En una circunstancia donde la energía como tal se está convirtiendo en una moneda de cambio cada vez más afectada por el intercambio entre usuarios, la irrupción de la movilidad eléctrica a baterías alberga una interesante forma de poder almacenar energía, que más tarde, puede ser devuelta a la red o a nuestro hogar para socorrer al suministro en momentos puntuales donde la demanda supera a la oferta.
Los protocolos denominados Vehicle To Grid o V2G, basan su aparición en este concepto de doble sentido en la transmisión de la energía. Contando con el vehículo como un medio de almacenamiento donde poder albergar cierta cantidad de energía eléctrica, a posteriori dicha energía puede ser empleada para que el vehículo recorra una determinada distancia, o en según que casos, podemos aprovechar el protocolo V2G para descubrir que nuestro vehículo eléctrico puede también dibujarse como un almacén energético a disposición de usuario o red.
Vendiendo la energía de mis baterías
Desde fabricantes como Toyota, Nissan o Mitsubishi ya se ha empezado a hablar abiertamente de este tipo de sistemas bidireccionales, donde la energía podría fluir en un sentido u otro a razón de una necesidad de carga o refuerzo para el suministro. La clave, una vez llegados a este punto, es el precio y disponibilidad de dicha energía, pues a sabiendas del coste y vida limitada de un coche eléctrico por motivos de su acumulador, el uso libre y sin recargos de esta energía resulta inviable.
Por un momento imaginemos que las redes eléctricas conocen a ciencia cierta el impacto de un parque eléctrico a gran escala, sé que es mucho imaginar, pero intentémoslo. Dada la magnitud de la demanda, resulta lógico pensar que el suministro global de una población podría verse afectado al contar con grandes consumidores de energía, todos conectados a unas horas que perfectamente podrían ser las nocturnas para aprovechar el tiempo de sueño y así encontrar nuestro vehículo eléctrico a plena carga al día siguiente.
Ahora bien, pensemos a su vez que el grueso de los vehículos a baterías permanecen conectados incluso una vez cargados, contando con energía suficiente para paliar el consumo de otros coches o diferentes consumidores eléctricos. Ahora pongamos precio a esta relación, y así podemos encontrar una fórmula muy adecuada para rentabilizar el vehículo eléctrico con tan solo dejarlo conectado todo el tiempo que permanezca estacionado.
Claro está que hablamos de mucho factores a considerar, el primero de ellos no es otro que el que la compañía eléctrica acepte pagar por disponer de la energía que previamente tú has adquirido, añadiendo las pérdidas que conlleva una transformación bidireccional y la disponibilidad real de un parque móvil que garantice a la red un respaldo de energía. Efectivamente, resulta difícil imaginar un parque lo demasiado grande para que pueda avalar la idea de convertir coches a baterías en un almacén energético disponible bajo demanda.
V2G: una red de vehículos conectados capaz de sostener picos de consumos
Dándole una vuelta de tuerca más, podemos encontrar el sueño húmedo actual del autoabastecimiento energético, donde con esta fórmula de venta de enegía podríamos considerar un mayor y más limpio beneficio si contamos con generación renovable en nuestro hogar, trabajo, etc…
La cuestión entonces no es otra que analizar detalladamente las condiciones para la disponibilidad y venta de energía, un aspecto en el que, tanto suministradores eléctricos como fabricantes de coches, están invirtiendo tiempo y dinero para que cualquier coche a baterías pueda funcionar como un punto de almacenamiento energético accesible. Demostrado ya que en caso de emergencia un acumulador eléctrico puede suponer un salvavidas, ¿Por qué no emplear su capacidad para rentabilizar un vehículo que permanece inmóvil y conectado?
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