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Fracking, la llave del tesoro energético sobre el que vivimos

Durante los últimos años, y con mayor intensidad en los últimos meses, se ha abierto un debate mundial sobre la técnica de extracción de gas denominada «fracking«, que suele traducirse como extracción de gas no convencional mediante fractura hidráulica. Esta técnica permite, en esencia, extraer hidrocarburos que se encuentran en el interior de una roca madre, donde antes resultaban inaccesibles.

Estamos hablando, no nos engañemos, de mucho, mucho, muchísimo dinero enterrado en el subsuelo

La importancia del fracking es proporcional al gas natural que se podría extraer de zonas geológicas hasta ahora descartadas como yacimiento de hidrocarburos. Ese volumen es tan grande que en un país como España, donde nadie soñó hasta ahora con encontrar un yacimiento decente, se estima que podría extraerse gas para unos 39 años de consumo propio. Estamos hablando, no nos engañemos, de mucho, mucho, muchísimo dinero enterrado en el subsuelo. Esto significa que el interés por sacarlo podría pasar por encima de cualquier problemilla medioambiental que se interponga en su camino, así pues, ¿deberíamos alegrarnos o preocuparnos?

¿Qué es el fracking?

La extracción de gas no convencional mediante fractura hidráulica es una técnica de perforación a grandes profundidades (entre los 2.500 m y los 6.000 m bajo el suelo). El primer paso es introducir una «broca» en la tierra (de un tamaño y dureza que nadie utilizaría para colgar un cuadro en su casa) hasta las mencionadas profundidades. A continuación, tras un giro de 90o se perfora horizontalmente, formando una «L» gigantesca de lados aproximadamente iguales.

Ese agua a presión se abre paso a través de la roca madre, abriéndola y penetrando en todos sus poros y cavidades

Una vez hecho el canal, se inyectan enormes cantidades de agua a persión, que incluye diversas sustancias químicas disueltas (entre las que se encuentran elementos de alta toxicidad). Ese agua a presión se abre paso a través de la roca madre, abriéndola y penetrando en todos sus poros y cavidades, permitiendo así la extracción del gas que encierra en su interior.

En realidad, esta técnica comenzó a utilizarse en Estados Unidos hace varias décadas, pero ha llegado a un nivel de refinamiento que permite ya extraer la práctica totalidad del gas encerrado. Dicho de otro modo, si hasta ahora podíamos sacar el gas de las cavidades externas de la «esponja», ahora podemos exprimirla hasta la última gota que haya en su interior.

Por qué decir sí al fracking

Las razones para estar a favor del fracking parecen obvias. Si cualquiera de nosotros descubriese que bajo el parquet de su casa hay lingotes de oro, es más que probable que se animase a hacer unos agujeritos aquí y allá para poder sacarlos. Es cierto que el suelo quedaría un poco feo, pero sería un problema menor en comparación con las ganancias inmediatas.

El precio del gas natural ha descendido allí al mismo ritmo vertiginoso al que ha subido la producción

Hilando un poco más fino, la técnica viene utilizándose en Estados Unidos (no hablamos de un remoto país sin ley) desde hace 40 años, y el precio del gas natural ha descendido allí al mismo ritmo vertiginoso al que ha subido la producción (al contrario que en Europa). De hecho, han pasado de ser un país importador de grandes volúmenes a autoabastecerse e incluso exportar gas y todo ello tiene un efecto directo en el coste de la energía y ejerce una potente fuerza de arrastre en prácticamente toda la economía del país.

En fin, el símbolo del dólar de mi teclado se ilumina por momentos, a pesar de que no se trata de un teclado luminoso.

Por qué decir no al fracking

El problema esencial del fracking es su posible impacto medioambiental, y aquí es donde empieza la discusión. Perforar a esas profundidades para inyectar sustancias cancerígenas a altísima presión, con el objeto reventar kilómetros cúbicos de roca y robarle el gas que contiene, suena a peligroso. La profundidad es tan grande que, en principio, no tendría que afectar al subsuelo «utilizable» ni a los acuíferos que nos dan de beber… supuestamente.

No tendría que afectar al subsuelo «utilizable» ni a los acuíferos que nos dan de beber… supuestamente

La cuestión es que la fractura de la roca y la consiguiente filtración de esas sustancias penetrantes no tiene una precisión quirúrgica, sino que más bien es un proceso basado en la fuerza bruta. Su posible llegada a un acuífero, con todos los intereses que hay en el asunto, no es fácil de clarificar científicamente porque muchas de las informaciones y estudios que circulan ya han salido de los lobbys de presión correspondientes.

Un enorme interrogante parece planear sobre esta técnica extractiva

En definitiva, si añadimos el posible riesgo sísmico, el derroche de agua, la no recuperabilidad y tratamiento de los líquidos inyectados en la tierra en su totalidad y lo combinamos con la emisión de metano a la atmósfera como efecto secundario, un enorme interrogante parece planear sobre esta técnica extractiva.

Conclusiones

La utilización del fracking generaría cuantiosos ingresos en cualquier país del mundo con yacimientos explotables. Muchos países, entre ellos España, parecen encontrarse en la disyuntiva de abrir la caja de Pandora con consecuencias muy positivas sobre la economía y muy dudosas sobre el medio ambiente.

Por un lado, parece indiscutible que el beneficio económico sería suculento (repartido mayormente entre unos pocos, pero suculento) y permitiría una cierta autonomía energética a países que hasta ahora no habían soñado con semejante posición, aunque fuese durante unas décadas.

Por otra parte también parece indiscutible que, una vez abierta la puerta a esta técnica, si las consecuencias son las que predicen sus detractores, nos enfrentaríamos a problemas a mucho mayor plazo que la duración de las reservas y a potenciales consecuencias sobre la salud pública que ya no tendrían vuelta atrás.

Hágase lo que se haga, más vale que no nos equivoquemos.

Foto: Flickr de Rennett Stowe
Fuente: El País

Partidarios:
Daniel Lacalle
Power Electronics

Detractores:
Gasland
Dangers of Fracking

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David García Artés

David comenzó a trabajar en Diariomotor en junio de 2011, escribiendo artículos casi como hobbie, en lugar de ver la televisión después del trabajo. Poco a poco fue ganando responsabilidades, primero como coordinador editorial en Tecmovia, más tarde como probador (nunca ha dejado de serlo) y finalmente como Director General desde julio de 2020. Es economista (1998) e ingeniero (2011) de formación. Seguir leyendo...

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