Hace tan solo unos meses os presentábamos el prototipo de BoostedBoards, que en aquel momento nos parecía el vehículo eléctrico más sencillo imaginable. Hoy os traemos lo que parecía imposible, ni más ni menos que otro monopatín eléctrico todavía más sencillo.
El ZBoard es una tabla con un solo motor, tracción a una sola rueda, que prescinde de mando a distancia remplazándolo por sensores de presión delante y detrás y es capaz de alcanzar los 27 km/h en su versión «Pro», recargándose en unas 5 horas en una toma de corriente doméstica americana (110V) aunque está disponible opcionalmente con toma de 220V. Además de dividir por dos el número de componentes del modelo de su rival BoostedBoards, también reduce su precio sustancialmente. Dentro vídeo…
Con un precio base de 649$ (unos 506€) para el modelo «Classic» y 949$ (unos 740€) para el modelo «Pro», esto sí que se empieza a parecer al máximo grado de simplificación que la movilidad eléctrica puede ofrecernos.
El funcionamiento está basado en el reparto de masas del pasajero. Peso adelante implica acelerar, peso atrás implica frenar y… eso es todo. Los giros se realizan como en cualquier monopatín y dispone de un asa perforada en un lateral para hacer todavía más fácil llevarlo en la mano al entrar en edificios o cruzar zonas no aptas para rodar.
La propulsión corre a cargo de un motor de 0,4 kW de potencia (algo más de medio CV) conectado a una de las ruedas traseras. La masa total del invento es de 13,6 kg, la gran mayoría de los cuales corresponden al acumulador de energía. La autonomía tras una recarga completa son nada menos que 16 km y el secreto de su extrema eficiencia no es otro que su ínfima masa desplazada. Sencillo no, sencillísimo.
Según cuentan sus creadores, el primer prototipo artesanal ya funcionaba bastante bien, pero le faltaba un pequeño detalle: la capacidad de frenar. Tras dos años de quebraderos de cabeza, llegaron a la conclusión de que la única forma razonable de resolver el problema era incorporar la frenada regenerativa. Además de solucionar la papeleta de frenado, recarga energía de nuevo en la batería.
Parece ser que el objetivo inicial era realizar con éxito una serie de 25 unidades y venderlas en tres meses. Tras venderlas en tres días, hubo que replantear la compañía, el diseño y el proceso de fabricación de arriba a abajo de inmediato, para enfrentarse a una segunda serie de 1.000 unidades. Desde ese momento, la demanda ha seguido creciendo, prueba de la necesidad latente que existe en la sociedad occidental de un transporte divertido, sencillo, práctico y económico a más no poder.
No sabría explicar por qué este tipo de conceptos me gustan tanto. Sin duda es la simplicidad, el Santo Grial de la ingeniería, lo que los convierte en atractivos por alguna razón. Existe una economía en cada uno de sus componentes, una razón para estar ahí, una función concreta. El motor adosado a una rueda, el asa perforada en el lateral que no añade ninguna pieza y resta unos gramos de masa al conjunto, el sistema de manejo estilo Segway pero aún más simple…
Sencillamente genial. Enhorabuena chicos.
Fuente: Translogic
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