Un reciente estudio de Goodyear nos muestra un dato de interés a la hora de valorar los conductores más jóvenes españoles, sólo 4 de cada 10 se atreverían a cambiar una rueda tras un pinchazo. Este dato no alberga significado alguno en cuanto a la calidad de la conducción, sino que más bien pone de manifiesto una intención para delegar este aspecto en un segundo o tercer individuo donde se confía toda la responsabilidad del cambio.
En el caso de los encuestados varones, el 58% sí se atrevería a cambiar la rueda por una de repuesta en caso de sufrir un pinchazo que le obligue a detenerse. Si nos trasladamos a las encuestadas del género femenino, este porcentaje se reduce hasta el 24% del total. La diferencia es clara entre ambos sexos, pero aún así se demuestra que la intención es disminuir la implicación en este tipo de factores añadidos al uso convencional del vehículo.
¿Qué supone cambiar un neumático?
La pregunta no es otra qué si estamos hablando de un resultado motivado por la falta de conocimiento y escasez de interés en saber más, o más bien responde a un hecho en auge donde el concepto de tiempo válido y el «tengo mejores cosas que hacer y saber hacer» es realmente el culpable de estas cifras en este tipo de estudios. Por reglas generales las dos opciones son válidas, pero a la hora de valorar ciertos aspectos, las diferencias existentes marcan un alejamiento entre posturas cada vez mayor.
La necesidad de saber en torno al vehículo está siempre relacionada con el factor económico en cualquier aspecto y circunstancia, pocos productos albergan una relación tan acusada entre el desconocimiento y el coste económico. Es por ello donde se defiende que hasta el más mínimo gesto de sustituir una rueda parece cobrar sentido ahorrando buscar a alguien que lo haga, alguien que no necesariamente pueda hacerlo mejor o alguien que sencillamente no albergue costo económico.
Pero sin abandonar el factor económico, la negativa al cambio de rueda cobra su sentido al entender que existe un tercero destinado a llevar a cabo esa sustitución, bien sea por cumplimiento de un servicio a través de un producto contratado, o en no pocas veces a esa persona de confianza que en el regalo de un «gracias» se deposita un ahorro importante de dinero, tiempo y esfuerzo.
La sustitución de una rueda no es difícil, sin embargo decidir llevarla a cabo es otro cantar. En un mundo donde la excesiva especialización para el control de cada componente está aumentando a cada nuevo día, todo lo relacionado con el vehículo sufre cada vez más de cierta indiferencia hacia el conductor. Habrá quien se niegue a ello… pero tanto a nivel social como económico, la idea a seguir es la de fomentar que el conductor sea eso y nada más, conductor, delegando en otros las tareas asociadas a mantenimiento, revisión y sustitución sin demasiada implicación del usuario más allá del estipulado pago.
Llegados aquí, y al hablar de todo lo relacionado con el mantenimiento, reparación, etc. qué opináis: ¿Mejor hacer las cosas por uno mismo, o delegar en un especialista determinadas tareas?
Fuente: Goodyear
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