Un nuevo proceso en la producción de biocombustible desarrollado por la Universidad de Michigan State, produce 20 veces más energía que los métodos existentes hasta el momento. Este nuevo descubrimiento está basado en el uso de microbios que procesan deshechos procedentes de la agricultura para producir etanol e hidrógeno.
Una española afincada en EE.UU., Gemma Reguera es la investigadora al mando del equipo de microbiólogos, que han desarrollado el sistema bioquímico bautizado como células de electrólisis microbiana o MECs, el sistema consta de dos etapas, en la primera se hace uso de una bacteria para descomponer y fermentar deshechos agrícolas y transfórmalos en etanol. Mientras que en la segunda etapa se introduce otra bacteria que elimina los productos no procesados anteriormente y los consume generando electricidad e hidrógeno.
Se han investigado métodos similares de células de combustible microbianas en el pasado, estos métodos eran capaces de recuperar hasta un máximo de 3,5% de energía de la planta de maíz, la materia prima más común para producir biocombustibles, sin embargo, la nueva tecnología de la Universidad de Michigan es capaz de recuperar una media del 35 al 40% sólo en el proceso de fermentación.
Esto es debido a que la bacteria empleada en la primera fase, ha sido cuidadosamente seleccionada para ser lo más eficiente posible en el proceso de fermentación y al mismo tiempo producir bioproductos que puedan ser metabolizados por la batería productora de electricidad de la segunda fase. Esta electricidad se emplea en generar hidrógeno en los MECs a traves de la hidrólisis que incrementa el proceso de recuperación de energía aun más. De hecho la producción de hidrógeno supone doblar la capacidad de energía recuperada situando la tasa de recuperación total un 73%, lo que supone una tecnología sumamente atractiva desde el punto de vista comercial y ecológico.
En este sentido Reguera continúa optimizando sus MECs, con el objetivo de desarrollar un sistema descentralizado que ayude a procesar deshechos agrícolas de una manera rentable a pequeña y mediana escala para, de esta manera, crear un método atractivo para las granjas de reciclar deshechos mientras producen combustible. Si el proyecto llega a buen puerto y se masifica el uso de esta tecnología, podemos estar hablando de un hito tecnológico y medioambiental, ya que el precio de los biocombustibles previsiblemente se vería reducido gracias a su mayor tasa de recuperación y la preocupante dependencia del maíz por parte de la industria de la automoción se podría ver mitigada.
Fuente: autobloggreen
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