El vehículo que os presentamos hoy se llama Blackbird, también conocido por el acrónimo DDWFTTW (con viento a favor más rápido que el viento). Su hazaña consiste en desplazarse impulsado únicamente por la fuerza del viento logrando velocidades mayores que la del propio viento. El ingenio eólico es capaz de moverse con el viento en contra alcanzando una velocidad de 2,01 veces la del propio viento. Si esto parece difícil, lo que verdaderamente es increíble es que el mismo vehículo es capaz de avanzar con viento a favor hasta 2,86 veces más rápido que el aire que lo impulsa.
Con unos mínimos conocimientos de física, ambos récords parecen sencillamente imposibles. Por eso es preciso bajar hasta los detalles del invento y comprender su funcionamiento mientras circula en ambas direcciones para que, al menos, le entre la duda hasta al más escéptico. Yo tampoco me lo creí en un primer momento, pero nada como una buena explicación y un vídeo para asimilar este aparente absurdo dinámico.
Cualquier aficionado a la vela sabe que, cuando sopla de popa, no es posible navegar más rápido que el viento. La razón es obvia: si la embarcación alcanzase la velocidad del viento, no recibiría ningún viento relativo sobre sus velas. Este es, precisamente, el punto de partida que hay que olvidar para empezar a entender el Blackbird, que lleva batiendo récords desde el año 2010.
Con el viento en contra, las aspas del gran molino comienzan a girar, impulsando las ruedas hacia adelante. Cuanto más rápido se mueve, más viento recibe y más rápido puede hacer girar las ruedas. La velocidad de equilibrio se alcanza cuando la resistencia aerodinámica del conjunto de palas girando y vehículo rodando iguala la fuerza impulsora, lo que sucede a 2,01 veces la velocidad del viento con respecto al suelo. Es sorprendente, pero al menos no contradice ninguna ley física de forma evidente.
Con el viento a favor, el vehículo comienza a rodar por el puro efecto del viento trasero. Las ruedas comienzan a girar muy lentamente y son éstas las que hacen girar las aspas. El mecanismo está invertido con respecto al caso anterior. A medida que el vehículo va ganando velocidad, hace girar las aspas más rápido, obteniendo poco a poco algo de tracción del molino, lo que acelera más el giro de las ruedas, que incrementan el impulso de las palas en un círculo virtuoso de movimiento de avance.
Para los aficionados a la termodinámica, es importante aclarar que no se trata de una máquina de movimiento perpetuo: el aporte energético externo es el viento a favor, que no cesa en ningún momento. Llega un punto en el que el viento a favor empieza a ser viento relativo en contra, pero para entonces las palas giran tan rápido que todavía es capaz de ganar algo más de velocidad, hasta alcanzar 2,86 veces la del viento inicial con respecto al suelo.
Reconozco que cuesta creerlo.
Fuente: Autobloggreen | Wired
En Tecmovia: Prototipos eólicos, con el viento en la cara | Enemigos de la eficiencia: la resistencia aerodinámica