Todos sabemos en mayor o menor medida que en la actualidad se están imponiendo, ya sea sobre los vehículos diesel o gasolina y de manera general, cada vez más un mayor número de requisitos en cuanto normas anticontaminantes se refiere, con la entrada por ejemplo de la norma Euro VI, la cual introduce importantes cambios para reducir la emisión de gases contaminantes a la atmósfera y un mayor control sobre las emisiones que produce.
Podemos pensar que a nivel internacional existe un convenio o un tipo de normas que controle estas emisiones en global, al igual que ocurre con las normas Euro, pero lejos de ser así, en cada zona o país se establecen distintos tipos de normas anticontaminación e incluso en algunos lugares simplemente, no existen o están bien lejos de estar al nivel europeo. Pero ¿por qué ocurren estas grandes diferencias en materia de control de gases contaminantes y contaminación?.
Primeras normas anticontaminación
Las primeras normas anticontaminación vienen impuestas por el gobierno americano y se inician en el período de finales de los años 70 en los EE.UU. para frenar de alguna manera los gases nocivos que producían los automóviles. Con ello los fabricantes han de empezar a invertir cada vez más en un aumento de la tecnología de sus modelos, con la introducción de las primeras centralitas electrónicas analógicas que controlaban el flujo del caudal de combustible y como consecuencia, los gases emitidos.
En Europa, las normas Euro fueron creadas en el año 1987 y aprobadas como medida de control en materia de contaminación, de obligado cumplimiento para los fabricantes de vehículos desde su introducción en el año 1993 y se han ido actualizando periódicamente con nuevos requisitos para poder disminuir tanto la cantidad como el tipo de gases contaminantes emitidos a la atmósfera.
El coste materíal y económico de aplicar mayores restricciones sobre las emisiones se traduce en mayores inversiones en investigación, desarrollo y tecnología en la fabricación de los distintos vehículos por parte de los fabricantes automovilísticos y en un coste final económico más elevado para el cliente como consecuencia de un encarecimiento sobre el producto, el automóvil.
Un mundo globalizado…pero distinto
Cuando se observa sin embargo el mapa mundial con las distintas separaciones respecto a las normas anticontaminación, ya sean Euro, americanas o cualquier otra norma diseñada por los distintos gobiernos, se observa una completa disparidad, tanto de países que cumplen dichas normas como los que no lo hacen. Por poner un claro ejemplo, en la zona europea podemos observar que la norma Euro V es la estándar menos en la zona de los Balcanes en donde lo es la Euro II.
Si seguimos observando con algo de más detenimiento podremos darnos cuenta de una manera rápida en qué países todavía se sigue sin implantar las nuevas normas más estrictas. De una manera generalizada se observan dos tipos distintos de países en los que no se rigen por las normas anticontaminación más modernas, aquellos en los que están en vías de desarrollo y otro tipo en los que basan su principal economía en los hidrocarburos. Estos países se rigen todavía por normas anticontaminación anticuadas como lo pueden ser la Euro I o Euro II, unas normas que cabe que recordemos que su introducción datan, respectivamente, de los años 1993 y 1996-1997.
Esto nos hace reflexionar al respecto, ya que si bien existen multitud de países que intentan frenar de manera alguna la contaminación con un escrupuloso cumplimiento, hay otros en los que todo esto queda de lado, apartado quizás por la falta de infraestructuras necesarias para poder cumplirlas o quizás, por una economía que se basa en un abuso literal respecto a los hidrocarburos.
En el primer caso, aquellos países en vías de desarrollo, está justificada de alguna manera que dichas normas estén cuanto menos obsoletas. Si ya debe ser complicado poder sobrevivir en un entorno como ése, no se puede exigir que se cumplan las normas anticontaminantes como se hacen en los países industrializados, en los que cada familia tiene dos, tres e incluso cuatro vehículos por casa.
Tenemos que tener presente que la reducción de los gases contaminantes influye directamente al alza en el precio final del automóvil o vehículo, y que en estos países en vías de desarrollo, como por ejemplo Egipto, un automóvil es ante todo una herramienta con la que poder trabajar, una herramienta que sea sencilla, simple, fiable y robusta.
Hay otros países que no podrían llamarse tercermundistas como en el anterior caso, pero en los que la gasolina y los hidrocarburos son la principal motorización de la economía del país. En este caso podemos hablar de Venezuela junto a otras zonas como la saudí o los países ex-satélites de la ya desintegrada URSS, todos ellos caracterizados por ser países productores de crudo y de sus productos derivados como lo puede ser el gas, fuel, etc.
Para haceros una idea al respecto, mientras en España el precio de la gasolina está de media por encima del 1.40 €, en países como Venezuela, el litro se paga (si se puede decir así) a la irrisoria cantidad de unos 3 o 4 centavos de dólar. En casos como este vemos como el ser humano sigue sin darse cuenta del valor real de ciertas cosas, como lo es un producto destinado a ser cada vez más un bien preciado de consumo.
Si se imponen medidas correctoras respecto a la contaminación, directamente repercute en el consumo de combustible, con lo que una principal base económica de estos países queda literalmente tocada. Parece que no importa la contaminación, lo que importa es como siempre, el beneficio personal y el agotamiento de los recursos de los que disponemos, hay que remarcar y recordar, todos ellos finítos.
Conclusiones
Hay tantas conclusiones como matices o puntos de vista al respecto. Es evidente que en países tercermundístas en los que luchan literalmente por poder comer cada día es cuanto menos una idea algo descabellada exigir un obligado cumplimiento de normas anticontaminación o puesta al día de las actuales. Cumplir con las normas anticontaminación requiere de fondos económicos y grandes inversiones económicas, factores que quizás no tengan tanta prioridad como otros aspectos básicos. Primero como nación deben resolver sus problemas, ya sean internos o externos.
En los países industrializados, sin embargo, es necesario seguir con la política de leyes que favorezcan al Medio Ambiente y la ecología. Nosotros, en nuestro caso particular, tenemos los medios disponibles a nuestro alcance y no sería ético girar la cabeza y seguir pensando que el crudo es un producto que siempre estará disponible, que no somos responsables de la contaminación o que las consecuencias de su abuso no son tan alarmantes como pueda parecer. Lo es y como consecuencia de ello podemos atribuir parte del cambio climático. Recordemos que el principal causante de las emisiones contaminantes lo son naciones desarrolladas como EE.UU. o Australia, y no los países en los que no existen normas anticontaminación.
Respecto a los países productores de crudo, complicado. Está claro que a día de hoy, parte del motor del mundo en general, y más concretamente del mundo desarrollado, lo son los hidrocarburos. Nadie puede negar este hecho. Pero lo que si cabe hacer al respecto es un cambio de actitud, una re-educación al respecto. Un país productor tiene la suerte de disponer de un producto, el crudo, con el cual puede hacer caer literalmente naciones enteras.
Pero este privilegio no debe usarse como una moneda de intercambio o como un abuso, derrochándose y desperdiciándose como actualmente se está haciendo. Deberían destinarse más fondos para paliar los efectos contaminantes, recaudados directamente del negocio del crudo, como medida para evitar que finalmente, como ya está ocurriendo en muchas zonas, países productores, mejor dicho, empresas productoras, busquen su negocio particular lucrándose y explotando los recursos en los países de origen, mientras abogan por el Medio Ambiente en los países desarrollados.
Fotografía: servus
Fuente: Mercedes-Benz | ipsnoticias | noticias-de.com | fantini.com.ar
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