Con la llegada del downsizing, la inyección directa de gasolina y la búsqueda de una mayor relación de compresión en los motores alimentados por gasolina nos ha traído un problema que parecía que sólo nos afectaba de la mano del gasóleo. Pero no, las cada vez más temidas partículas vuelven a primera plana tras demostrarse que los nuevos propulsores gasolina emiten 1.000 veces más partículas que los propulsores convencionales de inyección indirecta.
La aplicación de las normas anticontaminación son cuestionables, más ahora que los límites son fijados a golpe de influencias políticas y económicas y no de informes que hablen de la necesidad real de reducción del impacto ambiental. Así, mientras los propulsores diésel comenzaron a echar mano de los filtros de partículas – FAP o DPF en sus siglas – para cumplir con la normativa desde Euro IV, las mecánicas gasolina han evolucionado sin mostrar preocupación alguna por las partículas que están catalogadas como elementos de elevado riesgo para la salud por su íntima relación con la aparición de cáncer tras su exposición.
Partículas, el enemigo pasado por alto en los motores gasolina
Ha sido el TÜV Nord el que ha lanzado los resultados de un estudio a tres propulsores gasolina de última hornada, demostrando que estos nuevos diseños suponen un importante riesgo para la salud dada su generación de partículas. Partículas que son causadas por el uso de sistemas de inyección directa y mezcla pobre en altas relaciones de compresión, dando lugar a elementos microcóspicos que pasan a nuestras vías respiratorias con su potencial riesgo para la salud, pero ofreciendo mejoras sustanciales en el rendimiento térmico.
Con el miedo desatado frente a los propulsores diésel que ya instalan avanzados sistemas anticontaminación con catalizadores de oxidación, filtros de partículas y sistemas de reducción catalítica mediante aditivo, TÜV Nord ofrece un dato cuanto menos curioso, afirmando que los nuevos motores gasolina de inyección directa emiten 10 veces más partículas que los motores diésel modernos.
Hasta 2017 no veremos cerco real a las partículas en motores gasolina
Los protagonistas del análisis llevado a cabo por TÜV Nord han sido el propulsor 1.0 EcoBoost de Ford, el 1.6 GDI de Hyundai-Kia y el 1.2 TCe que emplea Renault. La adición de un filtro de partículas a las mecánicas evaluadas apenas rozaría los 50 € según estimaciones del ADAC, señalando a fabricantes y a reguladores como los culpables de que la normativa de emisiones vigente no tenga en cuenta la emisión de partículas de las mecánicas gasolina. La técnica actual lo permite, pero las ganas ya es otro cantar.
A partir de 2014 y hasta 2017 (Norma Euro 6b), las partículas emitidas por motores gasolina serán controladas, pero con un baremo que apenas diferirá de la actual falta de regulación. Será en 2017 cuando la entrada de la normativa Euro 6c iguale a propulsores diésel y gasolina para limitar la emisión de partículas, haciendo especial hincapié en las más dañinas que son las PM2.5 y PM10.
Fuente: AutomotiveNews | Informe TÜV Nord
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