La investigación en baterías, imprescindible para el desarrollo de la movilidad eléctrica, lleva años dando vueltas a diferentes posibilidades químicas para cátodos, ánodos y electrolitos. Todo este esfuerzo «disperso» debería concentrarse en desarrollar los procesos de producción de los materiales ya conocidos y dejar de dar vueltas a la química de base, según Larry Thomas, Presidente de Primet Precision Materials.
La idea central de su argumento es que cada nueva combinación química, en un intento de abaratar costes partiendo de elementos más abundantes, sólo consigue encarecer los procesos de producción con lo que nunca logramos avanzar suficientemente. Si las líneas de investigación se centrasen en cómo producir de forma más económica las actuales baterías, probablemente avanzaríamos más rápido en la rebaja de costes y, consecuentemente, en la competitividad de los vehículos eléctricos.
Podemos estar de acuerdo o no, pero la idea parece tener cierto sentido, al menos desde un punto de vista económico. En una línea de producción suele haber dos grandes grupos de costes que son materias primas y procesos de producción. Puesto que los recursos invertidos en investigación son limitados, es inevitable preguntarse si se están focalizando en la dirección correcta, que de momento parece ser el abaratamiento de materiales y su mejora en densidad energética.
Si los laboratorios de investigación se centrasen en el desarrollo de nuevos procesos de producción, partiendo de las químicas actuales, es posible que el abaratamiento de las baterías fuese más rápido. Siendo este uno de los principales escollos para que nos compremos coches eléctricos, la movilidad eléctrica podría empezar a dar resultados positivos en un menor plazo. No hace falta decir que con resultados positivos en movilidad eléctrica la situación cambiaría radicalmente con respecto a la actual inversión «a fondo perdido».
Predicando con el ejemplo, Primet Precision Materials ha desarrollado un nuevo proceso de producción denominado NanoScission, que promete reducir a la mitad el coste de los electrodos, que pueden suponer hasta un 25% del coste total de una batería.
Este dilema me recuerda a la disyuntiva entre el enfoque de Toyota y de Renault-Nissan. Por un lado, la posibilidad de hibridar modelos casi convencionales, incrementando muy lentamente su grado de electrificación y, por otro, el lanzamiento de una gama de vehículos completamente eléctricos en una apuesta mucho más radical.
Puesto que, por el momento, el enfoque Toyota gana por goleada, tal vez una visión de mejora gradual en baterías que permita pulir los procesos de producción y reducir su precio cuanto antes podría ser más realista que estar buscando todos los días la revolución total en la química de base, bastante más huidiza.
El tiempo dará y quitará razones.
Fuente: S.A.E.
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