desplazado y kilómetro recorrido.
Para utilizar de un modo más conveniente toda esa capacidad de transporte desperdiciada SideCar nos propone (de momento a los habitantes de San Francisco) una fórmula totalmente novedosa, apoyada en una aplicación para iPhone y Android. Posiblemente no funcione muy bien para trayectos extraños a horas poco habituales, pero para desplazamientos en hora punta entre zonas residenciales y zonas de trabajo (ida y vuelta) da la sensación de tener mucho potencial.
Entrando un poco en los detalles, los conductores se dan de alta aportando una serie de documentos legales (permiso de conducir, seguro…) para que no haya ningún problema de identificación o responsabilidad. Además, han de pasar una entrevista personal con los gestores del servicio (por video-llamada, claro) para obtener su aplicación para conductores y empezar a funcionar. A partir de aquí, en la franja horaria en la que están disponibles para trayectos activan la aplicación y empiezan a recibir solicitudes de posibles usuarios del servicio. No tienen obligación de aceptarlas.
Los potenciales pasajeros también han de darse de alta aportando datos personales inequívocos que incluyen una tarjeta de crédito (todo el mundo es visible con su identidad real). Una vez dados de alta, solicitan trayectos concretos origen-destino y esperan a que algún conductor se ofrezca a llevarlos. Al final del viaje, sólo han de realizar un donativo voluntario, de nuevo a través de la aplicación, estando prohibida cualquier otra forma de compensación económica. El conductor debe puntuar al pasajero y viceversa, lo que debería dejar fuera de juego a los típicos «pesados» y «caraduras» en unos pocos trayectos, mediante puntuaciones negativas que evitarán que vuelvan a ser aceptados en el futuro.
Con respecto al importe de la «carrera» la aplicación sugiere la donación media para cada trayecto, a modo de referencia, antes de proponer el pago. Todos los viernes, los conductores reciben en su cuenta el importe de los trayectos realizados (menos un % que se quedarán los dueños del invento, supongo yo), con lo que les puede salir más o menos gratis el mantenimiento de su vehículo que, posiblemente, utilizarían de todos modos para ir casi al mismo sitio. Y además, conoces gente.
Taxistas del mundo… ¡glup!
Foto: MikeBehnken
Fuente: HybridCars | SideCar
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