En un escenario económico profundamente pesimista, con las administraciones batiéndose en retirada del gasto público en la mayor parte de los sectores, los bolsillos de los ciudadanos esquilmados por la carestía de empleo y una industria del automóvil viviendo la amarga resaca de unos años gloriosos de ventas irreales, la movilidad en las ciudades podría tener sólo una salida honrosa: compartir. En torno a esta idea se giró la III Conferencia Nacional de Movilidad Colaborativa y Car Sharing de la Asociación Española de Car Sharing, que tuvo lugar en Bilbao el pasado jueves. Profesionales del sector, expertos en consumo colaborativo y representantes de las administraciones públicas dieron su visión acerca del papel de los diferentes métodos de compartir transporte en las ciudades con el concepto de «Smart city» de fondo. Y Tecmovía estuvo allí para contároslo.
III Conferencia de Movilidad Colaborativa y Car Sharing
En una sociedad que se plantea profundamente el modelo de consumo vivido en el último medio siglo, y que a su vez dispone de un enorme potencial en tecnologías de la comunicación y la información… ¿No afectan estos cambios al modelo tradicional de movilidad? Ante unos 60 asistentes, los ponentes que el pasado jueves se reunieron en Bilbao en torno a la movilidad colaborativa coincidían en que si. Pau Noy, presidente de la Asociación Española de Car Sharing, dibujó una visión panorámica de las nuevas tendencias de movilidad en las ciudades actuales, trufado con algunos datos de interés.
Albert Cañigueral, experto en Movilidad Colaborativa, ofreció una interesante visión en torno al fenómeno del consumo colaborativo, su impacto económico, y el papel de las administraciones públicas. Josu Benaito, jefe de Sección Técnica de Movilidad del ayuntamiento de San Sebastián, presentó el proceso de implantación del sistema de «Bike-Sharing» que la ciudad de San Sebastián tiene en la actualidad. Por último, Ignasi Fábregas, director de márketing de Avancar, planteó en una charla-taller los retos y áreas de trabajo para cualquier empresa que quiera iniciar un negocio de Car-Sharing a nivel local. La jornada se cerró con una mesa redonda acerca del presente del Car-Sharing y el papel de las administraciones públicas en su implantación, en la que participaron Josu Benaito, Jaime Amat, de Respiro Car-Sharing, José Félix Basozábal, de Mugar Elkartea (Tarjeta de transporte público de Vizcaya) y moderada por Gabriel Herrero – Beaumont, de Bluemove Car Sharing.
Crisis y colaboración en la movilidad
Todos los ponentes coincidieron, por diferentes caminos, en que los hábitos de movilidad de los ciudadanos están cambiando y cada vez más gente está dispuesta a replantearse el modelo tradicional de compra y uso del vehículo privado. La economía es, inevitablemente, uno de los factores que pesa en los bolsillos de los ciudadanos y es que no sólo las ventas de coches nuevos han descendido un 60% desde 2007, sino que el impacto de los costes de movilidad ha aumentado. Según Pau Noy éstos oscilan entre 0’3 y 3 € por kilómetro recorrido en ciudad para el vehículo privado, mientras que en se mantienen entre 0’05 y 0’7 € / Km en modos como el Transporte público, Car-Sharing o Bike-Sharing. Pero la economía no sólo es un factor que afecte a los particulares, sino también a las empresas, y es que las empresas de la Unión Europea dedican de media un 18% de su gasto a costes laborales, mientras que emplean el 43% en gasto energético.
Sin embargo la tendencia general sigue siendo el uso de vehículo privado. Según una encuesta de Avancar, el 95% de los Barceloneses tiene un coche dentro de su unidad familiar. Al mismo tiempo, otra encuesta revela que de todos los coches que circulan por Paris, un 30% nunca han salido de la ciudad…
Compartir movilidad es una tendencia en presente y no todo es el Car-Sharing convencional. Cada día se observa un mayor uso de variantes como el Car – Pooling, el Car-Sharing entre particulares (Peer to peer) o el Car-Sharing «one way» (uso de una dirección como las bicis de alquiler). Precisamente todas estas variantes tienen un punto en común: estar posibilitadas y potenciadas por las nuevas tecnologías y desarrollarse dentro de ese ámbito urbano de información abierta y multidireccional que llamamos «Smart City». Pero además, como destacó Albert Cañigueral, estas actividades en torno al consumo colaborativo se desarrollan en un nuevo marco ideológico que tiende hacia una economía mucho más ética y hacia una participación horizontal (y no vertical) entre administraciones públicas y ciudadanos. En algunas pequeñas ciudades, por ejemplo, los ayuntamientos incorporan sus coches al servicio de Car-Sharing fuera del horario en que se emplean por los funcionarios. A otro nivel existen interesantes experiencias como Lyft, en San Francisco, una empresa de Car-Sharing Peer to peer con un divertido distintivo, Fes Edit, una plataforma de Car – Pooling cuyo intercambio se produce en «moneda social» o Whabit.com un portal que se lanzará próximamente en Cataluña en el que particulares podrán compartir toda clase de artículos.
El Car-Sharing contra el presente
Sin embargo, a pesar de las ventajas que otorgan las emergentes «Smart Cities», el Car – Sharing sigue enfrentándose a algunas dificultades frente a las normativas, las costumbres o los lobbys. Desde el problema de la cesión o alquiler de espacios públicos para distribuír las flotas en zonas estratégicas de la ciudad, hasta la ausencia de un logo universal y estándar para señalizar los servicios de Car-Sharing como un medio de transporte más. La integración de la movilidad colaborativa dentro de los sistemas de transporte público es otra de las aspiraciones de las empresas del sector, pero esto también plantea un problema administrativo:
¿Cual es la autoridad que debe gestionar esta incorporación? ¿Los departamentos de Medio Ambiente de las Comunidades? ¿Las áreas de movilidad de los ayuntamientos? ¿Los operadores privados de transporte público?
Durante toda la jornada se repitió una y otra vez la importancia del correcto diagnóstico de las necesidades de movilidad y los recursos disponibles en cada ciudad a la hora de implantar servicios de movilidad colaborativa. Atractivos sistemas de gran escala como Autolib en Paris o Zipcar en Londres pueden no tener cabida fuera de esas megápolis con densas redes de transporte público, y quizá en ciudades más pequeñas los formatos «Peer to peer» sean más adecuados. Un diagnóstico y una adecuación de vital importancia para que errores de cálculo o de gestión no desprestigien al medio por culpa de agentes externos, como ha sucedido con algunos tranvías.
Fuente: Asociación Española de Car Sharing | Tecmovia
Fotos: Tecmovia | Asociación Española de Car Sharing | Zipcar
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