Todavía somos pocos los usuarios que nos hemos planteado seriamente la posibilidad de pasarnos a la movilidad eléctrica y menos aún los que hemos decidido instalar un punto de recarga en el garaje. En mi caso, la prueba de larga duración del Nissan Leaf que muy pronto se irá publicando en nuestras páginas me obligó a ejecutar una instalación completa en un garaje comunitario, probablemente el caso más difícil desde el punto de vista legal, técnico y, como contaré en otro artículo, también de convivencia entre seres humanos que comparten garaje. Spain is different, my friends..
Una vez terminada la experiencia de instalación y sorteados todos los obstáculos, me propongo recopilar en este post los pasos a seguir para todo aquel que quiera enchufar un coche eléctrico en una plaza de garaje que inicialmente no estaba preparada para ello. Supongo que lo más importante es conocer la legislación vigente, y por ahí empezaremos, pero no me gustaría pasar por alto los detalles técnicos más relevantes que nos vamos a encontrar. Empezamos.
El caso que vamos a tratar sería el de una vivienda situada en un edificio urbano lleno de vecinos que comparten un garaje comunitario. En ese garaje tengo una plaza en propiedad, pero ningún derecho especial sobre las zonas comunes.
Instalación de un punto de recarga para vehículo eléctrico: lo que dice la ley
* Notificación a la comunidad
* Descargo de responsabilidad para la empresa instaladora
* Un poco de paciencia
Vamos con la ley, concretamente la Ley 19/2009, de 23 de noviembre, de medidas de fomento y agilización procesal del alquiler y de la eficiencia energética de los edificios. El párrafo que nos interesa dice lo siguiente dentro de su artículo tercero:
«Si se tratara de instalar en el aparcamiento del edificio un punto de recarga de vehículos eléctricos para uso privado, siempre que éste se ubicara en una plaza individual de garaje, sólo se requerirá la comunicación previa a la comunidad de que se procederá a su instalación. El coste de dicha instalación será asumido íntegramente por el o los interesados directos en la misma.»
Traducido al lenguaje más llano, significa que uno se presenta en las oficinas de su administrador de fincas y le planta un escrito en el que se notifica claramente que vamos a instalar un punto de recarga en nuestra plaza de garaje. El administrador sellará el papel con un registro de entrada con fecha del día y, a partir de ese momento, legalmente podemos acometer la instalación. Así de fácil, mientras otra ley no derogue o modifique la actual.
El problema es que esta ley está pensada para que todo sea lo más fácil posible para los pioneros, pero no tiene el más mínimo sentido del orden si la cosa se populariza. Legalmente, en un garaje con 100 plazas podría darse el caso de que 100 vecinos contratasen 100 empresas de instalación diferentes para llevar 100 cables a 100 puntos de recarga distintos.
Esa chaladura imaginaria, que dejaría un mosaico de cajas de colores, una maraña de cables por doquier, las placas del edificio con más agujeros que un queso Emmental y tumbaría la instalación eléctrica cada noche, sería perfectamente legal. La razón es que la ley presupone que no va a haber más de uno o dos pioneros de la movilidad eléctrica por garaje. Si algún día los hay, más vale que la ley cambie y obligue al consenso y la coordinación, o será la guerra.
Instalación de un punto de recarga para vehículo eléctrico: algunos detalles técnicos
Una vez superado el pequeño requisito legal de comunicar a la comunidad que vamos a ejecutar la instalación, tan solo nos queda pasar de los comunicados oficiales a los hechos. Armados con una copia del comunicado oficial a la comunidad, un escrito de descargo de responsabilidad que me pidió que firmase la empresa instaladora (un papel que dice que yo me hago responsable de la obra en zonas comunes) y el punto de recarga con su manual de instrucciones, dos operarios hicieron el trabajo en dos días.
Básicamente, todo el coste de la instalación correrá a nuestro cargo (esto es obvio) y la comunidad no debe sufrir perjuicio alguno por nuestra culpa, al menos dentro de lo posible. Quiero decir con esto que, en la mayoría de los casos, habrá que hacer una pequeña obra, romper algunas cosillas (agujerear, para ser más exactos) y de forma casi inevitable quedará algún cable a la vista en algún sitio en el que antes sólo había una pared mugrienta.
Llegados a este punto, mi recomendación no puede ser otra que ponerse en manos de especialistas y buscar una empresa que pueda vendernos un punto de recarga en condiciones y un instalador cualificado que, a ser posible, lo haya hecho antes. Esto último no es tan fácil como parece.
Cuando hablamos de un punto de recarga en condiciones, esas condiciones vendrían a ser la inclusión de las debidas protecciones eléctricas, algún sistema de seguridad que nos permita bloquearlo cuando no lo usamos, una toma específica para el coche que vayamos a comprar y, puestos a pedir, otra toma con enchufe estándar (universal) y un contador de la energía consumida para llevar un control separado de nuestra gasolinera particular. Si no tenemos contador, probablemente el coche nos pueda dar un dato aproximado de consumo, pero no es lo mismo.
En mi caso, me puse en manos de Bluemobility, cuya oferta de puntos de recarga es amplia, aunque en este caso se trataba de una cesión temporal de la unidad para realizar la instalación y la prueba del Nissan Leaf. Ellos, a su vez, me recomendaron un instalador (Vector h2) aunque yo pedí otras dos ofertas más para asegurarme un buen precio. Finalmente, la suya fue la mejor.
El precio del punto de recarga lo desconozco porque a mí me lo prestaron, pero estamos hablando de cientos de euros y tal vez mil si nos vamos a una caja muy sofisticada. Por su parte, la instalación, que consiste en un cable que parte del cuadro eléctrico de la vivienda, baja hasta el sótano y llega a mi plaza por el camino más corto posible ascendió a 405€ + 21% de IVA, aunque creo que fue bastante barata porque la casa es moderna, sólo había tres pisos de distancia y mi plaza queda casi en la vertical de la bajada del cable.
Si vives en un noveno y tu plaza está en el tercer sótano, prepárate a pagar cable y obra, te aseguro que el cobre no lo regalan y los agujeros no se hacen solos. En fin, cada caso será diferente pero en general será difícil bajar de los 1.000€ todo incluido, y bastante fácil superarlos.
Lo más difícil fue pasar del nivel del portal al garaje, pero todo es posible con la broca adecuada (no utilicéis esta frase fuera de contexto) y la instalación llegó a su fin tras dos días de intensa actividad. Intensa actividad por parte de los operarios que la ejecutaban, pero también de los vecinos que la observaban con creciente asombro. Pero eso lo contare en el próximo episodio…
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