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Probamos Autolib, el «Car Sharing» eléctrico de Paris

La mañana es fresca pero soleada en Issy les Molineaux. Desayuno en un pequeño bar situado a 300 metros del Salón del Automóvil intentando leer las noticias en «Le Parisien», antes de dirigirme al centro de Paris para dar un paseo. No me he preocupado de mirar donde está la parada de metro más próxima, porque me he propuesto conducir hasta la puerta de Notre Dame. Y no será el nuevo Golf, ni el nuevo León. Ni siquiera el descubierto Honda Ev-Ster. Hoy conduciré un Bluecar, el pequeño eléctrico en el que se basa Autolib, el servicio de “Car Sharing” más avanzado de Europa que desde diciembre de 2011 funciona en Paris. Un sistema de alquiler de coches eléctricos similar a nuestros “bicing” que tiene 37 000 usuarios y con sus 1800 coches ha proporcionado 580 000 usos en 10 meses. Mi visita al Salón del Automóvil terminó probando para Tecmovía este proyecto pionero, un avance del que puede ser una gran alternativa para el transporte urbano del futuro.

Inscripción a distancia

La inscripción en el sistema es el proceso más complicado del uso de Autolib, y creo que eso ya dice mucho de la facilidad de uso del servicio. La empresa ofrece diferentes cuotas de abono, desde la anual (144€) al la de un sólo día (10€). Posteriormente el uso de los coches tiene un coste que incluye un tramo mínimo de 20 minutos que se cobra siempre (entre 5 y 7 € dependiendo del tipo de abono) y

Teniendo el DNI, el carné de conducir y un medio de pago se puede completar el registro en 15 minutos por videoconferencia

después de ese tiempo una tarificación adicional por cada minuto extra. En mi caso hice la inscripción en el stand del grupo Bolloré en el propio Salón del Automóvil, pero el proceso se puede realizar mediante una videoconferencia en cualquiera de los quioscos con aspecto de artefacto espacial que están en algunas estaciones. Sólo con presentar un documento de identidad, el carné de conducir y un modo de pago, en 15 minutos se ha completado el registro, que también puede realizarse por Internet.

Autolib en el mundo real

Entonces, ¿Cómo funciona Autolib en el día a día? La respuesta es sencilla: con facilidad. A través de la aplicación para smartphone uno puede reservar coche en la estación más próxima con hasta media hora de antelación, y plaza de aparcamiento en la estación de destino con hora y media de adelanto. En mi caso opté por la opción tradicional, ir andando hasta la estación más próxima, y eso me permitió comprobar comprobar uno de los principales inconvenientes que el sistema está encontrando en sus primeros meses: a veces es difícil encontrar un coche cerca. De las tres estaciones que se encuentran en escasamente 900 metros entre la calle Ernest Renan y General Leclerq, en dos no había coches. Por suerte en la tercera había tres disponibles.

Coger un vehículo es casi tan sencillo como en una estación de “bike sharing”. Me acerco a un poste de reserva con la tarjeta de usuario, tecleo mi clave y tras un breve protocolo el poste me indica el vehícul asignado. Lo abro posando la tarjeta en un lector junto al retrovisor del lado izquierdo, desconecto el coche del poste de carga abriéndolo y cerrándolo con  la tarjeta  y subo al coche. Colgada del volante encuentro una llave convencional con la que arrancar el coche girando hasta que un avisador electrónico me indica el encendido.

El Bluecar es un eléctrico diseñado por Pininfarina con una autonomía de 250 km en ciclo urbano

El Bluecar es el centro del universo Autolib. Un eléctrico con 250 km de autonomía en uso urbano, tan sencillo que no está pintado y su chapa muestra el crudo color metálico. Diseñado por Pinifarina y fabricado en Turin por Cecomp, es un dos puertas de cuatro plazas y 3’65 m de largo con pocas concesiones al lujo pero muy funcional: Acelerador y freno; una palanca de cambio con marcha adelante y atrás, un volante idéntico al de los Lancia Ypsilon, un navegador GPS y un sencillo cuadro de mandos en el centro del salpicadero. El puesto de conducción es extraño, con los pedales levemente desalineados y sin regulación en altura del asiento, con lo que la posición termina pareciéndose a la de una pequeña furgoneta. Los retrovisores quedan demasiado cerca del asiento del conductor lo cual obliga a girar la cabeza algo más de la cuenta, y la visibilidad frontolateral está entorpecida por el pilar A dividido en dos. Está claro que este coche no es un VW Golf.

Marco en el GPS la estación a la que quiero ir: Quai de Marché Neuf, 8, a 200 metros de la fachada de Notre Dame. Acelero levemente, el coche comienza a moverse en silencio… y a los pocos metros todas las reticencias acerca de la posición de conducción, la visibilidad o el cuadro de mandos se han esfumado. El Bluecar tiene ese simpático sonido como de nave espacial cada vez que se acelera con decisión que lo hace característico, pero se conduce con sencillez máxima.

La conducción del coche es sencilla y satisfactoria. Es silencioso, ágil y cómodo. Y cumple su cometido: llevarte de A a B

La dirección es muy suave para callejear por la ciudad (tiene un modo “parking” que aún la hace más suave), la respuesta del motor eléctrico está a la altura que la viveza del tráfico parisino requiere y la comodidad de desentenderse del cambio de marchas ayuda a quitar estrés a la conducción.

La incomodidad de que el indicador de velocidad y carga esté en el centro y la pantalla del navegador fuera del campo de visión no consiguen empañar una experiencia de conducción que es suficientemente satisfactoria. Aunque no produce un flechazo al inicio, después de unos minutos me encuentro surcando la Rue de Vaugirard camino de Notre Dame con el codo en la ventanilla y disfrutando del paisaje parisino. El coche hace el resto y cumple su cometido: llevarnos de un punto a otro de la manera más cómoda posible. Incluso dejando atrás a otros coches al salir de los semáforos. Tras equivocarme en un par de cruces por culpa de un navegador GPS un poco perezoso (algo que no sufrirán quienes conozcan la ciudad) y unos 25 minutos después de partir llego a la Ile de Paris, y aparco en la estación de Autolib sin recorrer un metro de más. Enchufo el coche al poste para que continúe recargándose, recojo todo, cierro de nuevo con la tarjeta magnética y me dirijo a la puerta de Notre Dame a recordar mis clases de Arte Gótico.

Costes, pros y contras

El coste de nuestro viaje de prueba fue de unos 17 euros (10 del abono de un día más unos 7 por el uso), que es claramente elevado si lo comparamos con el transporte público. El abono anual cuesta 144 € y el uso de los primeros 20 minutos desciende hasta 5€. Sobre la base de dos usos diarios 260 días al año (desplazamientos al trabajo) el coste de Autolib sería de unos 2800 € anuales para un particular, ciertamente una cifra respetable. Si comparamos con un abono anual de Metro, que puede costar entre 650 y 1200 € dependiendo de las zonas que cubra y con viajes ilimitados parece demasiado caro.

El coste anual de usar Autolib debe compararse con la compra y mantenimiento de un coche privado, y no con los abonos de transporte público

Pero si lo enfrentamos al coste de la compra, mantenimiento y uso de un coche particular en una ciudad como Paris, teniendo en cuenta impuestos, carburante, aparcamiento y mantenimientos la cifra ya no resulta tan desorbitada.Una de las pegas que tiene el servicio es la recirculación de los coches en horas y zonas de máxima demanda, que puede hacer que su disponibilidad sea limitada en algunos momentos. Pero ahí conviene confiar en la aplicación de Autolib para iOS y Android y su opción de reservar coche con antelación. La escala creciente del servicio, que pretender alcanzar los 3000 coches a finales del próximo año, podría mejorar mucho su eficiencia. Sin embargo el hecho de que sólo 14 000 de sus 37000 usuarios sean abonados anuales nos pone ante una realidad tozuda: En una ciudad con más de 10 millones de habitantes, Autolib sigue siendo a día de hoy un servicio minoritario.

El Car Sharing de Autolib contra la realidad

¿Puede este “Car Sharing” eléctrico retirar coches de las calles? Seguramente sí, en tanto que poseer un coche en las megaciudades actuales puede ser una pega más que una ventaja, y siempre que los usuarios busquen además de ahorro (que existe) librarse de las servidumbres de poseer un coche particular.

El número de coches es de 1800 y será de 3000 a finales del año que viene, lo cual multiplicará los 580000 usos que ha tenido desde su inicio

Ahora bien, si este sistema puede ser un interesante embrague entre el uso del coche privado y los sistemas públicos, difícilmente puede robar usuarios al metro, tranvía o autobús salvo escasas excepciones. Es decir, si bien dentro de 20 años puede ser diferente, en el mundo de hoy sólo puede representar una opción más para modular el panorama del transporte urbano.
No es sencillo cuantificar cómo afecta este cambio de uso a las necesidades del tráfico y a la reserva de espacios para el automóvil de la ciudad. O dicho de otra manera, cuantos coches “se ahorra” la ciudad por cada coche de Autolib. Los 2100 usos diarios que promedia el servicio desde su puesta en marcha bien podrían representar entre 4000 y 6000 usuarios que dejan su coche en casa cada día. Incluso más, porque el número de coches disponibles se ha multiplicado por 7 desde diciembre y el promedio de los últimos meses seguramente sea mucho más alto… pero no parece demasiado si lo comparamos con los 6 millones de coches existentes en la ciudad.

Autolib es una apuesta de futuro basada en un presente lleno de obstáculos. Según pudimos comprobar, hoy ofrece un servicio razonable a un precio no demasiado elevado y de forma completamente satisfactoria. Son los mimbres necesarios para que, poco a poco, vaya calando entre la ciudadanía la idea de que en las grandes ciudades (el entorno ideal para esta experiencia) es mejor compartir que poseer un coche, y además con ello podemos conseguir mejorar el entorno de las mismas. Después de todo, ¿quién nos iba a decir que en Barcelona o Zaragoza compartiríamos unas bicicletas feas y pesadas para ir a trabajar…?

Fuente:
En Tecmovia: Paris pone en marcha el mayor proyecto de car-sharing: Comien | El car-sharing hoy: cuanto se parece al futuro?

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Luis Miguel Ortego

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