En Noruega se venden más coches eléctricos que en ningún otro país de Europa, y más coches eléctricos por habitante que en ningún otro país del mundo. Las ventas de coches a baterías alcanzaron en 2012 un increíble 5,2% de cuota de mercado, vendiéndose más Nissan Leaf allí que en EE.UU., a pesar de que su población es 63 veces menor.
Mientras el resto del mundo se conforma con imaginar ventas masivas de coches eléctricos a décadas vista, cinco millones de noruegos paliduchos enseñan al mundo la fórmula magistral de la eficiencia energética. En el cóctel que ha hecho eclosionar la demanda de vehículos a pilas tan solo parece haber dos ingredientes: economía y practicidad, contantes y sonantes. ¿Nadie podría haberlo imaginado?
Ayer mismo publicábamos una encuesta anual efectuada por KPMG. En ella, 2.000 directivos de la industria automovilística de todo el planeta, declaraban por mayoría aplastante que al coche eléctrico todavía le queda al menos una década para empezar a venderse en números relevantes. No parece ser el caso noruego.
Como decíamos hace más de seis meses en un artículo sobre el éxito del coche eléctrico en Noruega, básicamente lo que hace falta para que la gente se compre este tipo de coches es que tengan sentido, pero sentido práctico y real, no exclusivamente sentido ecológico. Tan sencillo como eso.
* Sentido económico: en Noruega los coches pagan una montaña de impuestos, tanto más elevados cuanto más grandes son. Esta barrera fiscal es tan alta que mucha gente no compra un coche jamás, o bien se decide por coches muy pequeños. Como es sabido, los eléctricos son mucho más baratos de mantener, no sólo por la energía que consumen sino por todos los costes que ocasionan a sus propietarios. Puesto que en Noruega cuentan con enormes ventajas fiscales, resulta que también son más baratos que un gasolina equivalente a la hora de adquirirlos.
* Sentido práctico: en un país con una población menor que la de Madrid, existen 3.500 cargadores, situados en casi todos los parkings y en cualquier zona más o menos poblada. Cuentan con parkings específicos gratuitos, libre circulación por el carril bus y un largo etcétera de exenciones y ventajas prácticas reales.
Tal como concluíamos ya en mayo 2012 hablando de Noruega, si el coche eléctrico tiene sentido, la gente lo compra y si no lo tiene, no. Cuando los eléctricos sean razonables para la gente, la gente será razonable con los eléctricos y lo demás son brindis al sol y vacías declaraciones proféticas sobre mundos que no existen.
Via: The Green Car Website
Fuente: Treehugger
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