Los sistemas de seguridad activa, los destinados a evitar accidentes, se han convertido en piezas esenciales en el equipamiento de cualquier vehículo desde hace ya bastante tiempo. Avances como el ABS o el control de estabilidad han supuesto una mejora importantísima e incuestionable en la seguridad vial de todos nosotros, avalada por la reducción de accidentes efectiva que se da en los coches que los equipan frente a los que no, a lo largo del tiempo.
Dicho esto, en los últimos años se han incorporado diversos sistemas novedosos cuyo objetivo es continuar reduciendo el riesgo de colisión, pero cuya efectividad hay que poner en contraste con datos reales antes de darla por supuesta. Eso han hecho los responsables del Insurance Institute for Highway Safety, una institución norteamericana que estudia datos reales de siniestros. En su último estudio sobre seguridad han llegado a la sorprendente conclusión de que, mientras algunos sistemas como la frenada autónoma o los faros adaptativos sí reducen sustancialmente la probabilidad de accidente, otros, como la detección de cambio involuntario de carril, pueden llegar a ser perjudiciales. Los fríos datos no explican por qué pero, como veremos, parecen apuntar en esa dirección.
Empecemos por las buenas noticias. Según el mencionado estudio, los sistemas de detección de colisión inminente, en especial aquellos que cuentan con un mecanismo de frenada autónoma (Volvo XC60) están reduciendo significativamente el riesgo de colisión frente a los mismos vehículos no equipados con el sistema. Asímismo, los faros adaptativos, capaces de orientar el haz de luz en las curvas, también están incrementando la seguridad de sus ocupantes, siempre según las correlaciones obtenidas con datos de siniestros reales en vehículos con y sin el sistema.
Aplicando el mismo análisis, basado en el número de incidencias por vehículos-año asegurados, otros sistemas como el aparcamiento asistido o la detección de vehículos en el ángulo muerto del espejo, no muestran una correlación significativa, ni para bien ni para mal, con el número de accidentes declarados. Esta neutralidad podría deberse a que los mencionados sistemas aún tienen terreno por delante para evolucionar, pero por una razón u otra no parecen tener todavía el efecto deseado.
Finalmente, y en el lado negativo, sorprende y mucho la correlación negativa entre la instalación de sistemas de detección de cambio involuntario de carril y la reducción del número de accidentes. El caso es que en la muestra utilizada, que incluía vehículos desde 2001 hasta 2011 de diferentes marcas y modelos, con y sin el avisador, la presencia de éste se correlaciona con un leve aumento de la siniestralidad, en lugar de una reducción.
Parece precipitado sacar la conclusión de que los sistemas de aviso de cambio de carril «son malos» y no seré yo quien la proponga. No obstante, sí parece sensato pararse por un momento a pensar si no habrá algo en algunos de ellos suficientemente mal diseñado como para distraer al conductor en lugar de ayudarle. Pondré dos ejemplos para que se entienda lo que quiero decir.
Si el sistema de aviso de cambio de carril consiste en una señal sonora de alarma y un indicador luminoso en el cuadro, parece imaginable que el conductor (partimos de que va algo despistado y cambia de carril sin querer) se sobresalte y tarde unos segundos en entender la señal, mientras intenta leer el mensaje en letras rojas en su cuadro de instrumentos. Tal vez en algunas ocasiones ese momento de confusión sea suficiente para provocar un accidente, que se reflejaría en las estadísticas.
Otro planteamiento posible para el mismo sistema sería una señal en forma de vibración del asiento del conductor en el lado donde pisamos la línea. Este otro tipo de señal de alarma parece más fácil de interpretar, porque nos recuerda de inmediato lo que sucede cuando pisamos una línea rugosa y nos invita a reaccionar instintivamente corrigiendo la trayectoria en la dirección correcta. No hay pitidos, no hay luces rojas, no hay sobrerreacción y volvemos al carril.
Sea así, sea al revés o sea como sea, el hecho es que un sistema de seguridad activa que no reduce los accidentes (no digamos si encima los aumenta) representa un sobrecoste absurdo y contraproducente que la industria del automóvil, representada en cada una de las marcas fabricantes, no se puede permitir ni por un solo minuto.
Para hacérselo mirar, sin duda.
Fuente: Autonews | Jalopnik
Estudio original: Insurance Institute for Highway Safety
En Tecmovia: Mazda CX-5, detector de cambio involuntario de carril [Laboratorio Tecmovia] | Ford evita que sus coches se salgan del carril con Lane Keeping System