La asociación de ingenieros de automoción SAE ha presentado de manera oficial el estándar que apoyará bajo la idea de unificar bajo un mismo conector las opciones de carga lenta y rápida. El estándar combinado como es denominado por SAE pretende llegar al mercado más tarde que otros sistemas de conexionado ya presentes en vehículos eléctricos e híbridos enchufables, pero pretende llegar con un amplio respaldo de fabricantes europeos y norteamericanos.
Mediante el empleo del socket J1772, SAE ha actualizado el estándar para añadir una línea capaz de trabajar con corriente continua en dos niveles de potencia distinta, usándose ambas líneas para poder unificar la recarga nominal y rápida en un único sistema de conexión que pretende llegar a ser el sistema de conexionado global.
La actualización del estándar para la recepción de la posibilidad de la carga rápida era el único pilar que faltaba para que SAE pudiera posicionarse de manera oficial a favor de este socket. Obviamente no hablamos del estándar que regirá la industria en un futuro a corto plazo, pues en este punto tiene mucho que decir la industria japonesa situada a favor del sistema de recarga rápida CHAdeMO y fabricantes minoritarios como Tesla que se niegan a adaptar sus vehículos por el momento a un único sistema de conexionado.
La adición de dos posibilidades empleando la corriente continua favorecerá el poder emplear recargas con potencias por encima de los 100 kW, lo cual arrojará tiempos de recarga extramadamente recortados. SAE asegura que con el empleo de la línea de máxima potencia se podrán efectuar recargas de vehículos híbridos enchufables en menos de 10 minutos (0%-80%) y de 20 minutos en vehículos eléctricos (20%-80%).
Hay que recordar nuevamente que este sistema tan solo se trata de una evolución sobre el socket J1772 y que, pese al apoyo de grupos tan importantes como Fiat, VAG, BMW o General Motors, todavía seguimos hablando de otro estándar más para la recarga. Se trata de un paso más en un mercado ya amplio que no hace más que otra cosa que dificultar aún más el despliegue de la movilidad eléctrica, por no hablar de las dificultades que añade a la hora de abordar un plan para acometer las infraestructuras de recarga.
Fuente: SAE
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