¿Por qué se siguen utilizando baterías de ácido en nuestros automóviles? Buena pregunta. La batería de arranque de toda la vida, basada en electrodos de plomo y una solución – el electrolito – de acido sulfúrico, apenas han cambiado en todos estos años. Incluso vehículos tan avanzados como los híbridos, que también cuentan con baterías de litio para alimentar su motor eléctrico, han seguido preservando estas vetustas baterías para proceder al arranque del motor. Todo apunta a que esta tendencia podría revertirse en los próximos años.
Y es que, de un tiempo a esta parte, hemos asistido a la proliferación de automóviles, generalmente deportivos y en series muy limitadas, que comenzaban a sustituir las viejas baterías de ácido por una alternativa más ligera y eficiente, por baterías de ion de litio. Desde que en 2009 se anunciase que Porsche ofrecería opcionalmente baterías de arranque de litio en algunos de sus purasangre, los GT3, otras marcas se han unido a esta fiesta. La última de ellas ha sido Renault, que aprovechó la construcción ligera de estas baterías en la dieta de adelgazamiento de su Mégane RS Trophy-R para batir el récord en Nürburgring de un tracción delantera.
El coste de las baterías de litio y su construcción ligera
Tras esta introducción parece que las baterías de ion de litio con función de arranque han comenzado a introducirse en vehículos de corte muy deportivo, un hecho que no es para nada casual. La necesidad de utilizar un formato de batería más compacto y ligero, con una alta densidad de carga, como el que ofrecen estas baterías, llegó con la búsqueda de ganar hasta la última décima en máquinas como los GT3 de Porsche. Las baterías de arranque de litio también han comenzado a tener un papel fundamental en competición.
La primera batería de arranque de litio que utilizó Porsche suponía un ahorro de 10 kilogramos, pero por ella había que pagar como mínimo 2.000 euros. En definitiva estamos hablando de un coste muy elevado para un ahorro tan pequeño que no marcará la diferencia. Por 2.000 euros bien merece la pena dejar de picar entre horas o contratar durante unos meses un nutricionista y un entrenador personal para bajar esos kilos de más que se acumulan en nuestro cuerpo y así lograr que nuestro deportivo gane alguna décima por vuelta.
He aquí el mayor problema de las baterías de litio, su coste. Con la mejora de la densidad energética que se espera para estas baterías en los próximos años, el precio debería seguir atenuándose. Pero no parece que a corto plazo vayan a acercarse ni por asomo al coste de una batería de arranque tradicional, de ácido. Si buscas bien por eBay, y otros portales de venta de internet, no te será difícil encontrar una batería Super B como la que utilizará el Mégane RS Trophy-R por algo más de 1.000 euros.
¿Hay suficiente litio para todos?
Por lo tanto ya hemos visto que las baterías de ion de litio son caras, de ahí que no hayan empezado a incorporarse en modelos generalistas y su ahorro de espacio y peso solo merezca la pena en deportivos muy especiales. Pero también existe una razón de peso para dejar de utilizar baterías de ácido, el aspecto medioambiental. Hay que tener en cuenta que las baterías que hemos utilizado hasta la fecha son altamente contaminantes, de ahí que siempre sea imprescindible su manipulación en talleres especializados, por profesionales instruidos en ello.
Las baterías de litio también requieren de ciertos cuidados en su reciclaje y si su utilización en la industria del automóvil creciese exponencialmente, por ejemplo por un elevadísimo repunte de eléctricos e híbridos o su utilización global en baterías de arranque, la industria también tendría que afrontar la problemática de su reciclado y contar con infraestructuras para llevarlo a cabo. El reciclado de baterías de litio en la industria del automóvil comenzó a desarrollarse con la comercialización masiva de híbridos como el Prius.
También se ha hablado largo y tendido sobre el posible desabastecimiento de litio derivado de una locura transitoria en la industria por la cual todos los motores térmicos fueran sustituidos por motores eléctricos. En los ejemplos, generalmente se cita a China, como en esa famosa leyenda urbana que dice que si todos los chinos saltan a la vez cambiarían el eje de rotación de la Tierra. Por suerte, se trata de reflexiones especulativas y el litio es un material relativamente abundante en nuestro planeta, aunque procedente sobre todo de yacimientos muy concretos de Bolivia y Chile.
En definitiva, las baterías de ion de litio son caras, pero muy ligeras y compactas. También tienen otros inconvenientes. Ya hemos visto como las baterías de híbridos y eléctricos penalizaban en exceso las bajas temperaturas, aunque con la gestión térmica de los modelos modernos el problema habría quedado parcialmente superado. Las marcas que comercializan baterías de arranque de litio también abogan por su longevidad, en el orden de miles de ciclos de carga y descarga.
Pero volviendo al tema de su coste, el problema sigue siendo económico. Hoy en día existen multitud de formas de ahorrar 10 kilogramos en un automóvil mucho más sencillas y económicas que sustituir una batería de ácido por otra de litio.
Llegará el día en que muchas marcas den el paso definitivo hacia las baterías de arranque de litio, pero mientras tanto se nos ocurren muchas soluciones económicas para ahorrar kilogramos, utilizar materiales ligeros en la carrocería, estructuras de alta resistencia, optimización de componentes, downsizing…
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