El Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente ha hecho público un borrador que pretende llevar a cabo una minuciosa reforma de los criterios que gravan los vehículos de tracción mecánica, de cara a ofrecer una nueva fórmula de gestión del impuesto de circulación y otras áreas donde se propone la creación de zonas de bajas emisiones en las ciudades, la restricción del acceso en función del grado de contaminación del vehículo y otras acciones en el plano de educación/concienciación.
Que es necesario revisar el criterio que grava a cualquier vehículo es un hecho que cae por su propio peso, al igual que sucede con el impuesto de matriculación que sólo contemplan las emisiones de CO2, el actual impuesto de circulación tan sólo toma como referencia la denominada potencia fiscal que relaciona el número de cilindros y el diámetro y carrera de los pistones, una fórmula obsoleta que ofrece resultados un tanto cuestionables.
Más emisiones es igual a más impuestos y menos acceso
En este nuevo borrador propuesto, el principal aspecto de interés que encontramos es la intención de crear un nuevo modelo de impuesto de circulación que establezca un tipo impositivo en función de las emisiones de CO2, los óxidos de Nitrógeno y las partículas emitidas. A priori hablamos de una valoración más lógica desde el punto de vista de impacto sobre la salud, aunque quedaría por conocer que tipo de partículas serían las que influirían en el análisis final: PM 2,5 o PM 10.
La medida, por seguro influirá negativamente en el bolsillo de una país profundamente dieselizado y con un parque automovilístico que ronda una edad media de 10 años. Sin embargo, la propuesta servirá para limitar el impacto tan negativo de la circulación en grandes ciudades que acumulan, cada vez más días, donde se superan los límites máximos establecidos de concentración de Ozono, óxidos de Nitrógeno y partículas en suspensión.
La medida que pretende limitar el impacto negativo de un parque automovilístico contaminante en los núcleos urbanos, vendrá desde otro de los puntos expuestos en este borrador: la creación de zonas de bajas emisiones y la restricción de áreas según el grado de contaminación del vehículo. La conocida fórmula ya vista en otros países de Europa de instalar pegatinas de colores en los vehículos (se habla de establecer 6 niveles de contaminación), planteará la creación de perímetros donde el acceso será restringido.
Las zonas de bajas emisiones, pretenden establecer áreas donde los límites de contaminación favorezcan a vehículos de muy bajas emisiones, híbridos y eléctricos. Su aplicación, ya propuesta por diversos organismos, pretende ahora bajo este borrador encontrar un criterio que regule la creación y el control de estas zonas.
Ciudades más limpias, con menos tráfico y con más conciencia sobre contaminación
Los episodios de contaminación, que se dan cuando se registran niveles superiores de concentración de emisiones, pretenden encontrar en este nuevo borrador el establecimiento de un criterio de valoración y actuación que sea común en todos los territorios del país. Hasta el momento, cada ayuntamiento actuaba en función de unos límites establecidos bajo criterio propio y una se llevaba a cabo una actuación independiente.
Otra de las medidas será la creación y delimitación de zonas de acceso a las ciudades que favorezcan la disminución de la velocidad en los accesos. Una medida muy polémica y ya implantada en ciudades como Barcelona que, bajo el criterio de una menor velocidad o velocidad variable, pretende limitar el acceso a las ciudades, limitando igualmente el impacto del tráfico.
En el borrador sorprende la creación de una herramienta de concienciación de la ciudadanía a partir de la implantación de una asignatura de «contaminación» impartida durante el ciclo de estudios secundarios. Sin ofrecer los criterios que se impartirán, es reseñable que la adopción de un primer contacto con el problemas de las emisiones se lleve a cabo como parte de la educación. Al fin y al cabo hablamos de cultura detrás de valorar nuestro impacto sobre el ambiente y sobre la salud propia y colectiva.
Grandes cuestiones que quedan aún por plantear
La sospecha de afán recaudatorio no puede faltar en cada nueva medida, más aún cuando hablamos de una propuesta que aún necesita de mucha información por ofrecer para de verdad poder conocer su magnitud. A grandes rasgos hablamos de una medida controvertida que influirá muy negativamente en las mecánicas diésel debido al criterio de análisis que engloba emisiones CO2, partículas y óxidos de Nitrógeno.
Otro punto a resaltar dentro de los aspectos no nombrados, es el verdadero uso del automóvil, pues el impacto real del vehículo varía, y mucho, en función del uso que se realice sobre él. No es lo mismo un vehículo diésel Euro III que realice 80.000 kilómetros anuales, que una misma mecánica diésel Euro III que apenas alcance los 5.000 kilómetros anuales.
La regulación de la norma también es otro criterio que queda en el aire, pues si el criterio de aplicación se realiza en función de la homologación del vehículo salido de fábrica, mal iremos. La anulación de catalizadores, sistemas EGR y filtros antipartículas es una medida demasiado generalizada, por lo que su evaluación en ITV debería ser un requisito obligado en el marco regulador del nuevo impuesto de circulación.
El nuevo borrador del denominado Plan nacional de calidad del aire y protección de la atmósfera 2013-2016, pretende ofrecer aplicación en 2015. Hasta su revisión como plan de obligado cumplimiento son todavía muchos los aspectos que necesitan de ser definidos por completo, si bien la propuesta establece medidas y acciones mas justas que por el momento parecen marcar las pautas hacia un futuro más limpio
Fuente: El País
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