El fabricante de automóviles de lujo Rolls-Royce acaba de hacer público su negativa rotunda a los propulsores diésel, una medida fundamentada en los gustos y necesidades de su clientela y que es acompañada de la anterior medida que dejaba en dique seco cualquier posibilidad de ver un Rolls propulsado por un motor eléctrico y alimentado por baterías. Por el momento no habrá eléctricos, y muchos menos motores diésel en el vano motor de un Rolls.
Esta decisión por parte de Rolls-Royce no es de extrañar teniendo en cuenta los patrones que rigen la marca, donde en la actualidad toda su gama se basa en el mismo concepto mecánico, un propulsor V12 gasolina con doble turbocompresor. La cuestión es que se pretende expandir la oferta del fabricante hacia otros segmentos, y esa crecimiento también alberga una necesaria expansión de las posibilidades mecánicas. La matriz BMW tiene mucho que ofrecer en este sentido, pero el mercado potencial de Rolls no parece muy por la labor de experimentar con nuevas ideas.
Su principal rival, Bentley, ya habla abiertamente de híbridos y downsizing
El interés que despierta Rolls-Royce al abordar estos asuntos siempre guarda como telón de fondo la ineludible comparación con Bentley, quien a lo largo de un plazo de 10 años ha cambiado profundamente su filosofía como fabricante de lujo, una nueva forma de hacer las cosas propiciada por el poder que ejerce Volkswagen, los tiempos actuales y el alto interés en convertir a la marca en una máquina de hacer dinero con cualquier nuevo producto que en su parrilla esgrima la famosa «B» alada.
Recordemos que el último movimiento es un peculiar SUV, con nombre Bentley EXP 9F y que a muy pocos gusta, pero que llegará al mercado más pronto que tarde para contentar a los que buscan un vehículo de este segmento repleto de lujo en cada más mínimo detalle. Rolls-Royce por su parte ha negado de manera tajante que un SUV o posibles derivados vayan a salir de sus cadenas de producción, la tradición manda y por el momento las berlinas y sus variantes coupé y descapotable seguirán siendo las carrocerías que veremos fabricar por la marca.
Pero la cuestión vuelve a ser la misma, ¿Qué propulsará a los próximos Rolls-Royce con la normativa de emisiones que se avecina? La única carta que queda al abordar las probabilidades es la de la hibridación de las actuales mecánicas para rebajar los consumos a modo de funcionamiento eléctrico asistido, o profundizar más en el aspecto técnico y crear una nueva planta específica con un motor gasolina más compacto y un sistema híbrido de más poderío capaz de igualar las prestaciones de los modelos actuales, pero ofreciendo una notable reducción de consumos y emisiones.
¿Cuánto queda entonces para ver rodar a un Rolls-Royce híbrido?
Fuente: WCF
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